Uno se figura que quienes han fungido como la cabeza de gobierno en este país no tendrían que preocuparse al dejar la casa de Los Pinos para cederle los trastos a su sucesor, pues por mandato legal tienen asignada una suma de dinero que les proporciona el gobierno, junto a personal de servicio y una escolta encargada de cuidarlos, gracias a un decreto que contempla una pensión.
Uso el término taurino de "trastos" por la afinidad que veo entre una corrida de toros y el desempeño que tiene un presidente. Hubo, no hace mucho, a quien se le fueron vivos al corral los seis astados, considerando los años que dura un sexenio. Algunos no salieron de barreras dejando que sus asistentes los capotearan. Los clarines y timbales dan comienzo a la fiesta con la ilusión de los presentes de ondear los blancos pañuelos al término de una faena. Ninguno ha logrado rabo y orejas, bueno, ni tan siquiera la vuelta al ruedo entre aplausos del respetable. No ha habido espontáneos que desde las gradas salten a la arena, eso digamos que para nuestra fortuna.
Dícese que la socialité mexicana la forman quienes nacen con un apellido de abolengo que tiene su heráldica en la Colonia o, cuando menos, que su origen se remonte a principios del siglo pasado o pertenecen a las familias de empresarios poderosos o están bajo el cobijo de la nobleza política compuesta por familias con poderío económico. Son los almácigos de donde salen los presidentes, los gobernadores y uno que otro alcalde, en suma los que, mal o bien, gobiernan este país.
En los últimos tiempos hemos vuelto a los apellidos de origen galo, anglo o cualquiera que suene a alienígena como sinónimo de buen linaje, sin llegar, todavía al extremo de acudir a las casas imperiales europeas a ofrecer la corona a algún príncipe desocupado.
Napoleón III se estaría frotando las manos de sólo pensar en una nueva aventura transoceánica. Lo malo para él es que hace rato se petateó, o sea, dejó este valle de lágrimas para someterse al veredicto del Divino Creador. Pero, no nos desviemos más. El propósito de esta colaboración es comentar sobre la acusación que formula Heraclio Bonilla Gutiérrez. Usted, estimado lector, se preguntará ¿quién es ése?
Le diré, es un señor abogado que está demandando al ex presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, el pago de honorarios por concepto de prestación de servicios profesionales.
Dice el abogado en su escrito de demanda que la asesoría legal que prestó a Echeverría corresponde a su defensa en los casos que fueron del conocimiento público, conocidos como "el halconazo" del 10 de junio de 1971 y el de "la matanza en Tlatelolco" que se remonta al 2 de octubre de 1968, cuyos honorarios pactados no se han cubierto. Señala el profesionista que el expresidente se encuentra en una condición económica "deplorable", aclarando que no es por falta de bienes sino porque las propiedades del provecto político las administran dos de sus hijas, las que incluso han puesto a la venta una propiedad valuada en 130 millones de dólares.
La susodicha heredad se encuentra ubicada en Playa del Carmen. El litigante culpa a las hijas del ex mandatario de provocar que su progenitor fuera demandado al no preocuparse por cubrirle a él la suma de 10 millones de pesos, por concepto de emolumentos. En entrevista radiofónica que dirige popular periodista amplió, se dice, sus argumentos atribuyendo al patrimonio del ex presidente una cuantiosa fortuna en bienes inmuebles que en apariencia rebasa lo que por concepto de ingresos pudo haber obtenido por el desempeño de sus diversos cargos en la administración federal.
En realidad no se dice nada que la ciudadanía ignore. Es posible enriquecerse legal o ilegalmente al amparo de un puesto público. Lo que se facilita, a decir verdad, con el uso de influencias, pero dejemos en claro que no necesariamente haciendo mal uso de los fondos de los que se puede disponer con cierta liberalidad. En esta república los que resultan candidatos a un puesto de elección popular reciben donaciones ubérrimas de personas o instituciones privadas, así como del propio gobierno presidido por un político cuyo mandato esté a punto de expirar, por lo que desde ese momento ya disponen de recursos abundantes.
Bien, aún existen cinco expresidentes con vida, dos de ellos medio cateados que son Luis Echeverría Álvarez y Miguel de la Madrid Hurtado, en tanto los otros Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León y Vicente Fox Quesada, se ve que toman gerolán. Este último resulta el más caro para el erario. En tanto Salinas y Zedillo no cobran pensión, pero sí gozan de seguros de gastos médicos mayores, empleados administrativos y escoltas militares.
El actual, Felipe Calderón como candidato a la Presidencia prometió que no aceptaría la subvención, aun siendo el que tiene mayores merecimientos. En fin, quien con una pedorreta puede demostrar su desaprobación, será el pueblo.