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EL COMENTARIO DE HOY

ENVENENAMIENTO MASIVO

FRANCISCO AMPARÁN

Hay países que parecen estar salados desde que nacieron. Y no, no me refiero al nuestro, cuyas desgracias no son derivadas de ningún mal fario o maldición gitana, sino de nuestras propias, eternas, repetidas estupideces. Algunas de las cuales, por cierto, ya van a cumplir doscientos años; de algunas de las cuales, para colmo, vamos a celebrar el centenario. No, lo que nos ocurre no tiene que ver con el destino, sino en cómo nos negamos a reconocer nuestros errores... y por tanto, los volvemos a cometer una vez tras otra.

Un país ése sí salado es Bangladesh. Éste nació, en parte, debido a una de las peores catástrofes naturales de la historia: en diciembre de 1970, un gigantesco ciclón le pegó directo a la Bahía de Bengala, lo que entonces se llamaba Pakistán Oriental. Quizá un millón de personas murieron ahogadas en un par de días. Pakistán Occidental ayudó tarde, mal y con desgana a sus despreciados hermanitos orientales. Los bengalíes, furiosos por esa nueva muestra de la discriminación de que siempre se habían sentido víctimas, reaccionaron con una rebelión armada, que culminó con la independencia de Pakistán Oriental, que pasó a llamarse la República de Bengala, o Bangladesh.

La cual nació en medio de una hambruna espantosa, producto del conflicto y las secuelas del ciclón. Los de mi generación recordarán el concierto en beneficio de Bangladesh que organizara George Harrison, el primero de su tipo realizado para recaudar fondos para obras de beneficencia. Durante años, Bangladesh fue un país que sobrevivía en base a limosnas de la comunidad mundial.

Las cosas han mejorado, pero no mucho. En parte ello se debe a la enorme densidad de población con la que tiene que lidiar. Actualmente, Bangladesh es el séptimo país más poblado del planeta, con 167 millones de habitantes (50% más que México)... en un territorio poco mayor que el estado de Coahuila. Y sin Profe que les dé zapatos, pobrecitos. No es de extrañar que las condiciones de vida de una mayoría de la población bengalí sean francamente miserables, y que muchas personas mueran de enfermedades prevenibles y curables en otras partes del mundo.

Algunos de esos males provienen de la contaminación del agua de ríos y lagos. Por ello, algunas ONG's bienintencionadas impulsaron, desde hace 20 años, la apertura de pozos en las comunidades rurales más remotas. De esa manera, pensaron, se evitarían las enfermedades gástricas tan usuales por el consumo de agua contaminada.

Lo que no sabían es que en el subsuelo de Bangladesh abunda... el arsénico. Y decenas de millones de bengalíes se han estado envenenando con ese metal durante años y años. Un estudio realizado por investigadores norteamericanos y bengalíes ha encontrado que hasta 77 millones de habitantes podrían estar emponzoñados de manera irreparable. La Organización Mundial de la Salud habla del "más grande envenenamiento masivo de la historia". Y para colmo, debido a las buenas intenciones de los filántropos. Si les digo que están salados...

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