Las últimas noticias en torno a nuestro comercio exterior son alentadoras. El crecimiento de las exportaciones se afirmó a medida que el año avanzó. Parece que el ritmo de las importaciones ha amainado y la balanza deficitaria se está corrigiendo.
En efecto, las exportaciones hasta este mes de agosto han sido de 191,500 millones de dólares, mostrando un ritmo superior al del año pasado que al final alcanzó 229,783 millones. Las importaciones hasta agosto iban en 192,900 millones, ritmo ligeramente menor al de 2009 que terminó en 234.884 millones. El aumento tanto en las exportaciones como de las importaciones hasta agosto de 2010 ha sido de alrededor del 30% en cada caso, ligeramente más bajo, como se lleva dicho, para las importaciones. Es importante notar que dentro de éstas el 76% es de bienes intermedios, es decir partes e insumos para la producción.
El déficit de 7,437 millones de dólares de enero-agosto 2010 expresa un ritmo ligeramente inferior al de 11,732 millones que se acumuló en todo el año 2009.
El crecimiento de las exportaciones en 2010 se relaciona con la creación registrada de nuevas fuentes de trabajo. El secretario de Trabajo nos informa que hasta la fecha se han inscrito 850,00 nuevos empleos en el IMSS, lo que contrasta fuertemente con la pérdida de más de 700,000 puestos por razón de la crisis. Si la recuperación pueda deberse en parte al fuerte aumento de las exportaciones no hay que olvidar que se está registrando un mejoramiento en condiciones sociales, reducción de pobreza extrema, que alienta la demanda interna. Estos signos apuntan a que quizá se está deteniendo la caída económica de nuestro país que nos llegó de fuera.
El que se fortalezca el mercado interno que así demanda más productos significando los nuevos empleos que se están abriendo es una hipótesis que todos deseamos ver confirmada. Ello implica, empero, que las exportaciones estén perdiendo su lugar como promotoras del crecimiento económico nacional.
Lo anterior ya lo indica Jaime Serra Puche en un estudio al señalar que en México el efecto "multiplicador" de las exportaciones es bajo. Si en Brasil el multiplicador es de 2.3 y en los Estados Unidos es de 3.3, en nuestro país es de sólo 1.8 y su capacidad generadora de empleo y por ende de crecimiento del Producto Interno Bruto es comparativamente débil.
Lo anterior se explica por el alto grado de insumos importados que contiene el producto industrial mexicano. Arnulfo Gómez ha calculado que, en promedio el 70% del contenido depende de insumo bajo régimen de importación temporal.
Ambos fenómenos coinciden en una muy alta propensión a importar a medida que aumenta el PIB.
El significado de lo anterior es dramático en términos de fuerza de trabajo que debiera dedicarse en México para fabricar componentes e insumos para la industria y la agricultura. El simple hecho es que ellos se importan y se incorporan a los productos finales.
El bajo contenido nacional de la producción industrial es un hecho que conocemos desde hace tiempo como resultado del cambio de política que determinó abandonar la protección de la industria y la agricultura. Ahora por fin, su pernicioso efecto está siendo señalado por instituciones internacionales como el Banco Mundial que nos insta a integrar cadenas de producción a fin de generar más empleo y así contrarrestar la crisis.
Debemos recibir con cautelosa satisfacción la impresionante cifra de más de 800,000 nuevos puestos registrados este año en el IMSS. La cifra apenas cubre el número de puestos perdidos por causa de la recesión y no puede asignarse al crecimiento de la demanda de trabajo que aumenta anualmente en cuando menos 1 millón.
Si queremos mantener un alto ritmo de crecimiento de empleo y no solamente reponer los perdidos, tenemos que aumentar el contenido nacional de nuestra producción y así abrir fuentes de trabajo y de salarios que expandan el mercado interno. Así los productos que exportemos serán genuinamente nacionales y no sólo meros ensambles de piezas fabricadas fuera. Con una sólida oferta exportable el comercio exterior cumplirá a plenitud su función de dar ocupación a la mano de obra que, por ahora, sigue desperdiciada y padeciendo pobrezas.
Todavía es tiempo para que los productores insistan en que el Gobierno proteja con medidas efectivas un mayor contenido nacional de nuestros productos y con ello dar un impulso vigoroso al crecimiento económico de México.