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El cáncer embiste en silencio a la población masculina

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Beatriz Mejía

“Lo siento, usted tiene cáncer”. Para quienes reciben este diagnóstico empieza una cuenta regresiva hacia la muerte, en el reloj, las manecillas parecieran girar cada vez más de prisa, como si también las invadiera el miedo de ser alcanzadas por esta terrible realidad, que cada vez cobra más vidas humanas.

Si por sí sola la información que se relaciona con esta enfermedad, o más bien, el conjunto de enfermedades parece devastadora, lo es más el pronóstico de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que estima que entre los años 2005 y 2015 morirán alrededor de 84 millones de personas en el mundo, a causa de este terrible mal.

Diversas organizaciones aseguran que día a día se están abriendo recursos para la construcción de centros de tratamiento, estatales y nacionales, así como las instituciones públicas de salud están poniendo su “granito de arena”; sin embargo, el problema radica en la velocidad con que se forman y desarrollan los nuevos casos patológicos.

El cáncer se ha caracterizado por atacar año con año con mayor fuerza a las mujeres, sin embargo, el sexo masculino también ha demostrado ser una presa fácil para el antagonista más atroz del melodrama de la vida real.

Pero, por más aniquiladora que pueda parecer esta situación, la buena noticia es que con una detección temprana, el cáncer es curable en más de 40 por ciento del total de los casos, y es importante tomar conciencia de su gravedad, para que de esta forma se puedan tomar medidas preventivas que coadyuven a darle un giro a las estadísticas que hoy empañan el bienestar de los mexicanos.

El cáncer de pulmón lidera el mayor número de defunciones que se generan anualmente en nuestro país, representando 10.3 por ciento de todos los casos registrados, según el documento Mujeres y Hombres en México 2009, elaborado por INEGI.

Después de éste, explica Miguel Ángel Macías Palacios, urólogo, en orden de frecuencia, los que más afectan el aparato genitourinario en el hombre son: el de próstata, seguido del de vejiga, posteriormente el de riñón, luego el de testículo, y finalmente el de pene.

Cáncer de próstata

El cáncer de próstata es la primera causa de mortalidad masculina por esta enfermedad en México. La tasa, incluso, es más elevada que la del cáncer de mama y cervix; en 2007 llegó a 19.2 por ciento de defunciones de hombres mayores de 25 años de edad.

De acuerdo con el especialista, aunque no es palpable una etiología precisa de este tipo de cáncer, en la actualidad es posible realizar un diagnóstico en estadios muy tempranos, en los cuales es curable, debido a la proliferación de más métodos de detección del mal.

“Una prueba fundamental en la localización de este cáncer es el ‘Antígeno Prostático Específico’; una gluco-proteína que se produce dentro de la próstata, que pasa a la circulación general, y es donde se detecta el problema”, explica Macías Palacios.

Esta acción es vital porque el cáncer en sus etapas iniciales es asintomático, y aunque el paciente aparenta estar sano, puede padecer una enfermedad muy avanzada.

El examen de APE (por sus siglas en español), representa en los varones lo que para las mujeres significa el Papanicolaou, y el sector susceptible de someterse a estos estudios son todos los hombres mayores de 45 años, una vez al año.

Sin embargo, dice el especialista, deberán empezar a una edad más temprana aquellos pacientes que tienen cáncer de próstata en línea directa, es decir, abuelos, padre, etc.; ya que cuando se hace un diagnóstico oportuno, se detecta en la mayoría de las veces, a causa del incremento del Antígeno Prostático Específico. “El hecho de que el APE se encuentre elevado nos hace pensar que en algún momento el paciente puede cursar por algún problema, y lo confirmamos posteriormente por medio de una biopsia”.

Una vez que se determina el cáncer, el enfermo tiene varias opciones de tratamiento como la cirugía, que puede realizarse a través del método tradicional, abierto, o por medio de laparoscopía, una técnica que ofrece extraordinarios resultados hoy en día.

En algunos centros más avanzados, aclara Macías Palacios, se opera mediante un robot conocido como Da Vinci; un sistema quirúrgico diseñado para posibilitar cirugías complejas, con invasiones mínimas al cuerpo humano, empleado especialmente para la realización de intervenciones de próstata, reparaciones de válvulas cardiacas y procedimientos ginecológicos.

“Además de los medios quirúrgicos otras alternativas viables son la Radioterapia Externa, Conformacional, e Intersticial, que ofrecen magníficos parámetros de sobrevivencia”.

El Ultrasonido de Alta Densidad y la Crioterapia, son otras formas de atacar el cáncer, que aunque menos utilizadas en el presente por los médicos, preservan su efectividad.

El urólogo comenta que cuando se está frente a un cáncer demasiado avanzado, el recurso es producir un Bloqueo Androgénico, es decir, la aplicación de un tratamiento hormonal, debido a que el crecimiento prostático, tanto benigno como maligno, depende en gran medida de los andrógenos (hormonas), que producen los hombres.

A pesar de ser un problema global, el cáncer de próstata es un padecimiento individual, que depende de ciertos factores, incluyendo la edad; no presentan las mismas características un hombre de 50 años, y uno de 80; las complicaciones de uno y otro son muy específicas, así como la forma de conducir la enfermedad.

Entre las complicaciones que se manifiestan a causa de este padecimiento se encuentra la “morbilidad”, cuando se opera un paciente o se somete a tratamiento de radioterapia está latente la posibilidad de padecer incontinencia urinaria, impotencia sexual, y en algunas ocasiones, estrechez de la uretra, que dificulta el orinar posteriormente.

“La más frecuente de las tres es la incapacidad de lograr una erección, aunque en la actualidad se localizan diferentes técnicas quirúrgicas, a través de las cuales se pueden preservar los nervios, minimizando la problemática del enfermo”.

Cáncer vesical

Otro tipo de tumor maligno aparece en la vejiga urinaria, que aunque es un cáncer que atañe a ambos sexos, la población masculina tiene más disposición a desarrollarlo; por cada mujer, tres hombres lo padecen, y aparece a partir de la quinta década de la vida.

“Esto no quiere decir que no se pueda presentar antes, existen casos en los cuales se puede hacer el diagnóstico en fases anticipadas, pero no es lo común”.

A diferencia de otras clases de carcinomas, en ésta sí existen algunos factores que un momento dado, pueden ser condicionantes o detonantes de la enfermedad, situándose entre los principales, el tabaquismo.

“El cigarro contiene una gran diversidad de sustancias químicas que se eliminan a través de la orina, consideradas definitivamente cancerígenas; un porcentaje importante de los pacientes que desarrollan cáncer vesical son fumadores intensos”, explica el médico.

Sin embargo, como sucede con el granuloma pulmonar, existen enfermos que nunca han fumado, pero llegan a presentarlo.

El aspecto laboral también es un gran inspirador de esta afección; siendo más propensos aquellos pacientes que trabajan con pinturas, solventes, y en general, productos químicos.

Al cáncer de vejiga lo acompañan dos síntomas primordiales: primero la hematuria, que se caracteriza por la presencia de sangre en la orina, que puede ser macroscópica, cuando la detecta el paciente, o microscópica, cuando expresa que orina normal, pero que a la vista de un microscopio, se observa que existe la problemática.

En segundo lugar, se presenta lo que en medicina se conoce como Síntomas de Rotación Vesical, que físicamente se exteriorizan como ardor, orina frecuente, y una sensación de querer ir al baño todo el tiempo.

El diagnóstico de esta enfermedad suele ser un tanto inoportuno porque la sintomatología se puede confundir con una infección de las vías urinarias: “Algunos pacientes acuden con el médico general, se les indica tratamiento, y mejoran, volviendo a presentar episodios de sangrado, incluso, hasta seis meses, o un año después, dando tiempo al avance del cáncer”.

La valoración de este padecimiento tiene una vertiente positiva, ya que del total de los pacientes, 80 por ciento se detecta en un estadio superficial, y el otro 20 en un período invasor. Según el doctor Miguel Ángel, en el primer caso, el tratamiento consiste en varias técnicas: resección transuretral, cirugía endoscópica, y algunas veces la administración de quimioterapia intravesical, o la aplicación de BCG (instilaciones vesicales de bacilos de Calmette-Guerin, capaces de conferir inmunidad), que tienen efectos extraordinariamente positivos.

Cuando se trata de un cáncer invasor, el procedimiento médico es completamente diferente, pues en este grado de la enfermedad, se habla de una irrupción de la capa muscular de la vejiga. “Los pacientes necesariamente tiene que ser sometidos a regímenes de quimioterapia sistémica, radioterapia, o bien, ambas, así como la práctica quirúrgica”.

Este procedimiento implica extraer la vejiga en su totalidad y construir una derivación urinaria; los conductos que transportan la orina son conectados a un segmento de intestino, y éste se aboca a la pared abdominal, a través del cual se puede orinar.

Cáncer renal

El carcinoma de las células renales en etapas iniciales, por lo general no causa ningún signo o síntoma; incluso, se le conoce como el tumor de los internistas porque no proporciona un cuadro clínico característico.

“El enfermo puede presentar fiebre, o únicamente pérdida de peso, malestar en general, síntomas de dolor, padecimiento lumbar, pero también existe una triada particular que manifiesta el paciente con cáncer: dolor, hematuria y masa palpable, sin embargo, estas tres señales solamente son evidentes cuando el cáncer ya está muy avanzado”.

Generalmente los tumores en el riñón se detectan “casualmente”, es decir, durante exámenes médicos debidos a otras enfermedades tales como un trastorno de la vesícula, incluso, la atención se realiza por parte de un médico general o internista, y ya cuando empieza un problema de sangrado o un síntoma aparente, es canalizado con el especialista.

La única vía de curación al cien por ciento cuando se trata de esta clase de neoplasia, siempre y cuando esté localizada, es la cirugía conocida como nefrectomía radical, que consiste en extirpar el riñón, en conjunto con la grasa que lo rodea, y la glándula suprarrenal que se encuentra encima de este órgano.

“No son tumores quimiosensibles, ni radiosensibles; una intervención oportuna representa la opción factible de terminar con esta enfermedad”.

La metástasis hacia los pulmones y el hígado, es una de las complicaciones principales de este cáncer. Este fenómeno consiste en la propagación de un foco canceroso a un órgano distinto de aquel en que se inició, empeorando el panorama clínico y generando un pronóstico desalentador, de dos a cuatro años de vida aproximadamente.

“Cuando hablamos de una enfermedad metastásica, nos referimos a un padecimiento de gran avance y se utilizan medicamentos como el interferon, inhibidores del angiogénesis para el tratamiento de este tipo de lesiones”.

Contrario a la mayoría de los cánceres, el de riñón puede a menudo ser diagnosticado sin la necesidad de hacer una biopsia (extirpación de una muestra del tumor para examinarlo bajo un microscopio). Afortunadamente, gracias a los estudios con los que se dispone en la vida moderna, la valoración se puede realizar en estadios primarios; en ocasiones, se empieza a estudiar al paciente porque presenta otros malestares y cuando se le somete a exámenes de ultrasonido o tomografía, se descubre la presencia de la tumoración renal.

Cáncer testicular

La población joven no se escapa a la acción maligna del cáncer. Un carcinoma que afecta a los hombres en 15 y 35 años es el de testículos, aunque no es una enfermedad exclusiva de este rango de edad.

En el siglo pasado, explica el doctor Macías, era considerado uno de los tumores más dañinos, pero en la actualidad es de los más sólidos, y como generalmente aparece en el adulto joven, que no tiene patologías agregadas, responde positivamente al tratamiento.

El cáncer testicular tiene una tasa de recuperación de casi cien por ciento porque se trata de tumores sensibles a la quimio y radioterapia, aunque se localice en etapas desarrolladas; además con una cirugía de rescate, el paciente se puede curar.

Se calcula que unos 9 mil hombres son diagnosticados con cáncer de testículo y cerca de 390 mueren por esta enfermedad cada año.

No se conocen las causas exactas de este cáncer, sin embargo, los estudios muestran que varios factores aumentan la probabilidad de que un hombre lo padezca.

Normalmente, los testículos descienden del vientre hasta la bolsa escrotal antes del nacimiento. Los hombres con un testículo, que no bajó, tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de testículo, 10 o 14 veces con más frecuencia, que en testículos que sí lo hacen.

El signo más importante es el aumento de volumen y consistencia del testículo, y generalmente es el mismo paciente quien hace el diagnóstico.

“El enfermo continuamente se percata de que un testículo está más grande que el otro, más pesado, o más duro, y él es el que acude a la consulta”.

Al tratarse de un aspecto relacionado con los genitales, dice el médico, aún existe cierto pudor y está bien establecido que desde que el paciente nota que tiene algo anómalo en sus testículos, hasta que acude al médico, pasan seis meses; un tiempo muy importante en cual se le brinda la oportunidad al tumor de ir avanzando.

Por fortuna, este cáncer tiene una diseminación muy predecible, siempre se sabe hacia dónde emigra; huye hacia los ganglios linfáticos que se encuentran en el retroperitoneo, localizado en la parte posterior del abdomen.

Cuando el paciente acude a consulta, es sujeto a un estudio simple para localizar la masa sólida, posteriormente se confirma mediante un ultrasonido y se le pide al enfermo unos marcadores tumorales, en caso de que existan diferentes estirpes de cáncer testicular, ya que algunas de ellas son detectables en la sangre.

El primer paso en el tratamiento de este mal, consiste en una operación y una orquiectomía radical, que consiste en extraer el testículo para enviarlo a estudio estopatológico, para que el especialista determine qué tipo de estirpe tumoral tiene el paciente; en base a esto va a depender su tratamiento.

Una vez que se realiza la cirugía, se hacen unos estudios de extensión, para saber si el cáncer está localizado; como en todos los tumores, dice el experto, se estadifica para saber en qué etapa se encuentra.

A pesar de que algunos pacientes pudieran presentar una enfermedad extratesticular importante, tienen varias opciones como la quimioterapia, que se suministra en cuatro ciclos, y después de los cuales, se realiza nuevamente un rastreo radiológico para saber si hubo disminución.

“Si la tumoración desapareció, el paciente queda bajo vigilancia; si después de que se le dio quimioterapia todavía tiene el tumor, se opera para extirparlo y enviarlo para ser estudiado, y si se descubre que aún presenta cáncer viable, se le proporciona de nueva cuenta quimioterapia, e incluso, radioterapia, respondiendo de forma eficiente”.

Cáncer de pene

El último de la lista es el cáncer de pene, el menos común. Se trata de un tumor que predomina en la población de más bajos recursos, generalmente relacionado con la presencia de fimosis, es decir, cuando el prepucio no se puede retraer. Esta circunstancia puede llevar al paciente a no tener una higiene adecuada, con lo cual, la secreción que se produce a nivel del glande, que es el esmegma, puede ser un factor irritativo para desarrollar carcoma.

Es casi exclusivo de los países del Tercer Mundo; en las naciones industrializadas, con buena cultura, es prácticamente un cáncer ausente.

En Israel, por ejemplo, no se observa porque todos los pacientes, por cuestiones religiosas están circuncidados. “Donde se ve muy frecuentemente es en los países latinoamericanos, con niveles socioeconómicos bastante deficientes, donde no existen hábitos de limpieza”.

Se manifiesta principalmente por la presencia de una lesión en el glande, o en el prepucio. En algunas ocasiones, cuando el varón presenta fimosis, es posible que tenga el tumor y no lo pueda detectar, dando oportunidad al cáncer de ir creciendo.

Ya detectado, el tratamiento suele ser traumático para el paciente, pues se trata de un proceso mutilante: cuando el tumor es pequeño se realiza una penectomía parcial, quitando la parte distal del pene, o una radical o completa, en la que se retira todo el miembro; en este sentido, se le hace un meato perineal, y la uretra se aboca a la pared por debajo del escroto, dejando un orificio para que el paciente pueda orinar.

Este tipo de tumores no son candidatos a radio y quimioterapia, lo que hace más complicado su tratamiento; muchos de los pacientes cuando llegan al diagnóstico se presentan con enfermedad diseminada, ya que generalmente se extiende hacia los ganglios linfáticos que están en la ingle, los linfáticos profundos, y los pélvicos. “El hecho de que un hombre tenga una diseminación ganglionar el pronóstico es muy malo”.

Difusión ausente

En la actualidad, las campañas que se realizan a nivel nacional, a favor de promover la detección oportuna de los diferentes tipos de cáncer en la mujer son innumerables, en el caso de los hombres, los esfuerzos son mínimos.

Si a caso, se ha realizado una sola en nuestro país; crear conciencia en el público masculino sólo se limita a nivel local, en donde algunos médicos, apoyados por diversos laboratorios, llevan a cabo actividades para fortalecer esta cultura. “La mejor medicina es la preventiva”.

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