Continuamos con el tema de la educación. Hoy la educación principalmente está tomada para obtener algunas habilidades que nos capacitarán para desarrollarnos en nuestras fuentes de trabajo. La inmediatez con la que vivimos nos hace pensar de una forma instrumentalista; saber hacer nos permite, o nos permitía, darnos cierto valor en un mercado que requiere lo que sabemos hacer. Ahora bien, como nuestras habilidades se ponen en competencia, las habilidades mismas valdrán según rija las mismas leyes del mercado que nos tasan, como se tasan a todas las demás cosas.
Porque vale una habilidad nuestra, eso dependerá qué tanto se requiera la misma. Pero esta requisición a veces no tiene lógica, porque como todo producto que elabora el hombre es a su vez un símbolo o se mueve en el plano de lo simbólico y es aquí donde la lógica falla. Aclaro, toda habilidad, tiene una utilidad social y es precisamente la sociedad la que a fin de cuentas va a decidir lo que para ella vale lo que tú haces.
Pongamos por ejemplo el mundo de la música. Ser músico es una habilidad y al parecer la sociedad tiene necesidad de ella, puesto que todo mundo consume música. Los I Pots son una muestra patente de nuestro consumo musical. Dentro de este campo tenemos variedad de expresiones que van desde la música popular hasta la música que hemos dado en llamar clásica.
La música es un lenguaje que necesita ser aprendido; sobre todo, conocer su desarrollo histórico para poder situarnos en un aquí y en un ahora; mas no solamente eso, solicita , por lo gen eral, del dominio de un instrumento musical. Si no me equivoco, la carrera de músico es una de las carreras largas por esa habilidad que implica dominar un instrumento. La música hay que comenzarla a estudiar desde pequeño. Al conservatorio se llega con conocimientos musicales.
Por otro lado, tararear canciones parece ser las cosas sencillas y naturales que realiza el hombre. Conocer los principios de un instrumento musical tampoco nos lleva mucho tiempo. Muchos son tentados a ser músicos porque saben tararear o acompañar algunas piezas con la guitarra o con el bajo y entrar con estos conocimientos al mercado musical.
Tendríamos dos tipos de personas, uno que sigue su vocación aceptando el reto de seguir todo un proceso hasta llegar a dominar una habilidad. Otro, el músico por inspiración, el que de repente comenzó a tararear canciones o a medio tocar un instrumento y no necesitó de más para acostumbrar a los que lo rodeaban de ser músico. El segundo, tal vez, nunca sepa ni siquiera leer una pauta musical.
En este mercado los dos van a intentar sobrevivir. Lógico es pensar que aquel con más preparación tenga mejores herramientas para triunfar en la vida profesional; eso por un lado, por el otro, la lógica también te diría que aquel que tiene más conocimientos y mejores habilidades tendría mayores posibilidades de tasarse mejor en el mercado.
La realidad indica que lo contrario es lo que sucede. Al mercado no le interesan ni las habilidades ni los estudios, ni otra cosa más que lo que pueda venderse rápidamente al mejor precio; y esto impera en el mercado de la música.
Simbólicamente se fabrican los talentos, y se venden con un cierto a lo a su alrededor. Por alguna causa pegan, yo creo que sobre todo por contar con un público que tiene distorsionado el gusto y que consume lo que le dicen que consuma, porque consumir tales productos te rodea de un imaginario colectivo de pertenecer a la modernidad.
Un músico de carrera puede ser concertista o puede pertenecer a una sinfónica o por lo general acaba siendo maestro de música. No digo que no haya gente que sobresalga y pueda vivir bien, pero a comparación del otro tipo de músico, como que existen más públicos en el campo de lo popular; aunque mucho de ese producto no aguante un análisis crítico del producto que comercializan.
Lo que llamamos industria cultural es la encargada de hacer y de alimentar esos públicos y de jugar con los imaginarios colectivos. Bueno esto no es nuevo, viene desde el star sistem cinematográfico desarrollado en el cine mudo americano. Se hacen estrellas y su propio mundo de la información gira alrededor de esas estrellas; y más que nada lo que explota de ellas es el morbo, no el análisis de sus cualidades artísticas. Este mundo"de los famosos" es simbólico. Se explota el deseo de la gente de pertenecer a él, como si fuera participar de la vida de un mundo sobrenatural. En realidad las habilidades musicales poco tienen que ver.
Aunado a esto, es un campo en donde existe poca competencia, y toda ella esta controlada por al misma industria cultural. Pueden existir talentos que se muevan fuera del sistema; ahí permanecerán, aunque sus habilidades o sus proposiciones sean de mucho mejor calidad.
En el caso de los medios mexicanos, pocos y cada vez menos, explotan la música clásica, y muchos menos hay un cultivo de algún gusto por ella. (La mayoría de las personas obtienen este gusto porque familiarmente lo han desarrollado o han tenido una influencia en su vida que les ha sido decisiva). Ya ni siquiera podemos pensar en la escuela como una promotora del gusto y mucho menos en nuestras estaciones radiofónicas que se auto dominan culturales. (SIC)
Usted mismo puede responderse quien se tasará mejor: el buen músico o el músico a medias. Ya ni voz se necesita tener para cantar.