El miércoles, Dolores Díaz Rivera presentó su libro más reciente, titulado Ecos del Tiempo. En otras ocasiones he escrito que Dolores es una escritora prolífica, disciplinada, que de sus numerosos viajes a sitios lejanos arrastra experiencias que después plasma en papel. Reproduzco aquí el comentario que pergeñé con motivo de esa nueva publicación, y que tituló La Visión de Dolores.
Autora de novelas como Caminos Borrosos y Los Socios, y de volúmenes de cuento como Sombras Otoñales y Atardecer Brillante, Dolores Díaz Rivera es una de las más tenaces plumas de nuestra Comarca. Devoradora de libros, escritora compulsiva, pintora, viajera y ex adicta al chocolate, comenzó su andar por los talleres cuando Vicente Quirarte visitaba periódicamente la región para dar consejos a jóvenes escritores. Después llegó al taller que Saúl Rosales dirige en el TIM. Allí la conocí a mediados de 1996.
Como bien comenta Jaime Muñoz Vargas, la literatura de Dolores tiene un valor muy cercano a lo testimonial. En sus libros, la autora nos demuestra que posee el mejor de los sentidos: el sentido del humor. Sus lectores coincidimos en que sus cuentos recuerdan la prosa ligera del Jorge Ibargüengoitia que escribió La Ley de Herodes, del Bryce Echenique de La Vida Exagerada de Martín Romaña, del David Trueba que escribió Cuatro Amigos.
Contraria a los chistes fáciles, la autora lagunera comparte con esos autores la capacidad de provocar la reflexión a partir de una irónica visión de la vida. A los personajes que habitan historias pueden ocurrirles las peores tragedias, pero jamás pierden ni el buen humor ni la capacidad de reírse de sí mismos. Ésa es la razón por la que los libros de Dolores, como los de Trueba, Bryce e Ibargüengoitia, se agarran y no se sueltan hasta que uno los termina. Porque combinan humor, humanidad y experiencia.
A pesar de haber viajado por el mundo entero, la autora no ve el mundo como si fuera a bordo de un bus turístico, al contrario: se acerca a sus personajes y aprende a hablar como ellos. Creo firmemente que quien tiene el sentido del humor para jurar solemnemente -como Dolores lo hizo hace tiempo- que no volverá a cumplir años, puede hacer sin duda una literatura que sirve para reírse del mundo y con el mundo. En estos cuentos conviven mafiosos, periodistas, empresarios, reinas de belleza y expertos en montar carpas, todos relatados con esa visión fresca e irónica con la que Dolores Díaz Rivera nos comparte su fuente infalible de literatura y juventud.
JOSÉ EMILIO PACHECO, PREMIO CERVANTES
Ayer, ni más ni menos, José Emilio Pacheco recibió el premio Cervantes de literatura de manos del Rey de España. He tenido el privilegio de conversar con el maestro varias veces, y en cada ocasión me ha sorprendido esa mezcla de erudición y sencillez que es cada día más difícil encontrar. De él escuché una frase que me dejó marcado: "si ya no hay grandes maestros, es porque nadie quiere ser aprendiz". Felicidades al Maestro.