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'El Vasco', ¿embajador?

GILBERTO SERNA

Todo parece indicar que quien dice las cosas con honestidad, alrededor de lo que ocurre en este país, corre el inminente peligro de ser reprimido por quienes mandan en las oficinas de mayor jerarquía que piensan que escondiendo la basura debajo del tapete es suficiente para que desaparezcan los graves problemas que estamos padeciendo. Tal sucedió con las declaraciones del actual técnico de la Selección Nacional de Futbol que cuestionado en una entrevista por los medios en España, contestó usando un lenguaje coloquial, refiriéndose a la existencia en nuestro país de personas desquiciadas, de no poder caminar con tranquilidad por las calles, de ciudades anegadas con aguas fétidas y que el país está jodido.

Lo que hizo fruncir el ceño a nuestros funcionarios, provocando el enojo de quienes teniendo los nervios tensos se molestan hasta por que vuela la mosca, dando lugar a que desde muy arriba le jalaran las orejas, para que se retractara, como al efecto sucedió.

¿Por qué será que le tenemos miedo a las palabras?, los españoles le llaman al pan pan y al vino vino, en tanto aquí siempre estamos buscando eufemismos, circunloquios o perífrasis, ¿es para no ofender nuestros castos oídos? ¡humm! Le preguntaron que cómo estaba México, él sencillamente dijo "jodido", no dándole a la connotación un sentido peyorativo sino reconociéndole su justo valor gramatical.

Si bien recuerdo a los niños se les decía que había que lavarles la boca con agua y jabón, cuando en su inocencia soltaban una palabrota. En estos tiempos nos veríamos en apuros si enjuagamos el paladar de un adolescente que al pronunciar cada dos palabras intercala la palabra "güey" y otras semejantes lindezas. Aun en personas mayores escuchamos conversaciones bien cargadas de expresiones vulgares o triviales, en lugares de reunión o en encuentros casuales.

Usted ponga atención a las conversaciones de los demás, escuchará palabras mal sonantes, comúnmente consideradas garrulerías. Así somos, así hablamos, así pensamos, con sus muy contadas excepciones, claro está.

Javier "El Vasco" Aguirre, dada la irritación que causaron sus comentarios, entre gran parte de los encargados de las oficinas públicas, quizá con el fin de zanjar lo que se estaba convirtiendo en una avalancha que amenazaba con aplastarlo, por el sesgo que le dieron algunos periodistas locales, que lo calificaron como derrotista, en conferencia de prensa manifestó su amor a México, dándole la razón a sus detractores, declarando que se equivocó, diciendo estar consternado y preocupado por la consecuencia de sus palabras, agregó, presuntamente para borrar la imagen haber reconocido que su equipo, la Selección Mexicana, asistirá al torneo mundial convencido por adelantado de que hará un pobre papel, indicando que se comprometía, en esta vez, a hacer "algo histórico"; diciendo, que terminando, le gustaría culminar su carrera deportiva en algún país europeo, dando la impresión de que está preparando el terreno para no tener que escuchar voces airadas si volviera con una promesa incumplida.

La impresión que deja es que, de aquí en adelante, debe concretarse al hacer comentarios relativos al juego de futbol sin meterse en camisa de once varas, su categoría de comandante de la escuadra tricolor le da a sus palabras una resonancia mayor cuando califica al país con una voz malsonante, que las cosas están de la patada, sin tener "El Vasco" la representación o autorización del Gobierno de México para hacer declaraciones sobre la situación del país en materia de seguridad pública o en cualquier otro asunto que no competa a las actividades deportivas.

De ahí que se explique que haya sido contratado por la Federación Mexicana de Futbol para dirigir al equipo que irá al mundial, obviamente no como Embajador Plenipotenciario por el Gobierno de México, en cuyo caso estaría facultado para tratar, concluir y ajustar intereses de cierta índole.

Esto aclara lo que se ha dicho que recibió una llamada de atención de la Secretaría de Gobernación. Lo que deja claro que con quien se disculpó no fue con el pueblo llano, sino con los gobernantes. La verdad es que le jalaron las orejas para que no vuelva a meterse donde no lo llaman. Y mientras se tocaba el bolsillo donde guarda la cartera lo entendió, porque tonto no es.

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