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El Diario y su derecho

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Contrario a lo que debe ser la regla general, en las que los medios de comunicación son transmisores de la información generada y de los actores que en ella participan, pero no parte de ella, ahora está sucediendo la excepción a la misma, en un par de ocasiones.

La primera de ellas fue la andanada de críticas e información que generó Televisa contra los periódicos capitalinos Reforma y Metro, ambos pertenecientes a la misma empresa editorial, por la publicación de anuncios donde se ofrecen servicios sexuales en general.

Repentinamente, la enorme televisora decidió que la publicidad que ciertamente maneja Reforma, Metro y muchísimos otros medios impresos, es contraria a la moral y sobre todo -incluso sugirieron- cómplice pasivo de las bandas criminales dedicadas a la explotación sexual. Lo curioso del caso es que Televisa sólo señaló a esos dos diarios, cuando existen decenas de medios que hacen lo mismo en cuanto al tema de los avisos de servicios de prostitución, y el ataque sólo fue a una empresa en específico.

La realidad es que Televisa decidió golpear con su poder a un medio que había sido crítico en cuanto a la manera que se había manejado el proceso para otorgar concesiones nuevas del espectro de banda requerido para el funcionamiento de la telefonía celular, y que Nextel asociado con la propia Televisa habían resultado triunfadores principalmente, entre otros supuestos agravios que Reforma ya le había proferido. Finalmente, luego de tres o cuatro días, la televisora decidió que había sido suficiente y el tema desapareció de sus noticieros. El golpe ya estaba dado, pero el fin es que se vio a nivel nacional a un medio siendo noticia, para el caso una muy negativa para Reforma.

No obstante, el domingo pasado nuevamente un periódico volvió a ser el centro de atención siendo noticia. El Diario de Juárez publicó un editorial dedicado a las bandas criminales que operan en aquella ciudad fronteriza para proponerles una tregua y de plano pedirles a los grupos criminales que les digan específicamente qué información quieren que se publique y cuál no, ya que El Diario señala que las autoridades de facto en esa ciudad son las organizaciones delincuenciales y no los gobiernos ni municipales, ni estatales ni federales. En el mismo espacio, El Diario señala que recurre a esta medida ya que el presidente Felipe Calderón se metió a esta guerra de manera precipitada - por decir lo menos- y ha arrastrado a toda la sociedad a una situación de incertidumbre y zozobra, ya que Calderón, según el editorial, pretende legitimarse de esa manera, porque no lo hizo en las urnas.

Polémico, sin duda, el lance en el que incurrió el rotativo juarense, pero hay que ponerlo en su contexto. En primer lugar, ya han sido asesinados por medio de ametralladoras dos periodistas de El Diario. El 13 de noviembre de 2008, fue ultimado Armando Rodríguez Carreón, y la semana pasada, dos reporteros gráficos fueron atacados, perdiendo la vida el joven de 21 años, Carlos Santiago Orozco. Además, la dinámica ciudad fronteriza es hoy por hoy la urbe más violenta de México y es de las que tiene mayores tasas de asesinatos por cada cien mil habitantes en todo el orbe.

Es conocido por todos que en las ciudades donde han ocurrido hechos violentos relacionados con los grupos del crimen organizado, las economías locales han sufrido un considerable desplome, además de la crisis mundial que ya de por sí había causado enormes caídas por motivos obvios de mercado. Pero en Juárez fue a otro nivel.

Esa ciudad del estado de Chihuahua hace una década, era referente de lo que es una zona de gran pujanza. Juárez alcanzó niveles de crecimiento y dinamismo económico que lo colocaron justo atrás de las tres grandes zonas conurbadas de México: Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey. Cientos de familias emigraron a ese sitio en busca de trabajo que muchas veces encontraron y sin duda se vivieron tiempos de crecimiento sustentado en el trabajo.

El Diario de Juárez ha sido testigo de esa historia y supo ser parte de la misma. Esa empresa editorial supo entender su mercado y proporcionó un periódico acorde a lo que la sociedad le pedía y con ello logró colocarse como un gran referente en la prensa nacional.

Sin embargo, El Diario después de su esplendor económico, ha tenido que acompañar a su ciudad en la estrepitosa caída que ha ocurrido en gran parte, por la violencia que el narcotráfico ha generado en aquellas latitudes.

Estos elementos y la falta de respuesta clara y con hechos, pudieron haber empujado a los responsables de El Diario a publicar ese singular editorial. Cada quien puede tener su opinión al respecto, lo que es un hecho irrefutable, es que El Diario tiene el más elemental derecho de hacer lo necesario para proteger a sus periodistas y no está obligado en lo absoluto a seguir el discursillo oficial que por regla trata de minimizar las acciones que la delincuencia emprende continuamente, dejando miedo y destrucción a su paso.

Eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx

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