¿Qué siento? ¿Qué pienso? ¿Qué Hago? Son tres preguntas que nos hacemos recurrentemente a nosotros mismos. Toman un gran sentido cuando las aplicamos simultáneamente en una toma de decisiones porque finalmente nos darían congruencia, una de las cosas más difíciles de hallar en nuestros días.
Daremos un ejemplo. La mujer que tiene una relación inestable con el marido y se siente muy triste y frustrada porque su relación no funciona, piensa que no vale nada y que seguramente es una mala mujer por lo cual su cónyuge no la ama, y decide quedarse dentro de la relación porque ésta le permite estatus y un bienestar para sus hijos.
Lo que podemos observar es que ella no es congruente, debido a que toma la decisión en base a las normas sociales y no a lo que está sintiendo, que por cierto está desligado de lo que hace, ya que asume la responsabilidad matrimonial compartida, sólo como propia.
Otro problema grave es que incluso existen individuos que no saben lo que sienten y terminan contestando que piensan. Están tan centrados en el raciocinio que las emociones pasan a segundo término y en ocasiones desaparecen. Éste es el caso de los hombres que no se permiten expresar sentimientos de dolor, tristeza, y preocupación, sobre todo alentados por el modelo cultural que no permite que éstos se expresen porque son propios de la mujer.
Para citar un ejemplo más, está el del hijo que termina estudiando la carrera universitaria que los padres desean y se dedica a ser arquitecto porque sus padres son personas muy reconocidas y exitosas. Se siente inseguro, no se siente capaz y está triste, piensa que si hace algo diferente de lo que sus padres esperan, perderá el cariño de ellos y termina por estudiar lo que los padres desean.
Tanto en el caso de la esposa como en el del estudiante lo que se evita es un periodo de confusión y crisis que en muchas de las veces evadimos creyendo que esto nos dará seguridad pero realmente lo que evita es el crecimiento.
Recuerdo una vez que un tío comentó una anécdota de su hija quien vendía cerveza en un expendio. Llegó un comprador y le pidió que le diera una gran cantidad de cerveza a lo cual mi prima respondió: "No, no se la puedo vender, porque si lo hago, se me acaba y luego qué vendo".
Obviamente cuento esto no para balconear a mi prima, sino para evidenciar que muchas de las veces no estamos preparadas para ser congruentes ni teniendo el éxito enfrente. ¿No me diga que no vio el partido de México-Italia? Bueno, si su respuesta es no, lo entiendo, porque con estos horarios de los partidos los tendremos que ver como policía con café y donas.
Volviendo al juego, hubo al menos unos 20 minutos del segundo tiempo donde México parecía que era un equipo de primer mundo y les estaba dando un baile ni más ni menos que al campeón. Contestemos las preguntas de manera imaginaria para la selección. Me siento muy bien y concentrado para el encuentro. Pienso que el equipo que tengo enfrente se le puede ganar y termino jugando bien y asumiéndome responsable de poder ganarle al campeón. Muy diferente ¿no?
Ahora imagínense algún político que tiene un puesto. Siente que ahora sí va a tener dinero y poder para andar haciendo lo que Pancho cachondo. Piensa que como tiene fuero nadie le hará nada y que es invencible y termina comportándose como un junior creyendo que todo lo merece y nosotros debemos de pagar con nuestros impuestos su incapacidad.
Invito a mis estimados y futboleros lectores a que tratemos de ser congruentes, que en cada decisión que tomemos, realicemos un análisis de la situación utilizando estos tres simples pasos. La idea no es que respondan esto cada vez que vayan a la tienda y no sepan qué refresco pedir. No. La idea será hacerlo en situaciones que consideremos trascendentales o importantes como por ejemplo si ¿está bien que Paquita la del Barrio le hable a su hermana? Si ¿Roberto Madrazo correrá el Maratón Lala? ¿O si Niurka ama todavía a Bobby Larios?
Hablando un poco más en serio, las decisiones importantes serán las que impliquen una crisis y esa crisis nos lleve al desarrollo y no a vivir por los siglos de los siglos dentro de la crisis.
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