La piel puede sufrir imperfecciones como puntos negros, barros, espinillas, manchas, etcétera.
El frío, el sol, el aire acondicionado y muchas otras cosas hacen padecer a la piel, que necesita cuidados para lucir siempre saludable, con una textura suave y tersa, brillante. Y es que la dermis puede sufrir problemas por estrés, contaminación o mala nutrición, entre otros factores que pueden alterar este delicado equilibrio.
Javier Ruiz, dermato-oncólogo y director de Dermédica, clínica de diagnóstico de enfermedades de la piel, nos explica que la epidermis debe ser tratada como un órgano sensible que experimenta cambios durante toda la vida debido al clima, la edad, las condiciones generales del cuerpo y mente, pero sobre todo, del cuidado que reciba.
ABC de la piel
El especialista explica que la piel puede sufrir imperfecciones como barros, espinillas, puntos negros, manchas, etcétera, cuya presencia se debe a cambios que provocan que la piel produzca más sebo, dando como resultado una regeneración desorganizada de la misma.
No hay que alarmarse, pues la supervisión de un dermatólogo y los cuidados adecuados permiten que las imperfecciones puedan atenuarse e incluso desaparecer.
Esas cosas de la dermis
Sobre los males que aquejan a la piel, nos dice que están en la lista:
La resequedad, que se da principalmente por cuestiones genéticas y climáticas. El aspecto de este tipo de piel es escamoso o laminoso. Suele ser delgada, con pocos o nulos poros visibles. Una de sus principales características es que después de lavarla se siente tiesa, pues carece de aquella grasa que le da confort y flexibilidad. En este caso es recomendable utilizar una crema que contenga lípidos.
Podríamos decir que todas las pieles están deshidratadas, ya que es muy difícil lograr retener el agua.
Por lo tanto, se recomienda utilizar una crema hidratante que ayude a mantener el agua en el corazón de las células.
Espinillas: son tapones de sebo y células muertas que bloquean la entrada del folículo piloso. Con el aire, se oxida tornándose negro, pues con frecuencia la suciedad y polvo se agregan a los tapones de grasa. La limpieza profunda y la exfoliación son esenciales.
Barros: por la acumulación de grasa en los poros se forman pequeños nódulos blancuzcos con una capa de piel que los cubre, por lo que a diferencia de las espinillas, dicha grasa no se oxida y permanece blanca. Al igual que en el caso anterior, la limpieza juega un papel muy importante en su tratamiento.
Los barros no deben extraerse, pues en el intento puede llegar a dañarse la piel e incluso a marcarse con cicatrices.
Poros abiertos: son los folículos dilatados, señal de una piel grasosa que hace que el cutis luzca con brillo. Para disminuir esta afección se aconseja el uso de lociones astringentes sin alcohol, mascarillas, geles y cremas especiales para dar al cutis un acabado terso.
Manchas: el melasma, conocido como paño, es formado por manchas pigmentadas en la cara, asociadas a la constante exposición solar. Tiene un fuerte predominio en mujeres y en particular, se asocia a ciertas condiciones en las que las hormonas tienen una participación importante: embarazo, uso de anticonceptivos orales y la terapia de reemplazo hormonal, aunque puede no estar asociado a ninguna causa aparente.
El doctor Javier Ruiz nos recuerda que tratando adecuadamente la piel, se pueden obtener exitosos resultados que harán que luzca saludable y armónica. Recuerda que siempre es necesario acudir con un especialista en dermatología para que determine las causas de la afección y prescriba un tratamiento adecuado.