Cada quien tiene su propia visión del mundo y es un elemento importante en el proceso cultural. Ésta comienza cuando nuestra conciencia intenta conocer el mundo que le rodea y va organizando su conocimiento de una forma lógica, con el propósito de encontrarle una finalidad al hecho de vivir. De la idea que yo me forme de lo que yo soy y mi relación con la naturaleza, con los otros con migo mismo y con la metafísica, se van a derivar los parámetros, las reglas, las leyes que me imponga para la existencia o que se imponga la sociedad para lograr sus objetivos.
Aquí el problema es el enfrentar tres visiones del mundo: el objetivo, lo que el mundo es, el subjetivo, lo que yo creo que es el mundo y el social lo que la sociedad piensa que es el mundo. Aunado a esto hay que considerar que a veces la visión que se expresa del mundo no es sincera sino que obedece a intereses personales donde conviene hacer creer ya que la palabra ha demostrando ser muy efectiva para reemplazar a la realidad.
Hay muchas personas que se atienen a que les definan el mundo y para no esforzarse mucho dejan que el líder de opinión les marca las pautas de interpretación del hecho cotidiano. Es así como se va formando la opinión pública, lo que se hace creer, lo que se dice que la gente piensa y que si mucho sólo es un acercamiento estadístico y algunas veces circunstancial.
Si nuestros políticos andan muy interesados en volver a poseer medios de comunicación es porque saben que a través de ellos se moldea esa opinión y por la misma razón han convertido las estaciones radiodifusoras culturales en disque sociales porque eso les da más margen de acción en cuanto a influenciar el pensamiento.
La visión del mundo, entonces, es el rompecabezas que formamos con pedacitos que nos dicen que las cosas son; y con lo poco que nosotros hemos ido comprobando que son.
Ahora el objetivo de conocer la realidad es combatir la confusión y el caos. Por lo menos así lo plantean los libros mitológicos y los libros religiosos: en el principio era el caos, y cuando el acto creativo se da, comienza la organización y la finalidad. Cuando ese principio y esa finalidad se pierden entonces regresamos al caos hace falta volverse a plantear nuestra visión del mundo para encontrarle finalidad.
Esa inteligencia es la que les ha faltado a nuestros políticos, líderes, lideres de opinión y demás. El caos nos rodea, la inseguridad pública es uno de los tantos indicios que nos taren a la conciencia de que nuestros valores culturales andan mal.
Detengámonos un poco en responder el por qué de la inseguridad. Dicen que de aquel lado se manejan muchos billetes y que es muy fácil caer en la tentación porque para acceder a ellos sólo hay que pensar que la vida es corta y que igual te matan que matas y si has de morir mejor es disfrutar el aquí y el ahora, ni antes ni después no hay más.
Damos por adelantado que el valor social no existe; el yo es la medida de todas las cosas que es lo que corresponde el aplicar a la vida humana la ley animal del más fuerte. (Me suena esto a los principios proclamados por algunas corrientes liberales que siempre se han opuesto a que el estado se inmiscuya en la ley de la libre empresa don de que vale es la oferta y la demanda)
Damos por adelantado que cualquier principio religioso, queda rebasado; ninguna trascendencia metafísica sería freno para detener la mano que aprieta el gatillo que quita la vida a otro hombre como si fuera un animal (es un estado de guerra). Esto también trae a la memoria el grito existencialista de el hombre es un animal para la muerte que está destinado a la nada.
Pero también habría que subrayar que en los últimos cincuenta años se ha subrayado mucho que "para ser hay que tener". Por lo menos esa es la filosofía que promulgan los libros de superación personal donde los triunfadores son los que tienen no los que hacen. (Van Gogh era un pobre diablo mantenido por su hermano Teo. Quien se forra de billete en la actualidad es el que ha comercializado sus cuadros. O sea que el triunfador es el coleccionista y el que ha fracasado el pintor, que estaría a nivel de lumpen un loco cortándose la oreja).
El coctelazo que aquí hemos preparado sólo es el principio que explica el fenómeno llamado inseguridad. Por el otro lado resulta que la sociedad no tiene opciones para resolver el problema de la sobrevivencia digna del ciudadano. No solamente no hay fuentes de trabajo sino que éstas son mal pagadas. Ni siquiera se vislumbra solución, ¿O usted si la ve por alguna parte? Si por aquí no hay y por allá te ofrecer el confort y la felicidad, a la hora de que te dicen a quien escoges a melón o a la sandía, como dirían los políticos, a mi que me pongan donde hay. ¿Entiende usted porque se corrompe la policía tan fácilmente?
Claro, el discurso que suplantas la realidad no se plantea el problema en su magnitud. Con decir que generamos fuentes de trabajo y que estamos ganando la guerra en contra de la delincuencia no le ha quitado su temor a nadie. No hay una visión ni de pueblo ni de nación y ahora hasta lo religioso nos falla. (Hay que seguir a Dios, no a sus apóstoles). Así tampoco hay normativa que dirija acción a la resolución de lo que nos aqueja. La puerta falsa es la huída, (ese es precisamente el negocio de la inseguridad, el de las huídas) el mentir un poco aquí y un poco allá, una borracherita hoy, pegarse al televisor, distraer las atenciones. Vivir del melodrama ahogar la conciencia con lo que se acaba el hecho cultural.