El panorama económico no está claro, EU creciendo muy lentamente, Europa con serios problemas en déficits públicos en relación al PIB en varios países, el ejemplo de España nos da una idea de dicha crisis, incluyendo a China que a pesar de su alto crecimiento recientemente refleja un decremento en el mismo.
Como ya habíamos comentado anteriormente, la problemática observada en los países industrializados en esta ocasión no está afectando a Latinoamérica, ya que al contrario se están abriendo ventanas de oportunidad para varios países; en México se conservan tasas de interés bajas y estables, tipo de cambio controlado al igual que la inflación, y por el momento se ha mantenido la expansión de las exportaciones principalmente en el ramo manufacturero acorde a los requerimientos de los Estados Unidos, con una expectativa de crecimiento de un 4.0% para este año y desde luego las altísimas Reservas Internacionales.
Sin embargo, para un servidor se trata de fortalezas cíclicas que pueden revertirse en cualquier momento, ya que seguimos atados al comportamiento de nuestro socio tradicional y no se aprecia una verdadera estrategia que impulse un crecimiento interno propio y por consiguiente independientemente del crimen organizado que está desquiciando nuestra forma de vida, está creciendo amenazadoramente el desempleo.
El desempleo ha aumentado mundialmente a causa de la recesión mundial y en este aspecto no difiere mucho en su comportamiento, a pesar de lo declarado por nuestras autoridades de que se están recuperando empleos, lo cierto es que la caída del desempleo es sólo marginal, se está incrementando el desempleo informal o gente ocupada a medio tiempo y lo anterior va deteriorando peligrosamente el ingreso real.
Las reducciones del empleo resultantes de la situación económica negativa no sólo son inequitativas, ya que se concentran en los grupos de menores ingresos, sino además son ineficientes y tienen un costo social que repercuten en inconformidades, desesperanza y apunta para futuros costosos conflictos laborables.
Gobierno, Actores políticos e Iniciativa Privada tienen que abocarse a establecer mecanismos que contribuya a evitar despidos y desde luego a la incorporación de fijar parámetros que permita la equidad entre el incremento de la productividad de las empresas y la contratación de personal y las remuneraciones correspondientes, es decir, vincular el nivel de utilidades con las obligaciones salariales.
La justicia social lleva a dar a cada uno lo suyo, lo que le corresponde, al empresario un retorno de su inversión y riesgo pero con una adecuada valoración del trabajo humano, que es el punto de partida fundamental para reducir las diferencias económicas.