No cabe duda que Humberto Moreira está en los cuernos de la luna. Si no el más, sí se encuentra entre los gobernadores de mayor aceptación en todo el país, y de Coahuila sin duda el más querido de los últimos sexenios. Además de gozar con altos niveles de popularidad ha destrozado a su competencia electoral: es un campeón del quehacer político mexicano.
Tanto ahora es su poder, que le alcanza para pasarle el puesto a su hermano Rubén, y que esto se conozca casi dos años antes de que termine su mandato, para darse una idea de la magnitud de la capacidad que ha demostrado para asirse de facultades políticas pocas veces vistas.
En lo particular, ahora su cruzada coyuntural es resarcirle a Torreón el abandono en que lo tuvo provocado por la relación que se gestó en la administración municipal pasada, y ahora a un mes del acto donde dio el banderazo de inicio de la restauración, se nota ciertamente que la ciudad está recibiendo un remozamiento importante en pavimentación, alumbrado, restauración de fuentes y jardines. En fin, si aquí donde no le gusta mucho ya era popular, con los nuevos tiempos del alcalde priista sus bonos subirán aún más.
Ha sido también valiente al ordenar a los diputados federales de su partido, que representan los distritos electorales de Coahuila, votar en contra incluso de lo que el PRI nacional ha negociado con el PAN y el Gobierno Federal. Los diputados coahuilenses priistas de la pasada legislatura votaron en contra de la reforma electoral anterior, y especialmente votaron en oposición del aumento al IVA del 15 al 16%, además de otros gravámenes extras que se impusieron en el Congreso de la Unión para este ejercicio fiscal.
Recientemente, ha elevado a su máximo nivel el reclamo al mismo presidente Calderón por el estado que guarda la economía nacional y la situación que se ha desatado en casi todo México por aquello de la violencia del crimen organizado. Fue muy acre en sus últimos comentarios acerca del aumento a la gasolina apenas el mes pasado, y respondió con mayor rudeza de la necesaria cuando vía medios de comunicación fue increpado acerca de la operación del Monedero de la Gente, donde nuevamente acusó al Gobierno panista de tener empobrecido al pueblo.
Toda esta larga lista de hechos y virtudes señalan que Humberto Moreira ciertamente se ha logrado conectar con la enorme mayoría de sus gobernados, y por ello tiene lo que tiene, sin embargo esta semana aparecen en la sección financiera de El Siglo, notas respectivas a una modificación que el Congreso local realizó el año pasado en la Ley de Hacienda para el Estado de Coahuila y el 11 de diciembre de 2009 fue publicado en el Periódico Oficial del Estado, el decreto #159 en el cual se reforman, adicionan las disposiciones necesarias para gravar con el 2% del Impuesto Sobre Nóminas a todas las exenciones que se tenían en cuanto el pago del impuesto a la propia nómina, como lo era el pago de bonos de productividad, horas extras, estímulos, primas, bonos y gastos de seguros.
Con el bodrio de reforma fiscal federal, la crisis y la inseguridad. La realidad es que esta modificación había pasado de noche hasta estos días, pero ahora el 17 de febrero todos los empleadores tendrán que pagar mayores impuestos productos de la misma.
Un ejemplo publicado el día de hoy en estas páginas, ilustra cuál será el impacto de la medida, que podría ser en un incremento del propio ISN para el empleador de una tasa promedio entre el 20% y el 35% más de lo que ya pagaba por este renglón, lo cual es significativo, máxime en las empresas donde el uso de mano de obra intensivo hace el pago de los salarios muy importante en su estructura de costos. La medida por supuesto que hará flaquear su salud financiera, merced de la decisión de incrementar esta imposición de carácter estatal.
Seguramente el mensaje desde el Gobierno Estatal es que esta modificación le pegará a los ricos, o léase empresarios, y que el dinero extra será devuelto en obras a la gente. Pero lo que es un hecho indiscutible es que el gobernador logró meter su gol de manera magistral, y que él también sube impuestos, se llamen como se llamen, tal como lo hacen sus detestados panistas.