Hace un par de años estuve hurgando en bibliotecas y archivos para documentar una novela. Además de encontrar los datos específicos que me desvelaban, tomé algunas notas de hechos poco conocidos que forman parte de nuestra historia. Hojeando mis libretas de notas, transcribo hoy cuatro de esos apuntes a modo de estampitas que humanizan a quienes encabezaron nuestra lucha de independencia.
1. Los Guadalupes era una organización clandestina que apoyaba a los insurgentes, tenía como principal función hacer labores de espionaje y en algunas ocasiones fue un medio para transportar armas y documentos. Se sabe que esta organización operó de 1810 a 1815, y se conserva aún la correspondencia que sus miembros sostenían con Ignacio Rayón (secretario particular del cura Miguel Hidalgo) y con José María Morelos.
2. Amparada en un documento firmado por Hidalgo casi cien años antes, la señora Ana Galván, joven viuda del último descendiente de Mariano Abasolo, gestionó a principios del Siglo XX el reconocimiento y pago de una fuerte cantidad de dinero como parte de una deuda pública contraída por el Cura durante la lucha de Independencia. Las gestiones, dirigidas por los señores Luis G. Lizardi y Luis G. Labastida, terminaron en el pago de la deuda por parte del Gobierno de Porfirio Díaz. No es el único caso: En 1822, la señora María Antonia Morelos pidió al entonces emperador Agustín I una pensión en recompensa de los servicios prestados a la patria por su hermano, derecho que también fue reclamado por Juan Nepomuceno Almonte, hijo natural de Morelos producto de sus amores oscuros con la señora Brígida Almonte. Meses más tarde, la señora María Victoriana Bretadillo se presentó ante el mismo emperador con seis documentos que la acreditaban como la viuda de Juan José Martínez, alias El Pípila, a solicitar una indemnización por parte del gobierno.
3. Si bien la imagen de José María Morelos es ligada con frecuencia a la del cura Hidalgo, consta en los archivos que en realidad ambos personajes sólo se vieron una vez en la vida, el 20 de octubre de 1810. Cura de pueblo, Morelos fue un hombre que "no pudo contener los impulsos de su virilidad", que "disfrutaba de los goces prohibidos" y que "jamás se distinguió por la corrección de su vocabulario ni de su ortografía". Más allá de estos rasgos anecdóticos, los historiadores señalan algunas y contradicciones en la conducta de Morelos: pocos meses antes de ir a presentarse a las órdenes de Hidalgo, había recibido el edicto de excomunión contra éste y lo había fijado en la puerta de su iglesia. Además, en una carta enviada al arzobispo de México, sus feligreses se quejan de que el párroco "los compele pagar sus tributos, los regaña, se enoja y hasta los maltrata".
4. Teniente general de las huestes insurgentes, Mariano Abasolo fue el único de los cabecillas que escapó de ser ejecutado, pena que le fue conmutada por cadena perpetua y por la confiscación de sus bienes gracias a que se dijo arrepentido de haber entrado al ejército rebelde y reconoció haberse dedicado constantemente a favorecer a los europeos en perjuicio de la lucha de independencia. Documentos de la época lo perfilan como un militar que huía, "que lloraba" y "que se ocultaba en las batallas", y como un hombre dominado por su esposa.
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