EL SÍNDROME DE ESQUILO
En El Gesticulador, la pieza teatral más conocida de Rodolfo Usigli, vemos al profesor César Rubio acomodando cajas de libros. Es un hombre que ha dedicado su vida a leer, y por eso sabe más que nadie sobre temas revolucionarios.
Al inicio de El Difunto Matías Pascal, la célebre novela de Luigi Pirandello, el propio Matías nos informa de su trabajo como bibliotecario, y en el capítulo cinco de la novela dice: "de esa suerte leí de todo un poco, a la buena de Dios, pero, por lo general, libros de filosofía (...) a mí me echaron a perder el cerebro, que ya de mío lo tenía desquiciado".
También el narrador de El Príncipe y el Mendigo, la novela inglesa de Mark Twain, dice que uno de los protagonistas, llamado Tom Canty, "a menudo leía los libros del viejo sacerdote y le hacía explicárselos y explayarse. Poco a poco, sus sueños y lecturas operaron ciertos cambios en él".
El caso más célebre del lector que es incapaz de discernir entre la realidad y los libros es Alonso Quijano, más conocido como Don Quijote.
Al final del capítulo II de la segunda parte del libro, Sancho Panza se sorprende al enterarse, por boca del bachiller Sansón Carrasco, de que la historia de su patrón circula en forma de libro bajo el título de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha. Aparecen allí no sólo don Quijote, Sancho Panza y la señora Dulcinea; se cuentan además cosas que han pasado a solas, el caballero y su acompañante. ¿Cómo puede ser?, le pregunta el escudero a su patrón.
Don Quijote, acostumbrado a ver por todas partes signos de encantamiento, responde:
"Te aseguro, Sancho, que debe ser algún sabio encantador el autor de nuestra historia, que a los tales no se les encubre nada de lo que quieren escribir". Y sin embargo, el capítulo termina cuando, aguijoneado por la curiosidad, el flaco caballero envía a Sancho a buscar al bachiller para conocer de primera mano la noticia de sus aventuras puestas en libro.
Don Quijote, loco genial, deduce que si su historia se ha convertido en libro debe ser por obra de algún sabio entendido en cosas de magia. Llama la atención que en su locura sólo haya una disyuntiva: la posibilidad de que el sabio autor sea amigo o enemigo de los seres que narra.
Al saberse personaje y cuestionar a su autor, don Quijote da el salto a la novela moderna. Con el hecho de asumirse como amigo o enemigo de quien lo está construyendo en el papel, el Hidalgo altera el rumbo natural de la anécdota escrita, pues pone al mismo nivel al escritor y a los personajes.
El recurso no es gratuito: en muchas, muchísimas obras literarias los libros son un factor que trastorna (a veces para bien) la vida de los personajes.
Ello ocurre, señalan algunos, porque las novelas y los cuentos están hechos de palabras, transmiten una visión de la realidad y no la realidad.
Así es: los libros nos permiten mitigar el encierro del yo para vivir una vida distinta a la que llevamos. Nos permiten ver el mundo a través de otros ojos. Sí, los novelistas parten de la realidad para recrearla, pero por realista que sea, la literatura nunca será como los hechos. Siempre será mejor.
Comentarios: Vicente_alfonso@yahoo.com.mx