Debo aclarar que el entrecomillado del título, se refiere a que el mencionado regreso a clases, no es tan esperado para todos los involucrados en las escuelas, especialmente para los padres de familia, y es que nos volvemos a encontrar ante un nuevo ciclo escolar (el ciclo 2010-2011) y nos asalta una serie de pensamientos, sensaciones y sentimientos encontrados; por un lado el inevitable regreso al trabajo, que nos implica a todos los profesores, directivos, personal de apoyo, alumnos y padres de familia.
Pero, por otro lado se nos presenta la extraordinaria oportunidad de iniciar un ciclo de formación más, en el que la escuela nos obsequia un nuevo panorama hacia el futuro, una oportunidad valiosísima de enmendar lo que, en ciclos anteriores, no hicimos adecuadamente.
Con respecto a mis compañeros profesores, compartirles que se nos presenta a todos, desde preescolar hasta posgrado, la oportunidad de realizar la labor que desempeñamos de manera cotidiana y que cada vez más apunta al cumplimiento de nuestro compromiso pedagógico, que consiste en disponer, orientar y facilitar al máximo la participación y el uso de la razón del alumno para que logre aprender; puntualizando que en la actualidad ya no es suficiente el estar comprometido, es necesario implicarse profundamente.
Para que los profesores logremos cumplir con tan grande compromiso, será necesario proporcionarle a la escuela nuestro mejor desempeño, uno que sea relevante, no mecanizado, no impersonal, sino uno apropiado; no se vale sólo presentarse a trabajar sin planear, o sin materiales pertinentes y sin motivación.
Dicho desempeño involucra una adecuada planeación educativa, como ejercicio de anticipación (todo acto educativo primero tiene que ser imaginado). Diseñar estrategias de aprendizaje acordes a los contenidos que habremos de abordar, con la firme convicción de que las vamos a llevar a la práctica. Elaborar materiales y técnicas didácticas a realizar en el aula y por último diseñar un sistema de evaluación que nos permita dar cuenta de los logros que tendremos con nuestros estudiantes.
A los directivos, se les presenta la valiosa oportunidad de realizar un trabajo administrativo destacado, que les permita desarrollar todas y cada una de las actividades propias de su función, más allá de lo estrictamente burocrático, es decir, que cada función administrativa debe ser realizada con todo el sustento necesario: desde la planeación directiva, la organización escolar, la normatividad vigente, las decisiones de dirección, así como la evaluación y el control de las actividades educativas. Finalmente nuestros directivos tienen como compromiso fundamental el de propiciar el desarrollo personal, sociocultural y tecnológico de sus subordinados.
A los alumnos les corresponde, tal vez la labor más importante (y no necesariamente la más sencilla): Aprender; y la escribo con mayúscula porque aprender y formarse se convierte en el eje, principio, fundamento y fin del trabajo educativo. Sin embargo, el aprendizaje se ha convertido en un verdadero reto, no sólo para los alumnos, sino para todos; ya que hay que pasar ahora de la memorización y el aprendizaje repetitivo a uno más significativo; es decir, capaz de retener la información, de reelaborarla, asociarla, aplicarla, encontrarle sentido y poder ser evocada.
Para los profesores el reto es magnífico; ya que para lograr que los estudiantes aprendan con significancia, es necesario que los diferentes contenidos programáticos (conceptos, procedimientos, actitudes y valores) sean trabajados conjuntamente; estableciendo entre ellos el mayor vínculo posible. Se ha demostrado que el aprender de esta manera es siempre un intento de dar sentido al mundo, porque permite apreciar la interrelación, conexión e integración entre la vida, la escuela, el trabajo y las cosas que le rodean.
Para lograr aprender de esta novedosa manera (al menos nueva en México), hay que recordar que existen tres puntos de apoyo: los conocimientos previos como base para los nuevos conocimientos, la integración pertinente de los nuevos saberes en la estructura lógica y psicológica del que aprende, y la motivación del alumno para cumplir con su trabajo y comprender y profundizar en los nuevos conocimientos. De estos puntos de apoyo el que me parece más complejo de lograr es la motivación, ya que estamos hablando de un estado anímico impulsor que permite mover al estudiante hacia una realidad que difícilmente le es atractiva. Para ello es importante para el profesor trabajar los procesos correlativos a la motivación, como son la atención, el interés y la esfera volitiva del alumno, es decir la actuación voluntaria.
Al iniciar un nuevo ciclo escolar, los alumnos, en su mayoría con el apoyo de los padres de familia, logran presentarse, con una motivación intrínseca (móvil interior que despierta interés y causa satisfacción), motivación que debemos aprovechar y no soltar mientras dure la experiencia educativa. Mi más sincero reconocimiento a todos aquellos padres que se ponen las pilas para que sus hijos lleguen a esta nueva experiencia con las menores carencias posibles.
Finalmente, puntualizar que la labor escolar y la posibilidad de empezar de nuevo, debe verse como eventos felices, de entrega, de darse completamente, aceptando que todo acto educativo es finalmente un acto de trascendental importancia.
Agradezco sus
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