La resolución reciente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que legaliza la adopción de niños por parejas integradas por personas de un mismo sexo, ha dado paso a descalificaciones entre quienes rechazan o aplauden la decisión, en el marco de una violencia verbal destructiva y estéril.
Los mexicanos tenemos en el olvido temas de discusión que pueden considerarse de interés público en muchos renglones. La falta de apoyo a las iniciativas de los presidentes de la alternancia, sobre reformas legales de fondo en materia energética, fiscal, laboral, etcétera, mantienen a nuestra planta productiva en el subdesarrollo.
Al mismo tiempo, los partidos de oposición han estado impulsando una agenda temática que tiene como común denominador el suscitar encono entre los distintos actores sociales como es el caso de la legalización del aborto, de tal modo que pareciera que el odio y la confrontación, fueran los principales objetivos de ese propósito.
Temas como la legalización de las uniones maritales entre personas de un mismo sexo y la adopción de niños por parejas homosexuales, han transportado criterios de atención a las minorías que se encuentran en un caso de excepción, al enunciado de normas generales de conducta que pretenden validez universal. En otras palabras, lo que ayer no estuvo legislado por corresponder a la esfera íntima de la persona, tiende a ser obligatorio.
Sea que estas líneas de encono social correspondan a un complot, o sean el resultado espontáneo de tendencias emergentes, lo cierto es que son caldo de cultivo para la disolución y la violencia verbal y de la otra y enfrentan a la sociedad mexicana consigo misma, en un momento en que es necesario cerrar filas en contra de enemigos que son comunes a la generalidad de los mexicanos, como son la falta de educación y la pobreza.
Esta semana inicia con un nuevo pretexto de confrontación, a raíz de las declaraciones de Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones quienes a nombre de los diputados y senadores priistas, conminan al Presidente de la República a que asista en forma personal al Congreso a rendir su cuarto informe de gobierno. El llamamiento contradice lo que dice la Constitución sobre el informe presidencial en virtud de una reforma impulsada por los mismos priistas apenas dos años atrás, y no ofrece a Calderón Hinojosa ninguna garantía de respeto personal o institucional, ya que como afirma el propio Beltrones: "Nadie debe estar seguro más que de que se va a morir".
El lenguaje de provocación resulta del todo amenazante, sobre todo viniendo de alguien como Beltrones, y ante la posibilidad de que el Presidente no responda positivamente a tan cuestionable invitación, Paredes agrega: "es necesario impulsar una reforma legal para obligar al Presidente a asistir". Increíble, pero cierto.
La historia reciente de nuestro país nos hace remontar a la primera vez en que un diputado de oposición, por cierto de Torreón, el ingeniero Edmundo Gurza Villarreal, en los tiempos de la presidencia imperial se atrevió a interpelar a José López Portillo durante un informe presidencial, demostrando incuestionable valor civil de acuerdo a las circunstancias.
Después vendría el choteo. Las orejas del diputado Vicente Fox, la máscara de marrano del diputado Rascón y de allí a la incivilidad de los legisladores que primero impidieron el acceso del Presidente al recinto legislativo y después redujeron su comparecencia a la entrega del informe por escrito, para cumplir en términos lisos y llanos el texto constitucional tal y como está vigente en la actualidad. Como no hay mal que por bien no venga, el proceso sirvió para desacralizar la figura presidencial endiosada por el viejo sistema de partido de Estado.
Pero he aquí que Beltrones y la Paredes suspiran por el regreso del PRI a Los Pinos. Se aprestan a corregir el error histórico que para ellos significa el desmantelamiento de la Presidencia Imperial; preparan el retorno al besamanos monumental de cada año y entre tanto, pretenden obligar al Presidente Calderón a ir al Congreso. ¿Se habrán dado cuenta de que el país ya no es el mismo?
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