"La pobreza no se hereda. La mediocridad sí".
Anónimo
Algo ha avanzado México en las últimas décadas. Ese no es el problema. Lo que preocupa es que lo hemos hecho mucho menos que los países con los que competimos en el mercado internacional.
Según información compilada por la Comisión Federal de Competencia sobre la base de datos del
Del FMI de abril de 2009, México tenía a fines de 2008 un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita 26 por ciento superior al que registraba en 1982. El que a pesar de todas las crisis que hemos sufrido en este periodo podamos mostrar este avance es un alivio. La impresión que a veces tenemos de que estamos peor que en 1982 es equivocada, por lo menos en términos del producto por persona.
Si el mundo se hubiera mantenido estático en este tiempo, los mexicanos tendríamos quizá razones para estar orgullosos de nuestro desempeño. Pero no es así. Estas tres décadas han mostrado los ejemplos más dramáticos de desarrollo económico en la historia de la humanidad. Mientras nosotros hemos avanzado nuestro 26 por ciento, China ha registrado un alza de 850 por ciento, Corea del sur 317 por ciento, la India 192 por ciento, Chile 159 por ciento, Indonesia 132 por ciento, Turquía 98 por ciento y Hungría 62 por ciento. Vale la pena recordar que son crecimientos per cápita y no nominales.
Las cifras generales, por supuesto, esconden desigualdades muy importantes. En México, por ejemplo, el sector manufacturero exportador que se concentra en el norte del país ha logrado avances comparables a los que se han registrado en las más exitosas economías de Asia. Solamente la afluencia de millones de inmigrantes provenientes del sur a lo largo de las décadas ha impedido que esta región alcance niveles de alto desarrollo. El campo mexicano, en cambio, se ha estancado de manera notable, particularmente en el sur del país. En la misma situación se encuentra el sector de los hidrocarburos, tanto en términos de extracción de petróleo crudo y de gas natural como de refinación y producción de derivados y petroquímicos.
La falta de competitividad es la razón fundamental de este rezago que está sufriendo nuestro país y que se traduce en la persistente pobreza que sufren los mexicanos. El sector manufacturero se ha abierto a la competencia y la inversión y por eso se ha convertido en la punta de lanza de nuestro crecimiento y generación de empleos. El campo, especialmente en el fragmentado sur de los ejidos, así como los hidrocarburos, se han mantenido bajo los viejos esquemas de propiedad y producción que se muestran cada vez más incapaces de competir en una economía globalizada.
Con una tasa de crecimiento económico de más de 8 por ciento al año desde 1978, cuando Deng Xiaoping pudo hacer reformas de fondo en la economía tras la muerte de Mao Zedong, China ha logrado "la mayor reducción en la pobreza absoluta jamás registrada", según lo señala el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas. La pobreza extrema, que afectaba al 64 por ciento de la población en 1981, se redujo al 10 por ciento en 2004 y ha seguido bajando (Ravallion, Shaohua; 2005). Hoy se calcula que 600 millones de chinos han dejado atrás la pobreza extrema en las últimas tres décadas.
No es necesario inventar el hilo negro para conseguir un crecimiento así. Lo que han hecho los países que nos han dejado atrás es abrir sus economías al comercio exterior, promover la inversión privada, dar garantías a la propiedad e invertir en infraestructura y educación.
En México nuestros políticos nunca han comprendido estas simples reglas. Han hecho cientos de reformas, pero pocas que toquen la falta de competitividad de nuestro país. Por eso México se está quedando rezagado.
Escribe el lector Eberto Barrios. "El Renaut se creó para evitar extorsiones. Dame tu dinero o te mato un pariente. Pero para implementarlo el Gobierno extorsiona a los usuarios. Dame tus datos o te quito tu línea". Mejor no puede resumirse el tema.
