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El ejemplo de Roberto y Alejandro

Periférico

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

En medio del turbulento mar de malas noticias en el que se ahoga el país y nuestra región en estos días, las historias de Roberto y Alejandro son como islas de esperanza.

En el contexto de la convocatoria lanzada por Iniciativa México, proyecto impulsado por medios de comunicación -entre ellos El Siglo de Torreón- de varias entidades de la República con el objetivo de "reconocer y exaltar los esfuerzos de las personas que con sus iniciativas, trabajan por el México que todos queremos", este diario publicó en días pasados dos reportajes escritos por Cristal Barrientos, acerca de la labor desempeñada por asociaciones civiles laguneras para ayudar a personas con discapacidad. Es aquí donde aparecen los inspiradores casos de las dos personas arriba citadas.

A sus diez años, Roberto Carlos Salinas Martínez hace lo que cualquier niño de su edad: va a la escuela, juega futbol y anda en bicicleta. Pero a diferencia de sus amigos y compañeros de clase, Roberto es invidente. Nació con esa discapacidad, la cual no ha sido impedimento para que él sea un alumno destacado de la primaria Miguel Hidalgo del poblado de Petronilas, del municipio de Matamoros, en donde cursa el cuarto grado. Y es que Roberto tuvo la fortuna de que en su vida se cruzara la gente de Ver Contigo, asociación civil que le enseñó a escribir y leer en el sistema braille.

Gracias a este apoyo, al de su familia y al de sus maestros, Roberto hoy puede desarrollarse sin problemas y lejos de cualquier sentimiento de inferioridad. El respaldo que ha recibido de su maestro, Eugenio Flores Reza, quien ha aprendido el sistema braille, quizá sea uno de los principales motivos para que Roberto sueñe con convertirse algún día en profesor "para enseñar a muchos niños".

Ese mismo anhelo de ayudar a otros ya lo ha hecho realidad Alejandro Sifuentes Espino, quien por falta de oxígeno al nacer, padece de parálisis cerebral, por lo que tiene dificultades para controlar los movimientos de su cuerpo.

A diferencia del niño Roberto, Alejandro sufrió en su infancia la discriminación de algunos compañeros y maestros. Como pudo, concluyó sus estudios secundarios para luego ingresar a la Escuela de Técnicos en Radiología de la Comarca Lagunera, en donde enfrentó más dificultades. Pero la adversidad no fue obstáculo para Alejandro, sino por el contrario, un motor para seguir adelante.

Con calificaciones aceptables logró graduarse como radiólogo y entrar a trabajar en la Cruz Roja de Lerdo, primero, y en la Jurisdicción Sanitaria VI, después. Mientras tanto, concluyó sus estudios en la preparatoria abierta. Pero una depresión truncó durante dos años el camino ascendente que llevaba Alejandro, y su estado físico y mental se vio deteriorado. Cuando luego de mucho esfuerzo consiguió sobreponerse, volvió a las aulas, ahora para estudiar terapia física. Hoy trabaja en Mentes con Alas, asociación civil que apoya con rehabilitación física y emocional a personas con parálisis cerebral para que puedan valerse por sí mismos. Alejandro, a sus 29 años, ayuda a facilitar el camino de la autorrealización a personas que padecen la misma discapacidad que él.

Con sus acciones, con su vida, Roberto y Alejandro construyen un valioso ejemplo de valor y dignidad en medio de un entorno que cada vez se ha vuelto más nocivo y hostil. Con su trabajo, con su convicción, las personas que laboran en agrupaciones como Ver Contigo y Mentes con Alas contribuyen no sólo a mejorar la calidad de vida de personas que por su discapacidad física se encuentran en desventaja, sino a evitar perder la "fe" en esta estructura artificial tan amorfa que es la sociedad. Mientras existan personas como ellas, no puede decirse que todo está perdido.

La debilidad de las instituciones gubernamentales de la República, motivada por la ambición personal, la corrupción, la ineptitud y la falta de sinergia entre quienes se encuentran a cargo de ellas, ha ocasionado el repliegue del Estado de muchos aspectos de la vida del país, dejando grandes vacíos por donde se cuelan los agentes que propician la descomposición social: ignorancia, pobreza y delincuencia, males que hasta ahora ningún gobierno en México ha podido frenar.

Ante esta amarga realidad, los esfuerzos de organizaciones de la sociedad civil y las historias de personas excepcionales como Roberto y Alejandro, surgen como destellos de esperanza que nos hacen volver a creer que las cosas siempre pueden cambiar para bien. Pero atendiendo a las historias que arriba he reseñado, dicho cambio sólo puede darse si hacemos algo para conseguirlo; el mero deseo es insuficiente. Los ciudadanos conscientes y preocupados de los problemas que padece la República debemos abandonar la pasividad del lamento cotidiano y dar el paso al frente para llenar esos vacíos dejados por el Estado y construir a partir de allí el futuro que queremos, el que nos merecemos... como lo están haciendo Roberto y Alejandro.

ESPAÑA CAMPEONA

No debe sorprender que la selección española de futbol se haya alzado ayer con la Copa del Mundo en Sudáfrica. Este nuevo triunfo del deporte ibérico es producto de un arduo y serio trabajo a nivel institucional aplicado en el país desde hace años. Los frutos de ese trabajo están siendo cosechados. Ahí están Nadal, la selección subcampeona olímpica de basquetbol y la nueva monarca del futbol mundial. No basta con soñar con ser campeones, hay que trabajar mucho para conseguirlo. En esto, México tiene mucho que aprenderle a España.

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