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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

El otro sentido del tiempo

Estamos acostumbrados a que se nos diga que el tiempo es dinero, o que el tiempo que vale es el productivo. En estas condiciones, al hombre se le convierte en un ser que debe de enajenarse con el trabajo, como si esto fuera el fin último de la existencia. El tiempo hay que convertirlo en dinero, para tener satisfactores. Después la trampa será que no es necesario dedicarse al trabajo para obtener lo que éste te proporciona y muchos habrán de seguir las rutas cortas que han convertido a nuestra sociedad en lo que es.

Pero existe otra manera de considerar el tiempo; aquel que te recuerda que vivir significar un transitar hacia alguna perfección. Si es en el plano social, hacia la consecución de la justicia, según las múltiples maneras que existen para definir lo que es esto, y si es en el plano de lo personal, es el camino hacia la perfección humana, también según la forma en que las ideologías religiosas y sociales te especifican en que consiste esta perfección. En este plano, nos introducimos al ser algo y no nos conformamos con tener algo. El ser social o el ser individual, diariamente se mueven hacia alguna parte que les da sentido. La sociedad consigue su razón de ser cuando siente que logra ese algo que ya ha definido en su utopía, lo mismo el hombre en lo particular, siente que se realiza cuando logra conseguir o llegar a una de sus metas.

Pensemos en un deportista; la razón de su entrenamiento se encuentra conectada con el reto que se propone vencer, la competencia. Sentirá orgullo cuando logre demostrar su valor al enfrentarse a otros que buscan lo mismo y si no lo logra, entonces , para el siguiente año volverá a intentarlo, y entrenará a diario para obtener su propósito. Cuando lo logre, entonces verá hacia adelante y a lo mejor, para no sentir el vacío que supone no contar con una barrera que vencer, se propondrá una meta más alta, romper otro record; y si nos fijamos en la historia de las olimpiadas, nos daremos cuenta de que siempre es posible poner nuevas marcas. El esfuerzo de los hombres no tiene límites.

El poderlo hacer es lo que vale y es lo que se goza.

Lo mismo pasa socialmente. Hay grupos humanos que se proponen llegar a alguna meta y coordinan su trabajo para lograrlo. Las grandes empresas que tienen su historia en tiendas pequeñas suponen eso. Se van extendiendo y ramificándose hasta lograr convertirse en la primera empresa en su tipo. Otras organizaciones, se avocarán a resolver algún problema social, no solamente sobreviviendo, sino con el objetivo de tener lo mejor en su ramo para poder superar el servicio que ofrecen.

Es el hecho de querer ser lo mejor lo que mueve a muchos hombres. Siéndolo cumplen su función humana siempre y cuando en las reglas del juego se respete a los demás. Hoy que hablamos tanto de los derechos humanos eso supone, darle valor a la vida de los hombres, sobre todo de los otros hombres y con las acciones de uno enriquecer la vida de los otros.

En este sentido, el tiempo es una acción constante que supone una perfección en crecimiento. Un árbol todos los días crece y no nos damos cuenta y crece para obtener un producto final. Si el árbol no cumple con tener ese producto entonces necesita de algo que lo haga producir y cuando no lo hace, hasta la misma parábola dice que hay que arrancar la higuera.

En este sentido del tiempo, cíclicamente, tenemos nuestras estaciones. Es lo que festejamos en estos días. Aunque no seas religioso, te contagia el ambiente que se conforma a tu alrededor. Puedes valorar lo logrado en un año según tus propósitos iniciales, y tienes la posibilidad de enmendar la ruta o de proponerte nuevas metas si ya has conseguido las anteriores.

El chiste es realizarse; y en conseguir una meta consiste la realización. El saber que uno puede lograr las cosas y el gozar haciéndolo.

Claro, también existen las trampas y eso es lo que corrompe a la sociedad. La trampa de quien con engaños consigue las cosas y no le importa los medios para conseguir los fines. Este tipo de persona no quieren ser sino tener. Desde aquel que quiere tener un título sin ser el profesionista que tal hecho supone, hasta aquel que quiere tener dinero sin ser el trabajador que produzca tal riqueza. De que lo logran lo hacen y lo vemos a diario, pero a su paso dejan la decadencia social.

Esto es lo que nos aniquila a diario, la cultura de la muerte, la cultura del soborno, la cultura de la trampa, la cultura de la mentira, la cultura de la animalidad. La cultura del tener. A estos no les sirve la concepción cíclica del tiempo porque no les conviene preguntarse; se darían cuenta del daño producido al escuchar a su conciencia.

En estas fechas habrá que preguntarse qué soy en lugar de qué tengo. El tener hay que ponerlo en relación con el ser y no a la inversa, que es lo que han hecho todos aquellos que nos han echado a perder este país. Es tiempo de revalorar la vida humana. Ese es el sentido que se perdió en el camino.

¿Cuál es el sentido de la nación, de la sociedad, de la educación, del hombre? ¿Cuál es el sentido de nuestras comunidades? ¿Hacia donde nos dirigimos? ¿Qué queremos ser?

Solamente nosotros mismos podemos dar esa respuesta.

  Por: José Luis Herrera Arce

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