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EL COMENTARIO DE HOY

Militares lenguaraces

FRANCISCO AMPARÁN

Algo de lo que los mexicanos deberíamos estar orgullosos, es de la disciplina de nuestras Fuerzas Armadas. No sólo por obedecer sin chistar las órdenes que les da su Comandante en Jefe, el Presidente de la República; sino porque aunque esas órdenes no sean muy sensatas, prudentes ni eficaces, se abstienen de criticarlas o comentarlas. Ningún militar ha levantado siquiera una ceja como muestra de duda o descontento porque los ineptos civiles han metido a la tropa a pelear una guerra sin pies ni cabeza. Y aunque al Ejército y la Marina no les hace ninguna risa su actual papel en la vida pública del país, se tragan sus quejas y objeciones, y se la siguen rifando. Habría que tener eso más en consideración.

Y es que en otros países no ocurre lo mismo. Como ejemplo, lo recién sucedido en los Estados Unidos. Para colmo, no es la primera vez.

El Poder Ejecutivo Federal norteamericano tiene potestades semejantes al mexicano: su titular es Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. En este último papel, Barack Obama puede trazar las directrices generales de las operaciones militares de su país alrededor del globo; y designar a quienes las van a llevar a cabo. Hablo de "directrices generales" porque, después de todo, Obama es un civil sin entrenamiento militar. Lo de echar bala se lo deja a los profesionales en el asunto. Los cuales, en teoría, deben poner en práctica las políticas trazadas desde la Casa Blanca sin chistar ni cuestionarlas.

Por ello, las declaraciones del general Stanley McChrystal, aparecidas en el último número de la revista Rolling Stone, provocaron un terremoto político en Washington. No sólo eso, sino que condujeron a su cese fulminante como comandante de la misión norteamericana (y por añadidura, de la OTAN) en Afganistán. Y es que McChrystal, sin la menor consideración ni malicia, se lanzó a criticar a los civiles que meten mano en la guerra de Afganistán. Peor aún, se burló de todo tipo de políticos... incluido el vicepresidente Joseph Biden. Y ello, en una publicación que no se caracteriza por ser una importante fuente de información y análisis sobre política exterior. Seguimos sin entender qué mosco le picó a McChrystal. Digo, cuando un general tiene nombre de guitarrista telonero de Hannah Montana, no debe andar tentando al destino.

Para colmo, parece que los Generales McAlgo tienen la tendencia a meter la pata y enfurecer a los presidentes. En 1862, en plena Guerra Civil, Lincoln despidió con cajas destempladas al general en jefe de los ejércitos de la Unión, George McClellan. ¿La razón? Que McClellan desobedecía olímpicamente las órdenes de su Comandante en Jefe; el cual además lo consideraba demasiado... digamos... prudente. Traducción: McClellan le sacaba a arriesgarse a una derrota, fundamentalmente porque le importaba más su futuro político que ganar batallas.

En 1951, el presidente Harry S. Truman echó a patadas a Douglas MacArthur como comandante de las tropas de la ONU en la Guerra de Corea, por andar cuestionando públicamente sus órdenes. Entre otras cosas, MacArthur quería bombardear nuclearmente a China. Y se quejó ante la prensa de que Truman no lo dejaba seguir tan sensato curso de acción. ¡Ah, esos civiles!

El caso es que a Obama no le quedaba de otra... y yo que él, no confiaría en pedir un McTrío. Digo, por cuestión histórica.

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