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El transgresor irlandés

(Desayuno en Plutón, 2005) El director Neil Jordan puede jactarse de haber explorado casi todos los géneros cinematográficos, manteniendo siempre una visión nada complaciente.

(Desayuno en Plutón, 2005) El director Neil Jordan puede jactarse de haber explorado casi todos los géneros cinematográficos, manteniendo siempre una visión nada complaciente.

Arturo González González

Ya sea en comedia, drama o thriller, con producciones comerciales o proyectos más personales, el sello de Neil Jordan es la transgresión. Apegado a su rebelde espíritu irlandés, en menos de tres décadas ha creado una interesante y variada filmografía que lo coloca como una referencia obligada del cine anglófono contemporáneo.

Neil Patrick Jordan nació el 25 de febrero de 1950 en la pequeña ciudad de Sligo, al noroeste de la República de Irlanda. Como la mayoría de los irlandeses fue educado en un colegio católico, aunque él mismo ha declarado en entrevistas que dicha formación lo dejó sin marca alguna. Su afición por las letras lo llevó a estudiar Historia de Irlanda y Literatura inglesa en la prestigiosa University College Dublin.

DE LA PÁGINA A LA PANTALLA

A la edad de 26 años Neil debutó como escritor con los relatos cortos de Noche en Túnez (Night in Tunisia, 1976). Seis años después, en 1982, apadrinado por el cineasta inglés John Boorman, escribió y dirigió su ópera prima Danny Boy (Angel), que narra el viaje de venganza de un saxofonista (interpretado por el indescifrable Stephen Rea, quien se convertiría en su ‘actor emblema’), a las entrañas del bajo mundo luego de ser testigo del asesinato del mánager de la banda y de una adolescente sordomuda, al término de una presentación. La película muestra ya el enfoque subjetivista y transgresor que el director imprimiría a sus obras posteriores. Con la cinta fantástica En compañía de lobos (The Company of Wolves, 1984), basada en un relato de la escritora británica Angela Carter, el thriller Mona Lisa (1986), y protagonizado por el siempre genial Bob Hoskins; además de la peculiar comedia El hotel de los fantasmas (High Spirits, 1988), el irlandés comenzó a ganar reputación como realizador polifacético.

Su creciente fama en el viejo continente lo llevó a cruzar el Atlántico para dirigir en 1989 su primer trabajo de producción netamente estadounidense: No somos ángeles (We´re No Angels, 1989), una emotiva comedia sobre dos convictos prófugos que se hacen pasar por curas en un pueblo cercano a la frontera con Canadá, y tienen la esperanza de llegar a esa nación para evadir la ley de Estados Unidos; en esa experiencia, la vida de ambos bribones, encarnados estupendamente por Robert De Niro y Sean Penn, sufre una transformación.

ENTRE LA CRÍTICA Y LA TAQUILLA

La fría recepción del público en el circuito comercial norteamericano llevó al Neil a volver la mirada a su tierra natal, en donde al año siguiente de rodar el modesto y poético drama Amor a una extraña (The Miracle, 1991), dirigió uno de sus filmes más laureados y aclamados: Juego de lágrimas (The Crying Game, 1992), con el que obtuvo 18 premios internacionales, incluyendo el Óscar al mejor guión. El argumento se desarrolla en dos partes. En la primera, cargada hacia el thriller, se narra el cautiverio de un soldado británico, Jody (Forest Whitaker) a manos de un miembro del Ejército Republicano Irlandés, Fergus (Stephen Rea), con quien a pesar del contexto logra amistar. La segunda parte vira hacia el drama romántico para contar la inusual pero intensa relación entre Fergus, que ahora usa un alias, y la antigua ‘novia’ de Jody, Dil (Jaye Davidson). La sorprendente historia, los duelos actorales Rea-Whitaker y Rea-Davidson, el soberbio guión y la sobria dirección de Jordan, así como la excelente musicalización, hacen de esta película una auténtica obra maestra con la que el autor disipa cualquier duda sobre su talento.

El merecido reconocimiento de la crítica lo llevó de nuevo a la gran industria norteamericana para rodar en 1994 su cinta más conocida: Entrevista con el vampiro (Interview With the Vampiro. The Vampire Chronicles), adaptación de la novela homónima de Anne Rice, en laque dirigió a las estrellas de Hollywood Tom Cruise, Brad Pitt y Antonio Banderas. La envolvente puesta en escena y la trama llena de espíritu romántico convierten a esta película en referencia obligada del subgénero de cine de vampiros, que renueva uno de los mitos occidentales que más fascinación y horror produce.

No obstante el éxito que le supuso dicho filme, Neil retomó muy pronto sus inquietudes de irlandés y lo hizo con una figura histórica, la del revolucionario Michael Collins, en El precio de la libertad (Michael Collins, 1996). Aunque criticada por las licencias que se tomó su creador, la cinta protagonizada por Liam Neeson logra conmover con una sólida narrativa, su aire épico y la visión desprejuiciada de uno de los pasajes más controvertidos de la historia de Irlanda. Realizador y estelar obtuvieron sendos Leones de Oro en el Festival de Cine de Venecia por su loable trabajo.

DE UN CONTINENTE A OTRO

Con un prestigio ganado a pulso, a partir de entonces Jordan ha intercalado proyectos en ambas orillas del océano, explorando distintos géneros pero siempre con su desafiante abordaje.

De este último periodo sobresalen las dos películas rodadas en su país. Una de ellas es Contracorriente (The Butcher Boy), de 1997, crudo y delirante drama que narra la vida de un muchacho intentando escapar del desquiciante mundo que le rodea adentrándose en el de su mente, lo cual lo lleva a cometer actos brutales. Esta inquietante obra le valió el Oso de Plata en Berlín como mejor director.

La otra es Desayuno en Plutón (Breakfast at Pluto), de 2005, que cuenta la extravagante historia de Patrick Kitten Braden, un joven transexual que gracias a su audacia y carisma logra sortear los obstáculos de un mundo adverso para poder encontrar a su madre. Ambientado en la turbulenta Irlanda de los años setenta, el filme consigue conmover al espectador con la soberbia actuación de Cillian Murphy en el rol de Braden, una trama divertida y una forma narrativa original. Sin duda, otra de las grandes creaciones de este cineasta.

Pero su carrera no ha estado exenta de proyectos que polarizan la opinión del público y la crítica. Tales son los casos de Sueños de un asesino (In Dreams), de 1999, intrigante thriller psicológico de final poco convincente, protagonizado por Annette Bening, cuyo personaje es asaltado por visiones provenientes de la mente de un criminal; y Valiente (The Brave One), de 2007, con Jodie Foster en el papel principal, simple apología de la venganza por propia mano como alternativa a la lentitud e ineficiencia del sistema de justicia.

Sin embargo, detrás de sus escasos tropiezos y múltiples logros, la visión poco conformista, rebelde, sin prejuicios y por momentos poética de Neil Jordan prevalece, fiel a su indómito temperamento irlandés, siempre dispuesto a sorprender al espectador y a transgredir los límites de lo que llamamos normalidad.

Correo-e: argonzalez@elsiglodetorreon.com.mx

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