Un individuo enganchado con algo o alguien ve reducido su campo de visión y su horizonte de posibilidades.
La mente humana tiene la posibilidad de dominar la propia conducta y la de los demás, mediante la sugestión. Es recomendable mantener un estado de atención permanente para filtrar los estímulos del medio a través de la criticidad y aceptar sólo aquello que aumente la calidad de vida.
Del verbo sugestionar se ofrecen tres acepciones básicas: Dicho de una persona: inspirar a otra (persona) hipnotizada palabras o actos involuntarios, dominar la voluntad de alguien, llevándolo a obrar en determinado sentido, y fascinar a alguien, provocar su admiración o entusiasmo. Todas indican afectación para el ejercicio de la voluntad personal y por ende a una toma de decisión, de donde surge naturalmente una conducta. Todas motivan a permanecer alerta, a mantener activo el ejercicio crítico en cada situación, especialmente cuando resulta ser súbita e inesperada.
PUEDE SER NEGATIVA
Ninguna sugestión es una orden pero puede convertirse en tal, incluso al grado extremo de la obsesión. Estamos ante la escena donde el ser humano entrega su voluntad en pos de cumplir una creencia, en cualquier ámbito de la existencia. Un individuo enganchado con algo o alguien ve reducido su campo de visión y su horizonte de posibilidades hasta focalizarse en ello, provocando una disminución de sus recursos físicos y psicológicos, por el gasto excesivo de energía. Así se debilita la capacidad mental para tomar decisiones y la fortaleza física para soportar un ritmo vertiginoso. Poco a poco, la sugestión se apodera de la persona.
Un ambiente negativo puede empeorar enormemente cuando los rumores y la desinformación aportan elementos que presagian catástrofe. Esa ruta crítica hace presente al miedo, con la consecuente parálisis personal y social; y a la angustia, centrada en el desconocimiento de lo relevante en un suceso. Semejante escenario tiende a activar la parte automática y más antigua de nuestro cerebro, misma que impone la orden de ‘sálvese quien pueda’, con lo que se incrementan las posibilidades de cometer errores garrafales y de pagar un costo elevado por las consecuencias, que se traducen en pérdidas materiales, incluso en la muerte mental o corporal del individuo.
La consideración de que el animal humano es altamente influenciable por la presión social permite ubicar el enorme poder de la sugestión. Se puede llegar a afirmar algo en contra de la evidencia inmediata y contundente cuando el grupo social afirma, por ejemplo, que una pared verde es de color naranja. Hasta el contexto más saludable puede convertirse en una verdadera cacería de brujas cuando la comunidad se abandona al pánico derivado de la pérdida del control grupal.
MEJOR QUE SEA POSITIVA
Ante toda creencia destructiva, la libertad profunda es el antídoto adecuado. Un vínculo, entendido como el lazo que conecta, no puede formarse con la esclavitud de una cadena. Necesita integrarse como lo hace el sujeto que extiende sus manos y las expone confiadamente al otro, a quien asume como prójimo. Así se llega a la sugestión en el sentido de liberar, de provocar fascinación, admiración o entusiasmo, de impulsar el crecimiento integral, de ser cada vez mejor. Cuando se vive en positivo, surge una fuerza poderosa para el cambio de vida permanente, habitual en los grandes de la Historia, personajes que asumieron crítica y libremente una tarea para sí mismos y para su comunidad. Buda, Jesucristo y Mahoma vivieron la disciplina derivada de una misión que mereció la entrega total de sus personas.
En esta condición se presenta un amplio campo de visión y el horizonte aparece lleno de posibilidades, los recursos se incrementan y la producción de energía sobrepasa por mucho al gasto. El estado que resulta de una sugestión positiva es relajante, pacífico e ideal para considerar la elección de lo mejor, del beneficio para todo individuo involucrado en un suceso específico.
Un ambiente negativo puede ver neutralizados sus efectos devastadores con la aparición del temor, virtud que impulsa a la acción prudente, y del compromiso, derivado del conocimiento relevante. La corteza cerebral, ‘el último grito de la moda evolutiva’, asume el mando y decide manualmente, desde la consideración de cada una de las variables significativas, incluso cuando se tienen segundos para proteger la vida. Es la sugestión, como técnica saludable, la que prepara de ordinario el enfrentamiento con lo inesperado. Una disciplina que se cultiva desde la libertad y en un sentido de realización integral.
SIEMPRE ALERTA
Si el ser humano busca la conformidad será altamente influenciable y tenderá a hacer lo que hacen los demás, sentirá que todos lo ven y será muy susceptible al contagio social; entonces necesitará una atención permanente, con diferentes niveles de concentración según las circunstancias, como preparación para las decisiones difíciles, complicadas o poco frecuentes. El estado de sugestión positiva, fruto de las técnicas orientales de relajación, del ejercicio físico, de la espiritualidad occidental y de la hipnosis ericksoniana, constituye una forma excelente de preparar el futuro en cada día.
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