La Tarea
Entre broma y broma la violencia se asoma
Las “bufonadas” con indirectas suelen esconder enojos y problemas graves en la pareja, como los celos, la desconfianza y la inseguridad
Cecilia Rosillo
EL UNIVERSAL
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Bueno, ya no sabes si es o se hace, pero la verdad es que las bromitas empiezan a molestarte, al principio te parecía gracioso, pero ahora más bien parece que te está mandando indirectas: sí amor ve, pero si te tardas te dejo las maletas en la puerta; la hora de las caricias es a las nueve estés o no estés; sí, llámale a tu amiga, sirve que yo platico con su marido.
Cuando en una pareja las bromas pasan a tener un doble mensaje es que conllevan una carga de violencia, dada cuando hay cosas que nos molestan, pero que no han sido resueltas. Es una forma de agresión y agredimos cuando nos sentimos atacados en cualquier manera, física, emocional, económica o sicológica.
El problema de las bromas es que son una violencia encubierta que, de no resolverse, puede llegar a generar un círculo vicioso que desemboque en agresiones más graves y directas, como la falta de respeto y la violación a la intimidad de la persona. Así, el principal problema no es la agresión misma, sino lo que la causa. En muchas ocasiones, esta forma de expresar violencia en la pareja aparece después de una alguna crisis de valores; por ejemplo, cuando alguno quebranta la confianza o falta de manera grave al respeto a la relación y los valores compartidos hasta el momento.
Una pareja que se tiene confianza puede presentar esta crisis cuando la desconfianza se presenta de golpe, como descubrir en el otro alguna mentira, que se oculten cosas importantes como el verdadero trabajo al que se dedica, la forma en que obtiene sus ingresos, la gente con quien trata o hasta una infidelidad.
En este caso, las bromas se quedan en un primer nivel de problema, pero se pasa a los celos y al acoso, los alimentos favoritos de la desconfianza. Y aunque todos presentamos celos, en niveles bajos son normales para el desarrollo de la relación, pero después de una crisis de confianza son el infierno de la inseguridad.
Cuando la pareja no resuelve lo que le molesta y los comentarios chistosos son cada vez más fuertes se pasa a tener actitudes que reflejan la angustia y la ansiedad. Puede darse que se esculquen las cosas y hasta la ropa, que se interrogue por todo al otro y que se le chequen las salidas o el tiempo que tarda en volver.
En estos casos, lo que maneja la relación son las suposiciones, pues por lo regular las incertidumbres son las que imperan y no la completa seguridad. De tal modo, lo que al final termina por destrozar la relación es que ambos sienten amenazada su persona, uno como acosado y el otro como acosador, lo que hace que la violencia se incremente, se elimine la posibilidad de diálogo y de comunicación efectiva.
Los expertos aconsejan como lo más sano que el enojo se diga y no se encubra ni con bromas, para evitar el inicio de la violencia. Cuando un evento de desconfianza se presente afectando la relación se acuda a terapia, se evite cerrar los canales de comunicación, abrirse a la verdad y a restaurar los valores en crisis.