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EL DIVÁN

LIC. JOSÉ ANTONIO MIRANDA HERNÁNDEZ

¡GRACIAS MARTHA SILVIA!

Hace algunos años llegué a la universidad como coordinador del área de Psicología, tres años y tres meses para ser exacto. Conocí una gran cantidad de estudiantes deseosos de ser alguien en la vida y algunos otros que estaban deseosos pero de conocer gente y vincularse más que aprender. Afortunadamente los primeros siempre fueron la mayoría.

Aprendí de ellos la pasión por el estudio, por el amor, por el éxito, también la necesidad de aceptación que manejan el ser alguien en la vida y sobre todo el pertenecer.

Aprendí de sus miedos: al rechazo, al fracaso, al no poder ser alguien o simplemente al miedo a crecer y asumir sus responsabilidades.

Aprendí de los padres el gran esfuerzo para ofrecerles a sus hijos una educación integral y de calidad, aunque algunos otros vieran a la escuela como la responsable de llenar sus vacíos en sus relaciones con sus hijos.

Aprendí a conocer a mis verdaderos amigos, aquéllos que se acercaron a dar una palabra de aliento y ser empáticos con una crisis de un ciclo que termina.

También conocí a docentes que van por la vida buscando donde se les pague más la hora clase y a maestros verdaderamente comprometidos con el desarrollo de los jóvenes y el amor por crear a profesionistas cada vez más comprometidos con su país.

De igual forma aprendí a tener miedo por perder el empleo a dejar a mi familia con un salario para pagar colegiaturas, comer y brindar una calidad de vida que con la pérdida del empleo no se tendría.

Comprendí que mis jefes no son los dueños de mi vida y que son capaces de mandar o decidir dentro del empleo pero jamás dentro de lo que yo determine como prioritario o secundario. A entender que el trabajo no es lo único en la vida, que existe también la familia, los amigos, los pasatiempos y el desarrollo personal que nada tiene que ver con llegar a las metas planteadas por la institución.

Se podría pensar que estoy enojado y molesto con la institución, pero la verdad estoy agradecido porque me enseñó a ser mejor persona, a entender mas a los padres a querer más a mis hijos, a solucionar problemas que jamás pensaría resolver, a apasionarme con los jóvenes por llegar a una meta y a saber por qué Fidel Herrera tiene tanto poder en Veracruz y por qué Ponchito dejó a José Ramón Fernández. Decir que se está contento, sería una mentira, pero estar deprimido estaría muy lejos de reflejar mi estado actual.

Pero principalmente aprendí mi estimada Martha Silvia lo que es la mano izquierda: a decir una cosa, pensar otra y hacer una muy distinta con un arte que ya envidiaría cualquier candidato en campaña.

A tener un empleado con parálisis facial por el exceso de trabajo y decirle que no se puede devolver a su casa porque hay cosas más importantes qué hacer que la salud. A despedir gente de un día para otro, sólo porque ellas no congeniaban con tu manera de pensar a pesar de ser enormemente eficientes para la empresa.

Pero sería injusto si no te diera las gracias porque con tu mano izquierda me acercaste más a mis hijos, me hiciste un mejor padre, un mejor maestro, un mejor empleado pero sobre todo una mejor persona.

El día de hoy que inició una nueva etapa en mi vida sería imposible empezar sin tu ayuda, sin ese "aventón" a enfrentar mis miedos más añejos.

Dice mucha gente y yo así lo creo, que Dios te pone en el lugar que te necesita para cumplir con su misión, te doy las gracias porque por ti he hecho un alto en el camino, como diría la chica regiomontana más famosa del youtube "no choqué me chocaron" y pretendo darle valor a lo que sinceramente importa en mi vida.

Te deseo lo mejor, de todo corazón, con la mano derecha y el corazón en la mano.

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