Si echamos una mirada retrospectiva veremos que el remolino de pasiones humanas trajo como consecuencia lo que se llamó movimiento revolucionario, al que se le fija como fecha de inicio el 20 de noviembre del año de 1910, que se produjo por: a) la falta de justicia social, b) la acumulación de la riqueza en pocas manos, c) la miseria extrema de las grandes mayoría de mexicanos, d) injustas condiciones de vida de obreros y campesinos e) salarios miserables y las muy conocidas tiendas de rayas en las familias que vivían en el campo, que se manifestaba en un régimen feudal en que los sueldos se pagaban con mercancía, surtiéndolos el patrón de alimento y de vestimenta que los peones deberían para toda su vida, en adeudos que nunca se acababan pasando de padres a hijos. Los hacendados, por lo común de origen extranjero o hijos de ellos nacidos en este territorio, consentidos por las autoridades se reservaban el derecho de pernada.
Derecho que se traducía en la obligación de la novia recién casada en realizar el connubio nupcial con el patrón en un derecho establecido o sin él, que trajo como resultado que los hijos fueran los que combatieran esos abusos, caso ejemplar el de Doroteo Arango que sería uno de los próceres de la Revolución. El otro era Emiliano Zapata, cuyos ojos verdes delataban su origen. Las cosas no han cambiado mucho, de ese entonces ahora. Dando un sesgo al tema, diré que me he extasiado desde mi juventud al leer uno tras otro cuanto libro quedaba a mi alcance con temas que hablaran de la Revolución. Leí a Martín Luis Guzmán, en el Águila y la Serpiente, serie de relatos que trajeron hasta mí el ingenio de los que se fueron a la "bola", hombres que lucharon en contra del régimen porfirista; más bien de lo que éste representaba. No puedo dejar sin mencionar de este mismo autor la regia literatura contenida en La Sombra del Caudillo. También me di el lujo de imaginar la vida de ese entonces en Apuntes de un Lugareño de José Rubén Romero.
He acuñado literariamente hablando el término de la Revolución para dejar en claro, que si bien el movimiento armado de 1910 aportó indudables beneficios, no evitó que el pueblo bajo siguiera sojuzgado, ni tampoco logró evitar que la pobreza extrema continuara flagelando a las clases populares. Habría que dejar en claro que hay mucha inconformidad por que la Revolución no le trajo prosperidad a las mayorías. Que muchas de sus causas siguen vigentes. Decir otra cosa sería mentir sobre lo que está a la vista no sólo de los mexicanos si no del mundo entero. Hay en nuestros días una Revolución que aprovecharon unos cuantos, por lo que el término se quedó allá en los campos de batalla, bañado en la sangre de los combatientes. Ni hay indicios de que las cosas vayan a cambiar, y si llegasen a cambiar, sería, según se ha visto para empeorar, no para mejorar.
Se dice que hay un festejo en puerta. Lo que no se sabe, hablando con seriedad, es qué regocijo pueden demostrar si contra quien se enderezaron los cañones del movimiento libertario fue precisamente contra los que ahora detentan el poder. Constituyen una sociedad clasista, racista y discriminadora. Serán elogios de dientes para afuera, pues en realidad hace tiempo el nacionalismo revolucionario, fue liquidado. México ha sido conducido por políticos que los han convertido en el paraíso de los contubernios. El que la pobreza se utilizara como pólvora de emotivos discursos... La democracia y justicia social, enarboladas por los revolucionarios de 1910, señala el politólogo Lorenzo Meyer, colaborador del El Siglo de Torreón, que: "después de 100 años de Revolución, tenemos una oligarquía que no se distingue en nada de lo que se vivió con Porfirio Díaz; es un México más oligárquico que antes".
La oligarquía es una forma de Gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social.
