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El mago Merlín

GILBERTO SERNA

En vez de permanecer ajeno al proceso electoral se dice hay evidencias de que encabezó la campaña de su compañero de infancia que visto como un gesto de hermandad no tiene nada de criticable si no fuera porque un gobernador debe permanecer imparcial. El candidato José Aispuro Torres, de Durango nos Une, después de señalar como un cochinero la celebración de una votación donde se ha hablado de testimonios y evidencias de un colosal fraude que pone los pelos de punta, por los métodos utilizados con el mejor estilo gangsteril del robo de urnas que después aparecen, ¿dónde más?, en el interior, dice la nota periodística, de una patrulla de la Procuraduría de Justicia del Estado. Los rateros, no debió ser por pudor, se cubrieron el rostro con una capucha para realizar su latrocinio electoral. Eso no es todo, también se acusa al Gobierno Estatal de comprar votos, de utilizar como recurso la intimidación, del uso de recursos públicos, del condicionamiento de programas sociales, del uso masivo de personal en actividades de campaña, de amenazas, de medios controlados. Lo que es fácil de decir, pero más o menos difícil de probar.

Me pregunto ¿adónde fueron a parar las encuestas que daban a uno de los candidatos un mayor número de votos que al otro en un porcentaje que se hacía aparecer como irreversible? ¿Se formularon honestamente para dar a conocer cómo iban las tendencias o se hicieron con el ánimo de tender una cortina de humo que engañara a los electores haciéndoles creer que tal o cual candidato era el preferido de las mayorías? Cómo saberlo. Lo único cierto es que los pronósticos ahora se sabe estaban ciertamente equivocados; cuando menos los que se publicaron semanas y días antes de la elección. Cuál era el propósito de la simulación: echar andar la maquinaria para que el día de los comicios los mapaches hicieran de las suyas manipulando las papeletas dentro de las ánforas o de plano crear un ambiente propicio para hacerle al mago Merlín volteando la tortilla en un acto de prestidigitación escamoteándole el triunfo al candidato que realmente obtuvo la votación más alta.

De las advertencias que formula a las autoridades duranguenses, en una entrevista con un canal de televisión nos parece que lo más serio es que está dispuesto a denunciar lo que muchos representantes de casilla callaron el domingo, consistente en que grupos armados llegaban a las casillas instaladas en el medio rural, violaban las urnas destinadas para depositar boletas electorales para elegir gobernador, mismas que contaban, agregando o suprimiendo las que consideraban necesarias, llenaban las actas de escrutinio que ordenaban se firmaran, amenazando al personal con hacerles daño si no accedían o con posterioridad presentaban un escrito incriminatorio. Es evidente que, de ser cierto lo anterior, daría lugar a que las casillas fueran anuladas, siguiéndose las diligencias convenientes parar abrir una averiguación penal.

El rumor que corrió entre las filas de los que apoyan a los candidatos, de que el PRI cedería Durango para quedarse con Veracruz, no pudo ser calificado sino como una patraña. La dirigente Beatriz Paredes Rangel, dijo tajante que en ese partido político no hay "monedas de cambio". En tanto, fueron detenidas 21 personas acusadas de robo de urnas, que se supone fueron recuperadas en cateos practicados en tres domicilios de la ciudad de Durango, junto con armas de fuego, ropa de color negro y pasamontañas. Los voceros del PAN y del PRD adujeron que habían sido sembradas por las autoridades estatales. El Consejo Estatal Electoral definirá en próxima sesión sobre si se hace conteo de voto por voto o de acuerdo con la Ley Electoral se limitaría acta por acta. Las cosas están en veremos. Al candidato del gobernador le convendría terminar de una vez con todas las dudas de si su delfinato tiene mayoría de votos o no. A menos de que él mismo dude del resultado que podría obtenerse de llegar a abrir las ánforas cuyo cómputo le podría ser adverso. En fin, obvio es que el argumento de lo que la Ley dice es contundente, pero el conteo sería un acuerdo que le cerraría la boca a los que alegan un triunfo escamoteado y dejaría sin voz a la ciudadanía de que ha sido una elección de estado.

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