Nestor García Canclini, Investigador de la UAM, ha escrito mucho sobre, cultura, sobre todo , sobre las culturas populares. Para las escuelas de comunicación no debe de ser desconocido pues es uno de los más mencionados dentro de la investigación latinoamericana. Acabo de encontrar un texto de él, que es reedición, cuyo nombre es Culturas híbridas donde analiza la relación, principalmente, entre tres tipos de cultura: Superior, popular y masiva, y su relación con la modernidad.
Por principio de cuentas: A veces creo que la tipificación de las culturas estorban a su análisis, porque cualquiera tendería a pensar que quien consume la cultura superior no consume las demás culturas, o que entre ellas mismas no existe influencia. (Bueno lo de culturas híbridas se refiere precisamente a la influencia que tiene una y otra). Quien va a conciertos, es la misma persona que va a los bailes y que le puede gustar la música romántica mexicana y hasta a lo mejor, las expresiones más genuinas de la música popular como la de Michoacán o la de Oaxaca. La sociedad en su totalidad consume de la una y de la otra, es más, las mezcla y realiza innumerables combinaciones.
Para la discusión de esto, los refiero al texto. Me interesa subrayar algunas ideas que podemos aplicar a los festejos centenáricos y a las decisiones institucionales que se toman en cuanto a la cultura, sin mucho preguntar aunque vivamos en una sociedad aparentemente democrática.
Dice el autor:
"No solo por el interés de expandir el mercado, sino para legitimar su hegemonía los modernizadores necesitan persuadir a sus destinatarios que - al mismo tiempo que renuevan la sociedad- prolongan tradiciones compartidas. Puesto que pretenden abarcar a todos los sectores, los proyectos modernos se apropian de los bienes históricos y las tradiciones populares".
O sea, quienes ejercen el poder y administran las promociones culturales, de alguna manera o de otra nos hacen creer que el devenir histórico nos trajo hasta aquí y que son ellos la conclusión lógica del deber ser. El discurso es que partidos antes antagónicos, hoy se unen ante un enemigo común y que eso significa madurez democrática.
Lo que puede pasar el mismo autor lo dice:
"La necesidad que tienen tradicionalistas y renovadores de apoyarse unos en otros lleva a alianzas frecuentes de grupos culturales y religiosos fundamentalistas con grupos económicos y tecnocráticos modernizadores. En la medida en que sus posiciones son, en ciertos puntos, objetivamente contradictorios, esas alianzas a menudo se quiebran o alojan tensiones explosivas".
Lo que hoy sucede entre la derecha y la izquierda mexicana, es un eco de lo que sucedió en el año 16 cuando todos se juntaron en Querétaro para redactar nuestra nueva constitución. Logrado el texto, después fue eliminarse entre ellos ( A Villa y a Zapata los Mataron) para quedarse uno en el poder y darle largas a la solución de los problemas sociales.
Y aún después del reparto, el sabor de boca que se nos queda es que el auge del campo fue antes de y no después; la nostalgia de la vieja hacienda y el desprestigio de los ejidos.
CANCLINI DICE:
"El patrimonio es el lugar donde mejor sobrevive hoy la ideología de los sectores oligárquicos, es decir, el tradicionalismo sustancialistas. Fueron esos grupos... los que fijaron el alto valor de ciertos bienes culturales... Incorporaron también algunos bienes populares bajo el nombre de "folclor" marca que señalaba tanto sus diferencias respecto del arte como la sutileza de la mirada culta, capaz de reconocer hasta en los objetos de los otros el valor de lo genéricamente humano".
Esto comienza a dar explicaciones del por qué del comportamiento de ciertas instituciones. Del por qué, por ejemplo, se deja de publicar o de seguir fortaleciendo un movimiento que durante muchos años se había venido dando en nuestra ciudad, la literatura. Sin preguntarle a nadie, por decisión única del poder en turno, sin dar explicaciones ni nada más.
También Canclini habla de los museos. Y los toma como la forma en que la misma hegemonía tiene para dar un orden al pasado.
Dice: "Preservar un sitio histórico... es una tarea sin otro fin que el de guardar modelos estéticos y simbólicos. Su conservación inalterada atestiguaría que la esencia de ese pasado glorioso sobrevive a los cambios".
"El campo y sus tradiciones representan la última esperanza de redención".
En eso de los museos también nos movemos en el nivel de lo simbólico. El peligro que corremos es que la independencia y la revolución se nos quede en los museos o como algo que se administra porque representa lo contrario a lo que "algunos" quieren.
Por medio de estas explicaciones es más fácil embonar el hecho de festejar una revolución cuyo principio fue: Sufragio efectivo no reelección" con la petición de reelegir ciertos puestos. Es más fácil comprender las razones de unión de la derecha y de la izquierda y sus consecuencias. O festejar la independencia cuando estamos de lleno en la economía globalizada.
No sé que vaya a resultar de todo esto. Lo único que queda claro es que no existe un deber ser consistente. Que es muy fácil seguir jugando con la credibilidad, sin conseguir resultados.
¿Qué dicen que festejamos?