L A elección de Durango, que aún no termina debido al recurso de impugnación interpuesto por la Coalición del PAN-PRD y Convergencia, tiene varios matices para ser analizados independientemente del fallo que se dé en los tribunales electorales.
En materia de partidos, el resultado tan cerrado de la elección para gobernador (Jorge Herrera Caldera sólo obtuvo 15 mil votos más que su principal opositor José Rosas Aispuro), revela la falta de trabajo partidista en el PRI de Durango, donde no se realizó trabajo previo al proceso electoral, es decir, no hubo acercamiento con los ciudadanos sino hasta que las votaciones estaban a la vuelta de la esquina.
Contrario a esto es lo que sucede en el PRI de Coahuila, donde el partido desarrolla un trabajo diario para involucrar a personas en la política de manera activa, bajo la premisa de su dirigente Rubén Moreira, que las elecciones se ganan antes del día de la votación, es decir, con meses de anticipación se crean cuadros que sean el voto duro del partido independientemente del típico acarreo que se dé el día de la elección.
En Durango el PRI se limitó a las viejas prácticas, es decir, no formó bases y le apostó sólo a la torta y entregas de despensas para llevar a la gente a votar (aunado al presunto robo de urnas e intimidación denunciado por la Coalición). Sin embargo, el PRI de Durango o el gobernador, Ismael Hernández Deras, minimizaron el hecho de que enfrente tenían a José Rosas Aispuro quien se sabe todas esas viejas mañas debido a su pasado priista. Además tras su salida del tricolor se llevó a varios correligionarios que incluso no renunciaron al PRI, pero sí le echaron la mano para obtener votos.
Por desgracia es iluso pensar que lo cerrado de la competencia sólo se debió a la participación ciudadana, de ambos lados hubo estrategias sucias para ganar la elección. La única diferencia es qué partido estaba en el poder y por ende tenía más recursos para aprovecharlos.
Después de todo como dijo el ex alcalde de Gómez Palacio, Carlos Herrera, fue una contienda entre priistas. Uno de mayor carrera como José Rosas Aispuro, y otro más nuevo como Jorge Herrera Caldera, quien le debe su meteórica carrera y gubernatura a su amigo Ismael Hernández Deras.
De lado del PAN la formación de cuadros en Durango, como en varias partes del país, simplemente no existe. El albiazul desde que llegó al poder en el 2000 se ha dedicado a dilapidar su capital político, descuidando el trabajo partidista que se debe hacer diario. De ahí que para poder competir en Durango o en Veracruz el PAN tuvo que recurrir a priistas "renegados" que al no obtener la candidatura por el tricolor deciden competir bajo otros colores independientes de las ideologías políticas.
El PAN en 10 años en el poder ha sido incapaz de crear políticos ganadores. El PRD ni se diga. Esto sin duda resulta preocupante para Acción Nacional, cuyos militantes se han dedicado a gozar las mieles del poder, pero no a hacer un trabajo de gestoría social.
Vaya, la falta de trabajo partidista llevó al presidente Felipe Calderón a tomar las riendas de las campañas y bajo cualquier pretexto salir en cadena nacional para anunciar los supuestos logros de su gobierno, y así hacer campaña a favor de su partido.
Otra lección de las votaciones del pasado 4 de julio fue el descontento que existe en un amplio sector de la población hacia el gobierno de Ismael Hernández Deras, que deja un estado con bajos niveles de competitividad y por el contrario altos índices de inseguridad.
En caso de que Jorge Herrera sea ratificado como ganador de la elección, por primera ver un gobernador de Durango le deberá prácticamente su triunfo a la Comarca Lagunera. Este hecho debe obligar a Herrera Caldera a voltear con mayor frecuencia a La Laguna y generarle mayores beneficios que sus antecesores, quienes siempre han visto con recelo a nuestra región.
Por otra parte, lo apretado de la victoria obliga a Herrera Caldera a dar resultados inmediatos, lo cual no será fácil por la pesada herencia que le dejará Ismael Hernández Deras.
Durango vivió un proceso inédito, por primera vez el PRI no se mostró como el partido todo dominante, lo que obliga a los priistas a hacer un análisis sobre qué hicieron mal, pero sobre todo obliga al nuevo gobernador a realizar un mejor trabajo que sus antecesores.