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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

LOS CENTENARIOS Y LA NAVIDAD

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

En diciembre se diluyen las fastuosas fiestas de los centenarios o bicentenarios. En diciembre se festeja de nuevo la Navidad y eso que ya llevamos milenios de festejarla, pasa lo mismo que los centenarios, a medida que pasa el tiempo se ha convertido en pretexto para festejar el mundo de lo ideal, sin que eso ideal se concrete en una certeza de que la civilización va por buen camino.

Porque civilización es esto que hemos construido y que nos asombra porque ha demostrado que el hombre no es tan pequeño; por el contrario, muestra que puede realizar las obras de un gigante a través de lo cual se expresa, y no solamente se expresa él sino que también la relación que tiene con el universo, con las fuerzas oscuras que ha podido descubrir; pero que, sin embargo, ya desde antes había encontrado una conexión simpática con ella y pensaba que le funcionaba y actualmente cree que mejor de lo que ahora funcionan las nuevas comunicaciones con las que nos hemos dado cuenta de nuestro caos.

Navidad, mes del amor, y las balaceras en todo su apogeo por la calle sin que a lo largo de todo este tiempo se haya podido dar con la manera de combatir a los que se empeñan en terminar con nuestra paz. Sale a relucir que esto no pudo haber sucedido si antes no existió alguien que se dejó corromper para que esto creciera como un gran alud que se ha vuelve avalancha. Esos son los que se pueden enorgullecer de su gran obra, tal vez no del mismo tamaño que sus cuentas bancarias, pero ahí está, sin lugar a dudas, el llanto y crujir de dientes, la gran desesperación de unos ciudadanos que temen llegar a la situación de Haití, o de algunos países africanos donde ha dejado de imperar la humanidad para dar paso libre a la animalidad y lo que significa la Navidad queda para la historia.

Cuento de niños los cuatro evangelistas y la historia de un Dios que nace y tiene como cuna un pesebre. Cuento de niños la historia de Navidad que toca el corazón del hombre egoísta que sólo vive para servir a un balance contable. Cuentos de niños las demás historias que se generan para producir la venta comercial; la del barrigón vestido de rojo o Rodolfo el reno, o el mundo del polo norte y los demás mitos. La modernidad ha ahogado el ritual de la posada, el de los ponches, las piñatas, lo bolos, la fraternidad humana. Todo eso se ha ido diluyendo en la realidad del tanto tienes tanto vales; para qué pensar en la trascendencia si sólo estamos seguros del aquí y del ahora y de la fantasía que producen los billetes.

¿A donde han ido a parar los supuestos libros de superación personal? Llenaron la cabeza de los jóvenes con textos simples de lecciones sencillas que proclamaban que el ser se reducía al tener y que la vida de un triunfador se tasaba en la de un poseedor de bienes. Para ello tenías que convertirte en un vendedor, capaz de dar la vida por tu empresa; como tal vez, anteriormente, cuando nos inventaron los nacionalismos, nos enseñaron a ser capaces de ofrecer la vida por nuestra patria.

Los medios supeditados a los fines. Ya lo sabemos, hasta las palabras que parecen amables, esconden el filoso puñal listo para ser clavado en nuestras espaldas. A lo mejor, no nos hemos dado cuenta, estamos volviendo a la antigua religión del sacrificio humano que clama por al sangre de los mexicanos para ser ofrecido al Dios solar Huichilobos; emular a los veinte mil sacrificios que los aztecas realizaron en su tiempo y con sus medios, en estos tiempos donde le vida se ha convertido en muerte.

Vivir para tener se nos ha convertido en vivir para temer. Es así como terminamos nuestro ciclo. El miedo ha reducido nuestros espacios, aunque estos sean de lujo. ¿Hace cuánto tiempo no camina por la ciudad? ¿Desde hace cuánto tiempo esta ciudad dejó de ser suya? Se la roban y es imposible hacer nada porque el mismo que está encargado de vigilarla, a lo mejor, está inmiscuido en el hurto; ¿Y quien lo puede probar?

Pero sabe qué, también le han robado la credibilidad. Estoy seguro de que usted ya no cree en nadie. Por eso se alzan las bardas y se aísla del mundo; por eso se rehúye de las personas y se prefiere entablar relación con el amigo cibernético que piensa no puede hacerle daño. Por eso se llena de ruido y no de música; su frontera es el audífono. Los demás son nuestros enemigos y tratan de eliminarnos. (A puerta Cerrada).

Una Independencia, una Revolución, una Navidad, y podríamos seguir acumulando los innumerables acontecimientos que han pasado por la historia y que antiguamente pensábamos iban a servir para algo y que hoy nos damos cuenta se quedaron en un simple proyecto. Porque ni siquiera como mito nos están sirviendo. Ya no funcionan los mitos. No simbolizan nada.

Hay que dirigir la mirada hacia otra parte, hacia las personas que se empeñan en construir el mundo como el ideal lo aconseja; porque aún hay gente capaz de darse por los demás, quienes piensan que las pequeñas acciones sirven de alivio a las grandes heridas. Porque hay gente, que sin el glamour de las luminarias, se acordará que hay alguien esperando un simple saludo, un simple juguete, un simple tamal. Porque hay alguien que aún cree en la mayordomías y en la reliquia, en el trabajo social o simplemente en cumplir bien con su función para que el conglomerado social camine hacia donde debe caminar.

¡Aún hay gente que se da! Estas son las únicas personas que pueden salvar nuestra civilización!

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