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Elecciones en Durango

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LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

 E L proceso para renovar el Gobierno en el Estado de Durango, plantea la posibilidad de una alianza de diversos partidos para resolver el reto fundamental que por hoy enfrenta el sistema político mexicano, debido al poder absoluto y sin contrapesos que ejercen los gobernadores priistas y en el caso Ismael Hernández Deras.

El precandidato del PRI José Rosas Aispuro considera ser postulado por los partidos Acción Nacional, Del Trabajo y de la Revolución Democrática como candidato a Gobernador de Durango, en un esfuerzo de los involucrados que tiene por objeto la continuación de un estilo de Gobierno autoritario y al propio tiempo gris y de bajo perfil.

La dirigencia nacional del PRI lejos de garantizar procesos internos democráticos y equitativos para designar candidatos, ha dejado en manos de cada gobernador la designación del respectivo sucesor a su capricho, lo que amenaza consolidar el mosaico de feudos a cargo de reyezuelos regionales, en que se ha convertido a nuestro México.

En el caso de Aispuro se dice que la presidenta del tricolor Beatriz Paredes trató de negociar con el inconforme, pero no le pudo ofrecer lo único que le haría desistir de su propósito: la oportunidad de medirse en igualdad de circunstancias con otros aspirantes de su propio partido.

En la práctica la actitud del PRI refuerza los cacicazgos en los niveles de Gobierno más cercanos a la ciudadanía, en detrimento del mismo PRI como partido de cobertura nacional y de los propios priistas y por lo que hace al caso de Durango, los ciudadanos ven reducidas sus posibilidades de hacer una auténtica renovación del poder, después de un Gobierno como el de Hernández Deras, que deja mucho que desear en cuanto a resultados.

A la intención de los partidos llamados a formar la coalición que postularía a José Rosas Aispuro, han respondido diversos actores de nuestra vida pública que rasgan sus vestiduras como Manlio Fabio Beltrones, que sin rubor apoya la recreación del dedazo al tiempo que se escandaliza de la eventual alianza a la que se refiere como engendro, porque según su dicho implica mezclar agua con aceite.

Al interior del PRI duranguense, la marcada preferencia del gobernador respecto al aspirante Jorge Herrera Caldera ha ocasionado desde ahora dos vías de reacción contrarias a Hernández Deras. La de quienes seguirían a José Rosas hacia la alianza opositora y de quienes ven en la escisión una coyuntura para que sea designado un candidato diverso al del gobernador desde el CEN del PRI también por dedazo, lo que pone en riesgo la frágil unidad priista que suele estar sustentada no sólo en agua y aceite, sino en ingredientes de dulce, de chile y de manteca, por utilizar el lenguaje beltronista.

Lo cierto es que contrario a lo que opina Beltrones y otros políticos de la cúpula nacional de diversos partidos incluidos el PAN y el PRD que se oponen a la alianza que nos ocupa, nuestro país está necesitado de acuerdos y consensos en todos los niveles de su estructura social y política. Pretender que la pluralidad de pensamiento nos convierte a los mexicanos en agua y aceite, es un desacierto que revela la falta de civilidad y la nula cultura de nuestros políticos, porque las diferencias en el modo de pensar están presentes en el seno de la sociedad desde nuestras propias familias, sin que ello sea en sí mismo motivo de estrago.

El avance de la democracia por impulso de acuerdos entre ciudadanos que tienen diversas formas de pensar, lo encontramos en el histórico grupo San Ángel que unió a personajes de todo el espectro ideológico desde Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Ibarra, hasta Vicente Fox, Jorge Castañeda y Santiago Creel, y que fue impulso determinante de la reforma política de Ernesto Zedillo así como detonador de la alternancia en el año dos mil. En cambio los malos frutos del desacuerdo son la causa de la parálisis que enfrenta el país en materia de reformas legislativas, que es producto de una lucha ciega por el poder, que olvida que todos los mexicanos estamos en el mismo barco, genera enconada división entre los partidos y cifra el éxito político propio en el fracaso del adversario.

Por otra parte, los regímenes priistas locales en lugar de gobernar para todos los ciudadanos sin distingo, ejercen el poder de manera excluyente bajo la divisa según la cual si no estás conmigo estás contra mí, con lo cual pretenden coptar a los medios de comunicación, a los líderes de opinión, y hasta los partidos de Oposición, con la anacrónica pretensión de eliminar la competencia política y sofocar la disidencia en aras de un odioso continuismo de facción o grupo.

Lo anterior no quiere decir que las alianzas entre partidos sean la panacea. Una alianza puede ser buena o mala, acertada o absurda, según cada caso específico. Es difícil concebir al PAN apoyando como candidato a Gerardo Fernández Noroña o al PRD postulando a Manuel Espino, pero en el caso de Durango, es posible y pertinente considerar a José Rosas Aispuro como elemento de convergencia funcional de fuerzas políticas diferentes, dado su talante como político de centro, experimentado, abierto y mesurado.

La posible alianza que es objeto de comentario, sumada a la generación de una plataforma política de consenso orientada al bien común, enciende la esperanza de un gobierno para todos los duranguenses.

Correo electrónico:

Lfsalazarw@prodigy.net.mx

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