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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

Promoviendo la lectura, siglo XIX

En el siglo XIX se gestaron los nacionalismos; es decir, que la idea de lo nacional no existía anteriormente. El reino remplazaba lo nacional y era posesión de un rey. Fue por medio de la ilustración y los movimientos revolucionarios que se cultivo la idea de lo nacional y junto con ello la de democracia.

Esta idea, donde toma significado la palabra patria, es la que promueve la unidad cultural a partir del espacio y del tiempo. No necesariamente esta unidad tiene que corresponder a la realidad, lo más importante es que se implante y se crea. La patria, lo nacional, es el grupo de personas que comparte un espacio, y en ese espacio también son herederos de una misma historia, y todo mundo acepta, por lo menos aceptaban que en eso se fincaba la unidad.

No nos vamos a meter a discutir a los teóricos que afirman que el poder hegemónico implanta la idea para la explotación de un mercado a su favor. Ahora lo que nos interesa es a través de qué medios se va gestando la idea de nación en la sociedad sobre todo en las clases populares.

En siglo XIX uno de los grandes movimientos artísticos es el romanticismo que viene a ser la contrapartida de movimientos literarios mucho más intelectuales como el neoclasicismo. El romanticismo no está dirigido ni para las clases altas ni para las intelectuales, sino para las clases populares que de alguna manera o de otra participaron en los movimientos revolucionarios. En el caso de México, muchos de los escritores del romanticismo participaron en la política, con lo cual demostraban el acuerdo entre la acción y la palabra. La literatura no se queda en el mundo de la ficción ni del lirismo sino que se pone en práctica den la realidad.

En una nación que nace primero había que dar a conocer lo que era la patria y creo que ese es el principal mérito del Periquillo Sarmiento de Fernández de Lizardi. Junto con ello los deseos de justicia y libertad que las personas comienzan a exigir en la nueva nación que nace. La literatura, algunas veces se aleja del discurso político, que en caso mexicano oscila entre los conservadores y los liberales incrustados en las logias masónicas. A través de la novela y la poesía principalmente surge el pueblo, las personas y las condiciones en donde se ven frustradas sus aspiraciones, pero también se expresa la profunda fe que los mantiene.

Hay que aclarar que en este tiempo es muy difícil marcar la diferencia entre la obra de arte romántica y la novela de folletón. Aunque la segunda tiene un fin netamente comercial, a pesar de que exagera sentimentalmente la realidad de sus personajes, deja entrever las condiciones sociales y políticas que no podemos ver si nada más nos atenemos a la historiografía. La misma historia tiene que dramatizarse para revivir el pasado. La literatura,, aunque sea en forma de folletón , cumplen con ese objetivo, son esa otra parte de la historia que nadie nos va a contar, sólo un buen autor.

En el caso de Europa podríamos referirnos a dos obras: Los Miserables de Víctor Hugo (Padre del romanticismo Francés) y los "Misterios de parís" de Eugene Sue, considerado escritor de folletín pero cuya obra sirvió para alimentar un movimiento revolucionario como el del 48 del siglo XIX francés.

La realidad se viste de ficción, y la ficción enriquece la realidad. Eso es el siglo XIX literario. Grandes obras como "Los Bandidos de Rio Frío" de Payno o "Astucia" de Luis G Inclán, "Calvario y Tabor", de Vicente Riva Palacio, son otra manera de contar la historia. Tenemos que recordar que estos autores también nos han dejado como herencia sus ensayos históricos; en el caso de Riva palacio es "México a Través de los Siglos", y en el caso de Payno su colaboración con el primero en el Libro Rojo.

Por el lado de la lírica sobresale Guillermo Prieto, que no solo rescata el sentir popular sino que cultiva la poesía patriótica en el "Romancero Nacional" que nos cuenta la historia de su México recién vivida, la independencia y las gestas posteriores hasta la que ellos están viviendo. No hay que olvidar que fue Prieto quien se interpuso entre Juárez y los soldados para que no lo mataran. Otro poeta que también cultivan el lirismo Nacional en el siglo XIX sería Díaz Mirón cuyos poemas nos enseñaron en la primaria.

A nivel de lo popular, en el caso de la poesía se da el corrido, tal vez los más famosos aquellos que se refieren a la intervención Francesa ( Adiós Mamá Carlota)

En el corrido tenemos que reconocer la herencia española del romance (La forma del verso es la misma, casi siempre octosilábico donde riman los pares preferentemente asonante) De nuevo, volvemos a insistir, son maneras de narrar los sucesos de la historia, hablar de los personajes que son los héroes, que nos siguen heredando la tradición oral y popular, fundamento de las culturas populares.

En el siglo XX nadie puede negar la importancia ni de la novela de la revolución ni del corrido revolucionario, donde la patria sigue en su lucha constante por dejar huella. Tal vez el corolario de este intento de sentir lo nacional sea la Suave Patria de López Velarde, Muerte sin fin de Gorostiza, o la misma piedra del Sol de Octavio Paz.

En la literatura mexicana abundan los autores que hablan de nosotros y que nos enseñan a sentirnos con nuestros valores y nuestras debilidades. La literatura es nuestro espejo. Esto es lo que somos.

  Por: José Luis Herrera Arce

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