E L pasado lunes 31 de mayo, una hora antes de que concluyera el plazo legal para presentar su declaración patrimonial el presidente uruguayo, José Mujica, cumplió con dicha obligación; la misma fue divulgada públicamente el pasado jueves 3 de junio y se conoció que el único bien que declaró fue un automóvil Volkswagen Sedán (vochito) modelo 1987, con un valor aproximado de 20 mil pesos mexicanos, no tiene cuentas de cheques ni maneja tarjetas de crédito y, obviamente, no tiene ninguna deuda.
La casa en la que vive (de acuerdo a la información divulgada en los portales de los diarios uruguayos y por las agencias de noticias internacionales) es una vivienda rural, en la periferia de Montevideo, propiedad de su esposa, la senadora Lucía Topolansky, y tiene un valor aproximado de un millón 950 mil pesos. Así sumando el patrimonio de la familia, considerando otro Volkswagen propiedad de la senadora, asciende aproximadamente a los dos millones de pesos. Mujica y su esposa son ex guerrilleros y el presidente además estuvo preso durante 13 años antes y durante la dictadura que gobernó Uruguay entre 1973 y 1985.
También se dio a conocer la declaración del vicepresidente Danilo Astori, que posee bienes por alrededor de 3 millones de pesos, entre los que se encuentra una casa con un valor de aproximadamente 2 millones y medio de pesos mexicanos y además un auto de casi 200 mil pesos y dos cuentas bancarias con poco más de 300 mil pesos.
El valor patrimonial de la familia de Mujica contrasta con el de otros presidentes latinoamericanos; entre los que destaca la familia Kirchner cuyo patrimonio familiar asciende, de acuerdo a la última declaración patrimonial aproximadamente a 150 millones de pesos mexicanos, sin embargo, también reportan una deuda de poco más de 60 millones, con lo cual el valor neto del mismo es de aproximadamente 90 millones de pesos mexicanos, es decir, 45 veces mayor al de Mujica.
En el caso mexicano, de acuerdo a lo difundido por la revista Proceso en el número 1541 de fecha 14 de marzo de este año, el valor de las propiedades del actual presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, asciende aproximadamente a 17 millones de pesos, sin embargo, también reportan adeudos por valor de 5 millones 900 mil pesos, lo cual deja un patrimonio neto de aproximadamente 11 millones de pesos, es decir, cinco veces y media más que Mujica y su cónyuge.
Obviamente lo más preocupante es que un gobernante se enriquezca mientras ejerce sus tareas, pues de no corresponder el nivel de sus ingresos con el crecimiento de su riqueza familiar podemos hablar de un enriquecimiento que aunque es denominado inexplicable, bien puede explicarse a partir de la desviación de recursos públicos, de beneficiarse del conocimiento anticipado de información privilegiada, o bien, del tráfico de influencias, abierto y descarado o simplemente aceptando un trato amigable de sus socios comerciales. Sin embargo, el valor total de los bienes propiedad de un gobernante y su familia dice mucho en sí mismo, particularmente en los países latinoamericanos, caracterizados por la desigual distribución del ingreso. Al menos en el caso mexicano los gobernantes normalmente pertenecen a los grupos con mayores ingresos. En este caso resulta interesante observar que es precisamente Uruguay el que tiene el mayor ingreso promedio por habitante, no únicamente de estos tres países, sino de toda América Latina, y también el que tiene mejor distribución del ingreso; y Argentina el que ocupa el último lugar de los tres países, en ambos rubros.
En el caso uruguayo el ingreso promedio mensual (en pesos mexicanos considerados a un tipo de cambio de 13.20 por dólar) es de poco más de 13 mil pesos mensuales; en el caso mexicano, de poco más de 10 mil; y en el Argentino, de poco más de 9 mil. Pero este es el promedio, no considera las variaciones entre el que más recibe y el que menos, simplemente es el ingreso total entre el total de habitantes, sin embargo, si consideramos el índice de distribución del ingreso más utilizado: el llamado coeficiente de Gini, que indica que existe mayor igualdad en la medida en que se acerca a 0 y menor en la medida que se acerca a 1, vemos que el índice uruguayo es de 0.464, el más equilibrado de toda América Latina, mientras el mexicano es de 0.516 y el de Argentina, 0.531.
Sin embargo, más allá de la desigual distribución del ingreso, para alcanzar a tener la fortuna de los Mujica-Topolansky, los uruguayos tendrían que dedicar totalmente al ahorro su ingreso mensual promedio durante 12 años 10 meses; los mexicanos para alcanzar la de la familia Calderón-Zavala, 91 años 8 meses; y los argentinos, para alcanzar la de la familia Kirchner-Fernández, 833 años 4 meses. Considerando que Mujica tiene en la actualidad 75 años de edad, por lo cual debe tener aproximadamente 40 años dedicados al trabajo, se puede considerar que su patrimonio es alcanzable para un uruguayo promedio. Pero eso no es así en ninguno de los otros dos casos; en el caso mexicano, mejor ni hablar de la fortuna de los ex presidentes, porque seguramente en casi todos los casos serán más cercanas a las de la familia Kirchner-Fernández, que a la de la familia Calderón-Zavala.
La gran interrogante es si estas brechas patrimoniales reflejan también la brecha entre gobernados y gobernantes y si eso puede explicar, aunque sea parcialmente, el desencanto de la ciudadanía con la política.