"Entre todos lo sabemos todo", escribió una vez Alfonso Reyes citando a un campesino asturiano que lo sorprendió con esa frase que nos perfila como un enjambre de estudiosos que pacientemente van recolectando átomos de conocimiento que al final han de ensamblar perfectamente, como un enorme rompecabezas.
Si uno sigue la dinámica de la frase podría pensar que reuniendo testimonios acerca de alguien se puede llegar a conocerlo perfectamente: sumar antecedentes, anécdotas, obsesiones, procedimientos, rituales, sería suficiente para establecer, sin lugar a dudas, un retrato hablado de Carlos Monsiváis.
Pero pensar así un libro como La Conciencia Imprescindible, número 369 del Fondo Editorial Tierra Adentro, sería reducirlo a un catálogo de ideas esterilizadas y clasificadas para su consumo, una colección de estampitas, "Monsiváis para principiantes" o "Las 16 cosas que usted quiere saber sobre Monsiváis pero no se atreve a preguntar".
En realidad ocurre lo contrario: es cierto que La Conciencia Imprescindible contiene 16 ensayos compilados y muy bien prologados por Jezreel Salazar acerca de la obra de Carlos Monsiváis.
Es cierto que los ensayos son producto de la pluma de igual número de jóvenes autores, pero el volumen es una muestra tangible de que en torno a un personaje como Monsiváis no es posible construir certezas: abundan las visiones contrapuestas, las disputas y los enfrentamientos:
Mayra Luna le llama el primer escritor metamexicano, representante del siglo XXI, mientras que Ignacio Sánchez Prado le califica como el último liberal del siglo XIX.
Mientras algunos advierten en el autor de Los Rituales del Caos a un heredero del New Jornalism, otros vislumbran a un renovador del periodismo latinoamericano que rescata técnicas presentes en nuestras letras desde las Conversaciones del Payo y el Sacristán de Joaquín Fernández de Lizardi.
Donde unos ven a un cronista consagrado por completo a la Ciudad de México (Rafael Toriz titula a su ensayo "México Distrito Monsiváis") otros reconocen a un empecinado defensor de la descentralización.
Podría pensarse entonces que resulta inútil o poco provechoso leer este libro, pues no contiene una sección de conclusiones. En realidad ocurre lo contrario: las visiones contrapuestas, los debates internos y las hipótesis en juego hacen de La conciencia imprescindible una lectura enriquecedora que demanda la participación de los lectores.
Si hay una constante en la obra de Monsiváis es la visión crítica.
Si Alfonso Reyes escribió que "entre todos lo sabemos todo", Monsiváis responde que también "entre todos lo ignoramos todo".
Sin pretender conclusiones absolutas, este enfrentamiento es una pista de la forma en que la obra de Carlos Monsiváis nos acerca al conocimiento.
Saber e ignorar son dos caras del mismo fenómeno. La ignorancia, entendida como búsqueda, es el motor que nos mueve a investigar, a observar, a pensar.
En la obra de Monsiváis la ignorancia se construye por la coexistencia de varias voces que, al decir verdades en contradicción, nos hacen dudar, lo que al final genera en nosotros una visión más completa que la que resultaría desde los ojos de un solo testigo.
Esto es quizá decir algo que otros definen como pluralidad, y la forma en que don Carlos la reconstruye es motivo de sobra para hacer perdurable su obra.