El frío caló hondo, pero no fue impedimento para que la gente llegara al Estadio Corona con toda anticipación.
El frío caló hondo, pero no fue impedimento para que la gente llegara al Estadio Corona con toda anticipación. Los aficionados se protegieron de la baja temperatura con gorros, bufandas y ponchos con los colores del Santos Laguna y el emblemático Guerrerito, pues no querían perderse el juego de ida de la gran final del Apertura 2010.
Las filas de la gente que arribaban parecían interminables, la afluencia aumentó cuando faltaban 30 minutos para que iniciara el partido. Los aficionados laguneros, fieles a su equipo, portaban la camiseta del Santos Laguna en sus diferentes presentaciones, desde la marca oficial hasta las "piratas''.
Muchos aficionados hicieron su entrada al Estadio Corona con la figura de la mano con los cuatro dedos en señal de la búsqueda de la cuarta estrella de los Guerreros.
Ingresar al estacionamiento representaba un alto grado de dificultad. La gente se abría paso como podía para llegar a las puertas de ingreso, en donde aparecían los revendedores de boletos y a los que les habían sobrado uno o dos boletos porque no llegaron las personas a quienes se los habían comprado.
En las secciones del estacionamiento de las localidades de Movi Star y Takis se vivió un día de campo horas antes del partido. Los aficionados utilizaron las cajas de las camionetas y cajuelas de los vehículos como barras de cocina para colocar hieleras con cervezas, refrescos y alimentos que consumieron antes de entrar al Estadio Corona, que anoche registró un lleno impresionante.
En los servicios sanitarios del estacionamiento había largas filas en espera de poder ingresar a los mismos, pues el consumo de cerveza, a pesar del frío, estuvo a la orden del día. En el piso aparecían los botes vacíos de conocida marca, como testigos fieles de la fiesta previa al encuentro, que ya se ha vuelto una costumbre en el nuevo Estadio Corona antes de un encuentro.
El viento soplaba y las candilejas iluminaban la noche, mientras los aficionados entraban presurosos al estadio para acomodarse en sus lugares y presenciar el partido desde el silbatazo inicial, pues no querían perderse el más mínimo detalle.
El estacionamiento quedó vacío de repente y dentro del inmueble se escucharon abucheos cuando apareció el Monterrey, los cuales cambiaron a vivas y aplausos con la salida de los Guerreros, dispuestos a escribir una nueva historia.
