Con el nombramiento de Natalia Riazanova como directora de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Torreón, se está enviando un mensaje muy claro a quienes saben leerlo: no es un secreto que Natalia Riazanova y Norma González, actual directora de cultura de Torreón, son una pareja que lleva años de camino compartido.
Ambas fundaron en 2004 la Academia de Música Tchaikovski, una escuela privada que durante un tiempo funcionó como incubadora de músicos en La Laguna, donde los niños recibían clases de apreciación musical, solfeo y ejecución instrumental. (Supongo que por modestia en ninguna de las entrevistas que ambas han concedido a raíz de este nuevo proyecto han mencionado su academia, y que prácticamente en todas han hecho referencia a aquellas dirigidas por Armando Martínez "Cuty" y Rolando Gotés). Ya antes de fundar la academia Natalia y Norma habían sido, respectivamente, violín concertino y administradora de la Camerata de Coahuila.
El riesgo es que al permitir y apadrinar este nombramiento, el alcalde Eduardo Olmos también pudiera estar enviando otro mensaje, aún involuntario: tal como las bardas, los buzones, los postes y los recibos del agua están siendo pintados de rojo, en materia de cultura pareciera que hay sólo de un color y de una sopa.
Admiro a Natalia y considero que tiene una excepcional sensibilidad artística. En más de una ocasión la he entrevistado, y creo que los 60 jóvenes seleccionados para conformar la Orquesta Juvenil de Torreón se verán beneficiados con su disciplina y sus vastos conocimientos musicales. Felicidades a los ganadores: a partir de hoy, asistirán siete horas a la semana a clases de ensamble, seccionales y de teoría de la música, algo que era impensable hace apenas quince años, cuando yo tuve que irme a vivir a otra ciudad para poder estudiar una licenciatura en composición musical.
Si Natalia Riazanova y Norma González se llevan demasiado bien, y por pudor no lo revelan, en el área de las letras hay señales de lo contrario: de lejos se ve que existe una pugna interna entre los encargados de administrar el patrimonio cultural de la ciudad. El pasado 20 de abril se publicó en otro diario local una nota en la que mi maestro y amigo, Saúl Rosales, expresa que las autoridades municipales de cultura de anteriores administraciones han promovido actividades, presentaciones de libros y cursos en las instalaciones de las bibliotecas públicas, lo que él considera inadecuado, ya que estos espacios fueron construidos con otro fin. Para rematar señala: "estaremos preparados para evitar que se siga desvirtuando este concepto".
A pesar de la tajante declaración del Coordinador Municipal de Bibliotecas, pocos días después, el 6 de mayo, otra nota periodística anuncia que la Dirección Municipal de Cultura en Torreón decidió abrir un taller de creación literaria los viernes por la tarde... ¡en las instalaciones de la Biblioteca de la Alameda Zaragoza! Ésta es la biblioteca central de Torreón y allí, ni más ni menos, despacha el propio Rosales. ¿Qué está ocurriendo en el interior de la Dirección Municipal de Cultura?