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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

Promoviendo la lectura, los mitos

El hombre siempre se ha distinguido por tratar de conocer; pero sobre todo, ha querido estar seguro de que lo conocido corresponde con la realidad.

Hoy debemos de aceptar que la chapuza que se ha cometido es que de aquello que no ha podido indagar su realidad, lo inventa, porque sobre todo, en el conocimiento siempre ha tenido una intención práctica, dominar a la naturaleza y con ello su propio destino.

El hombre no llegó a dominar el conocimiento científico sino hasta el siglo XVII y XVIII; sin embargo, desde mucho antes, ya le había arrancado a la naturaleza muchos de sus favores. Para ello había tenido la necesidad de inventarse un mundo invisible que tenía que estar en alguna parte; lo intuía, lo presentía, lo necesitaba, sobre todo esto, había una cierta necesidad de asemejarlo, dando a las fuerzas naturales cualidades humanas. Estructurándolos dentro de un todo al que hoy llamamos mitología.

Todos los pueblos del mundo tienen sus grandes mitologías, y entre más grandiosas se han mostrado esas civilizaciones, más complejas, ricas y sabrosas son sus historias.

En nuestro caso somos productos de tres cuerpos mitológicos bien importantes, el griego, el romano y el judaico-cristiano; podríamos enriquecerlo aún más si aceptamos las influencias de los musulmanes, que si dominaron once siglos en España, algo nos tuvieron que heredar. (Los mismos Musulmanes tienen influencias del judaísmo, por lo menos las tres religiones monoteístas más importantes, poseen el mismo tronco común que es Abraham).

Aclaro, no veo esto desde el punto de vista religioso, sino del mitológico. Aquí lo que importa es como se va conformando a la explicación del mundo antes de que hubiera cualquier intelecto que pudiese imaginarse y demostrar al big bang.

Una de las más importantes explicaciones es la creación del mundo; y la mayoría está de acuerdo que antes de cualquier mundo lo que existía era el caos y que para abatirlo necesariamente tuvo que haber una fuerza creadora que organizara y diera un sentido.

El caos es lo que no tiene una estructura, un orden o finalidad. La creación, en cualquier mitología, lo que intenta dar es ese orden y esa finalidad aunque siempre habrá una fuerza contraria que se oponga. Entonces, el mundo, incluido el hombre será la historia que pensamos nos debe de llevar a alguna parte, donde se corone la labor de la creación.

Si leemos a Hesíodo o cualquier compendio de mitología griega o latina nos encontraremos esencialmente esto. En la lucha surgen héroes y antihéroes y lo que se encuentra desterrado de ella muchas veces es la lógica. Aquí no funciona la lógica, por ello el fundamento de cualquier religión es la fe.

¿De dónde salen las historias? pienso que de la observación que relaciona lo que pasa en el mundo de los cielos, de los astros y darse cuenta que eso que pasaba en el cielo tenía que ver con lo que pasaba en la tierra. Las sociedades agrícolas necesitaban comprender como funcionaba esto de la naturaleza para saber cuando sembrar, cuando cultivar y cuando cosechar, y cuales eran los elementos primarios que intervenían en un buen producto y de esta forma entablar relación en él. El mito era el medio que después podía traducirse en un ritual. Si quisiéramos decir esto a un lenguaje más cercano afirmaríamos que es la ciencia de aquellos tiempos y la técnica que se estaba desarrollando sin más fundamento que la imaginación y la observación.

Lo grandioso es que les funcionaba por eso su influencia persiste hasta en nuestros días. Aún hoy, aquellas historias nos siguen embelesando y mantienen un perpetuo equilibrio entre la fantasía y la realidad.

También, nuestros pueblos autóctonos construyeron sus mitologías que dieron como resultados los grandes monumentos de los cuales nos azoramos y reconocemos como grandiosos, llámense pirámides o calendarios. Y las historias están ahí en los códices que se han podido rehacer después de su destrucción general y en los documentos post hispánicos que han persistido como lo son el chilam balam o el popol bu. En las historias cosmogónicas que nos hablan de los soles creados y de su destrucción, de los actos heroicos y de los actos de cobardía, los juegos de pelota, los ovillos de lana que se convertían en dioses, todo ello está ahí, como en la mitología griega o romana tratando de representar la maquinaria de este movimiento al que llamamos naturaleza.

Algo similar hacen textos más cercanos a nosotros como puede ser la biblia. Se nos explica la creación del mundo y de los hombres, se propone una finalidad, se habla de una fuerza que actúa en orden inverso, pro también se promueve una fe en la redención.

No podemos, aunque queramos, desprendernos de ello. Sigue siendo parte de nuestra propia definición, de las estructuras que utilizamos para vivir el tiempo, Navidad, epifanía, crucifixión, resurrección, una historia continua que cada año nos renueva, y nos alimenta, como ha alimentado a todas las otras civilizaciones.

Nosotros también somos las historias que nos inventamos y que enriquecen nuestro sentido de ser. Así como podríamos criticar la historia que soporta nuestro nacionalismo, podemos criticar todas las demás, las religiosas, las morales, las patrióticas. Mil veces preferible cualquiera de ellas esta animalidad de la muerte que no tiene otro sentido que la nada. Huichilobos, por lo menos, era un Dios solar que hizo de su pueblo un gran imperio, dándole a la muerte un sentido. ¿Qué sentido tiene vivir las muertes diarias que hoy nos rodean? ¿Convertir a nuestros niños en asesinos a sueldo?

  Por: José Luis Herrera Arce

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