Hace algún tiempo y para estas fechas precisamente algunos padres de familia me pidieron que abordara el tema de la orientación vocacional para sus hijos. Lo platicamos tanto en programas de radio como en esta misma columna. Esta semana fue invitado nuevamente a un programa relacionado con este mismo tópico y la cantidad de dudas departe de los padres me animo a escribir nuevamente sobre el tema.
Y no es que yo sea amigo de Og Mandino o del técnico de Francia, que por andar haciéndole caso a los astros terminó dejando al subcampeón fuera del Mundial. Pero sí creo como lo hemos dicho en reiteradas ocasiones que si me duele la muela voy con un dentista y si no sé qué carrera elegir pues no voy con Missada, sino con un psicólogo.
Entrando en materia ¿Cuál es la mayor preocupación de un padre en la elección vocacional de sus hijos? Claramente es que se equivoque, con las consecuencias de una colegiatura pagada y un hijo cada vez más perdido.
Algunos padres me podrán decir, “este psicólogo nada más está pensando en lo económico”, pero con las colegiaturas de hoy, pareciera que estamos pagando para que el jardín de la escuela siga verde y no por la preparación del hijo. Otra preocupación es ¿si la carrera que va estudiar va a encontrar trabajo de lo que estudió o va a terminar vendiendo hamburguesas al final de la universidad? Mire que sin ofender yo conozco bastantes hamburgueseros que les va súper bien económicamente, pero pagar colegiaturas tan altas pues le permitiría fundar otro Mcdonals y no vender en un carrito.
En la parte del chico o chica según sea el caso, también existe una crisis, la primera sin lugar a dudas tiene que ver con si se equivoca o no de carrera, como si a la edad de 17 años un joven pudiera elegir qué va a ser para el resto de su vida, si nosotros que tenemos cuatro décadas somos incapaces a veces de decidir qué vamos a hacer al día siguiente. Aquí desde mi punto de vista están algunos puntos que le pudieran ayudar: en primer lugar hay que diferenciar entre las habilidades y los gustos. Una habilidad es para lo que yo soy bueno. Si es para bailar, cantar, arreglar coches o las matemáticas. El gusto es lo que a uno le apasiona, ver a Angelina Jolie en ropa interior, o a Paquita la del Barrio. Cantar por supuesto. O me gusta analizar las cosas, ser práctico entre otras. Si el chamaco tiene la habilidad y el gusto en el mismo canal ya la hicimos, sólo falta que los padres acepten que lo que le gusta al chico y le sabe es a la filosofía. Si la chica, en otro caso hipotético no le gusta pero tiene habilidad, estaría en un problema porque tendría que elegir lo que le gusta, no para lo que es buena, porque si no tendremos a una universitaria exitosa económicamente pero fracasada profesionalmente. En el caso de los padres, el detalle estará en respetar y alentar las decisiones de los hijos. Entender que los gustos y la manera de pensar no tienen por qué ser la misma que la de los hijos. Que si a mí me gusta la mecánica, a mi hijo le puede gustar el arte y la pintura y no por eso lo voy a dejar de querer.
Habría que incluir un concepto más, que es la posibilidad económica. A lo mejor mi hija quiere estudiar en Europa porque ahí y sólo ahí existe la carrera que ama, pero el sueldo que yo gano sólo me da para que vaya a estudiar a Uruapan. ¿Difícil no? Pareciera que sí, pero el secreto está en que usted mi estimado y esperanzado lector en que México le ganará a Argentina el día de hoy, le brinde la educación a sus hijos desde la casa y desde edades tempranas. Que le ayude a ser responsable de sus actos y que tome sus propias decisiones, que si se quiere poner la camisa roja y el short verde, no lo quiera poner yo el traje de marinerito. Que si desea platicar conmigo lo escuche y no sólo lo regañe y sobre todo que le enseñe con el ejemplo y no con correos electrónicos ni llamadas de atención.
Hablando de congruencia aprovecho este espacio para felicitar al mejor director académico José Fernando López Aguilar.Mi estimado amigo, la congruencia es lo que te caracteriza. ¡Ánimo¡ Eres el mejor.
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