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El precio de ser diferente

Las burlas entre compañeros de clase afectan gravemente la autoestima

El precio de ser diferente

El precio de ser diferente

Perla Graciano

Ser diferente es imperdonable. Cuando hay un niño que sobresale del grupo en cualquier aspecto, ya sea positivo o negativo, con frecuencia es blanco de burlas de sus compañeros de clase. “Los niños ven a un compañero que es diferente a ellos y empiezan a criticarlo, a burlarse y decirle que es un gordo, un burro o un matado...”, señala la licenciada en psicología Angélica Valencia, quien explica que esta condición muchas veces también se presenta por el entorno familiar. “Hay niños que los papás los descuidan y van mal arreglados, o bien les llaman con un apodo como “gordo” y ellos crecen sintiéndose gorditos”.

Cómo detectar el conflicto

Un niño que tiene problemas de integración a su grupo y es humillado por sus compañeros, es un menor que de imprevisto ya no quiere asistir a clases, empieza a bajar de promedio, come compulsivamente o bien, evita la comida. “Hay que observarlos, el lenguaje corporal es muy importante, son niños que viven encerrados en su cuarto, se reprimen o bien empiezan a ser muy agresivos, rompen sus juguetes, se ponen nerviosos, se comen las uñas, les da miedo ir a la escuela, y se levantan tarde e inventan pretextos para no asistir a clases”.

El niño rara vez va a comunicar a sus padres que está siendo atacado, ya sea por vergüenza o porque no existe una buena comunicación con ellos. “Es muy difícil que el niño diga que está siendo atacado física, sexual o emocionalmente, por eso es muy importante que los padres pongan atención en el comportamiento de los hijos y que fomenten la comunicación con ellos”.

Problema mal atendido

Cuando un niño es abusado emocionalmente por sus compañeros de clase y crece con este problema, va a vivir con el deseo de pertenecer a un grupo, lo que puede ocasionar que ya en la etapa de la adolescencia se integre a agrupaciones nocivas. “En su escuela no pertenecen a ningún grupo, y en su familia tampoco. Para ser aceptados y vivir ese sentido de pertenencia, pueden llegar a consumir droga, alcohol o formar parte de bandas como los ‘emos’. Se sienten acogidos y es fácil que caigan en esos grupos”.

Otra consecuencia es la tendencia suicida. “Al llegar a la adolescencia ya no resisten las burlas de los compañeros, son inestables con sus amigos, su novia, lo que empiezan no lo terminan y no pueden encajar en ningún lado, entonces terminan por suicidarse”.

La ayuda de los padres

Lo primero es analizar la gravedad del problema, pues muchas veces con la atención de los padres basta para resolver una situación así. “Los padres pueden pedir la orientación de un psicólogo, ellos evalúan el problema y establecen si con un cambio en el ambiente familiar, la situación del niño puede mejorar”.

También hay que analizar si en la escuela el niño ya está muy etiquetado o ha sido maltratado muy fuerte a nivel emocional. “El psicólogo escolar puede canalizarlo a terapia si es necesario. Si el problema es muy fuerte, se puede cambiar de salón al niño o incluso inscribirlo en otra escuela”.

La licenciada Valencia recomienda a los padres que les quiten los apodos a sus hijos, que no haya comparación entre hermanos. “Cada hijo es diferente en sus habilidades y dificultades, los padres deben recalcar siempre lo positivo, y otorgarles tiempo de calidad para conocer mejor su desarrollo, saber detectar los problemas de autoestima y actuar a tiempo”.

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