Estimado. Don Dionisio Reyes.
Dionisio Reyes, don 'Nicho'
Don Dionisio Reyes fue un personaje en los inicios de la Revolución Mexicana de 1910 en Gómez Palacio, donde existe una privada con su nombre, como un recuerdo y homenaje al idealista. La privada Dionisio Reyes se localiza entre las calles Ignacio de la Llave y Urrea, y atraviesa las avenidas Hidalgo, Mina y Bravo.
Pablo Amaya Ramírez, cronista de esta ciudad, menciona que en la vecindad del Barrio Patria, o Barrio del 90, aglutinó las Juntas Patrióticas como les llamaban, las cuales dieron pie a la insurrección con reuniones de la Junta Cívica de 1910, aunque de manera original eran para organizar las fiestas del primer Centenario de la Independencia de México y eran coordinadas por don Dionisio. Las juntas tenían como encargo también cambiar los nombres de las calles, cuya mayoría eran nombre de españoles.
El cronista gomezpalatino expone que don Dionisio, persona muy querida en la naciente ciudad de Gómez Palacio, se desempeñaba como huizachero, nombre dado a los gestores de la época que por mucho tiempo se les llamó también tinterillos y su actividad cubría de manera perfecta los ideales del Club Antirreeleccionista, que él encabezaba.
DURANGUENSE
Don Dionisio acudía con los miembros de la Juntas Patrióticas, al cruce de la avenida Matamoros y Juan Antonio de la Fuente, en Torreón, a invitación del club de la vecina ciudad, encabezada en ese entonces por José María Rodríguez, lugar donde residía.
El cronista destaca que don Dionisio fue un personaje relevante al convertirse en el alma del movimiento revolucionario que compartió con el dirigente del mismo en la Comarca Lagunera de Coahuila, profesor Manuel Oviedo, ya que invirtió su tiempo, dinero y esfuerzo, debido a sus reumas y dificultad para caminar.
En reconocimiento a su grandeza, el pasado dos de noviembre los cronistas rindieron un homenaje en el prado central del Panteón de Guadalupe, encabezando la lista de los precursores de la Revolución de 1910 en Gómez Palacio.
Dionisio Reyes no se fue con sus compañeros que se levantaron en armas contra el Gobierno, la noche del 20 de noviembre de 1910, por las enfermedades que desde hacía tiempo no lo dejaban en paz, ya que tenía 60 años, pero tuvo la valentía para desafiar a la dictadura porfirista, que era implacable contra todo aquel que se rebelara y luego para ocultarse de los soldados federales que lo buscaban para fusilarlo, pero nunca lo encontraron.
Don Dionisio, también conocido como don Nicho, nació en la ciudad de Durango en 1850, era alto, delgado, siempre vestido con su gastado traje negro. En los días fríos abrigaba su cuerpo con un largo levitón. Caminaba apoyado con bastón y en los últimos días de su vida, con muletas. Siempre traía papeles bajo su brazo o saliendo de las amplias bolsas de su chaqueta.
Se dice que don Dionisio era buen orador, el que pronunciaba los discursos oficiales en la celebración de las fiestas patrias y desde que llegó a Gómez Palacio, fue miembro destacado de las Juntas Patrióticas de la localidad. Como presidente de esa organización, organizó los festejos del Centenario de la Independencia, en 1910.
Luego del levantamiento maderista, las patrullas anduvieron buscando a don Nicho, primero en su domicilio y luego casa por casa de la Aldama (cercanas de donde vivía) y otras calles del barrio de la Patria. Cuentan que se había visto obligado a permanecer oculto en el fondo de una noria de una casa de la Rayón, que tenía sus paredes de ladrillo desde el brocal hasta el fondo.
Se dijo en su momento que el Gobierno había puesto precio por don Nicho y ofrecía 20 mil pesos de recompensa al que proporcionara datos para lograr su captura, pero los vecinos que sabían dónde se escondía, en vez de denunciarlo, lo protegieron y con la ayuda de varios amigos pudo escapar cuando Pancho Becerra, que tenía un carretón de mulas, logró sacarlo oculto entre unos sacos de carbón amontonados en el destartalado vehículo. El 12 de enero de 1914 falleció en Durango.
