Alguien me dejó abandonado en el camino, destinado a vagabundear y morir. No recuerdo quién o quiénes fueron, sólo recuerdo el dolor. Me abandonaron para morir en el frío y la lluvia. Pero tú, hiciste alto en tu camino y te arrodillaste a levantarme. En tu corazón y en tu hogar me aceptaste sin preguntar por mi pasado. Curaste mis heridas y me diste un nuevo comienzo. Cuando lloraba de noche siempre estabas ahí, con palabras suaves, con un beso, un abrazo, una caricia. Cuando me portaba mal sólo me mostraste amor. Hasta en tus peores días siempre me mostrabas una sonrisa. Incluso cuando tenías un mal día me dabas un abrazo y cenábamos juntos. Había tanto amor de tu parte que yo tenía miedo que algún día me fueras a dejar; pero siempre me demostraste lo contrario.
Pero todo tiene que acabar, mis ojos comenzaron a marchitarse y mi corazón a debilitarse. El tiempo no perdona y un día sábado, en lo que parecía una enfermedad controlada mi corazón comenzó a fallar, tú lo sabías y me abrazaste fuerte, vi cómo las lágrimas salían de tus ojos y llegó el momento de darnos el triste adiós. Se terminaron aquellos juegos de pelota, el correr entre la lluvia, aquellos inviernos de estudio hasta tarde y los veranos de comer nieve juntos. Pero nuestro tiempo juntos no ha finalizado. Estaré esperando por ti al final del camino, estaré ahí hasta que nuevamente escuche tu voz llamándome, hasta que vea tus manos gentiles. Correré hacia ti con la cola en alto y nunca más tendremos que decirnos adiós. Mi amor no terminó con la muerte, porque tú eres en verdad el mejor amigo del perro.
