Hace algún tiempo, un grupo de personas pensó formar un fondo económico que con los intereses que produjera en el banco fuera de una considerable ayuda para los centros asistenciales. Por medio de sorteos se juntaban fideicomisos y en un primer momento pareció ser buena ala solución. Eso fue lo que le dio vida al Papro y durante mucho tiempo se hicieron los sorteos de casas y automóviles, hasta que estos dejaron de funcionar y los promotores fueron desapareciendo. Hoy, lo que producen dichos fideicomisos no son la gran cosa puesto que los intereses que pagan los bancos han bajado a lo mínimo; además hay que contar con las devaluaciones que volvieron humo las primeras cantidades conseguidas.
De todos modos, los centros asistenciales siguen existiendo y a diario la necesidad es la misma: con que vamos a subsistir.
De manos del gobierno se han recibido apoyos de todos tipos. Eso resultaba ser importante para ellos. Parece ser que últimamente, quizás a causa de las noticias que se nos dieron en diciembre de que no se pudo hacer nada con el presupuesto de ingresos y de egresos de la federación y por las rencillas que entre los mismos partidos políticos se traen, la otra solución ha sido recortar el presupuesto asistencial; y hay muchas maneras de hacerlo; por ejemplo dudar de la honestidad de las organizaciones. Como se descubren organizaciones que han utilizado lo asistencial como un parapeto para lucrar, ahora lo más fácil es quitarle la confianza a todo y suprimiendo por delante lo que antes les servía de apoyo. Bueno si hicieran lo mismo con los partidos políticos otro gallo nos cantara pero a estos no creo que les hayan quitado ningún presupuesto y mucho menos se dude de su honestidad. Hay mucha diferencia entre ser un centro asistencial y un partido político que difícilmente recibe el mínimo indispensable de votos para seguir subsistiendo y que nosotros estamos pagando con nuestros impuestos.
En el asilo de ancianos de torreón existen cerca de ciento diez personas que disfrutan de los servicios que esta institución presta. Son personas que siguen comiendo y que siguen necesitando de servicios médicos y de atenciones y de personal que se los presta lo cual viene a traducirse en gastos. Ahora ¿de dónde? Si en lugar de incrementarse las aportaciones de ayuda, por todos lados se recorta.
Una de las maneras que tiene la casa del anciano de ayudarse es un bazar que se realiza dos veces al año. Las personas acostumbran a llevar ahí cosas que les estorban en sus casas como ropa, libros, muebles, enseres, cosas que pasan de moda. El bazar los vende a muy bajo precio y lo que saca les ayuda a sufragar ciertos gastos. Pues este año, al parecer no ha sido mucho lo recolectado y si no existe la mercancía entonces ¿qué se podrá vender? Lo del bazar es un poco poner en práctica lo de los panes y lo de los peces sin que sea una carga para nadie. Unos aprovechan para deshacerse de las cosas que nada más les ocupa espacio en su casa, y otros consiguen los objetos necesarios a muy bajos precios y el bazar cumple la función de aportar algo a al casa del anciano que hoy más que nunca se encuentra necesitada.
Por las mismas deben de andar todas las demás instituciones que prestan ayuda asistencial a la ciudadanía; la casa del niño, la casa de la madre lola, todas las demás casas que alojan personas por alguna u otra razón. Ahí siempre se necesita y se necesitará, lo que aporte a ellas nunca saldrá sobrando, porque siempre existirá alguien más a quien ayudar.
Con esto de los centenarios nos olvidamos que los movimientos, ambos dos, surgieron con el fin de que la justicia fuera más pareja para todos. En los viejos sistemas los muy pocos se aprovechaban de los bienes dejando a los muchos en la miseria. Después de estos movimientos se ha ido, (debo decir ¿se iba?) formando una clase media a la cual cualquier ciudadano podía aspirar. Y se formaba a base y el tesón de los ciudadanos que pensaban vivir en una sociedad que les permitiría prosperar. Hoy esos sueños parecen irreales. Cada vez más nos estamos conformando con la sobrevivencia.
Si se desprotege a los viejos y a los niños sin hogar ¿qué podemos esperar del resto de los hombres?. No se trata de repartir un peso o quinientos pesos a través de tarjetas. (Ahí si habría que dudar de quien busca y quien recibe esas ayudas) se trata de lograr una sociedad donde el hombre común y corriente encuentre trabajos con sueldos dignos y pueda sobrevivir sin andar buscando limosnas. Lo mismo, se trata de apoyar a las instituciones que su vez prestan servicio a los más necesitados a quienes han corrido con menos suerte en la vida; para no volver a los tiempos que las personas también llegaban a morir como si fueran animales en medio de la calle sin que a nadie le importara.
Mientras que aquellos que dicen representarnos y nos afectan de este modo para no afectarse a ellos mismos, reaccionan, por medio de este conducto la casa del anciano les pide su apoyo para el próximo bazar a realizarse a finales de abril principios de mayo. Si tiene algo que no le sirva en su casa y que a otros les pueda servir, dónelo. Basta con que lo entregue ahí mismo, y así sirve de que la conoce y se da cuenta del estupendo servicio que en ella se presta.
Como antes lo he dicho, los más de cien que ahí moran a diario comen, a diario se enferman a diario se mueren y a diario también se reciben peticiones de personas que no encuentran otro lugar a cual recurrir.
Estoy seguro que la vida se los agradecerá.