Espías. Las agencias de Inteligencia occidentales colocan infiltrados e informantes dentro de Al Qaeda y el Talibán. EFE
Meses después de ser liberado de la prisión de Guantánamo, Abdul Rahman, volvió a juntarse con líderes terroristas en la frontera entre Pakistán y Afganistán. Pero esta vez como doble agente, suministrando secretos del Talibán y Al Qaeda al espionaje paquistaní, que después los compartía con sus colegas occidentales.
La jugada le costó la vida, según un exoficial de Inteligencia militar paquistaní, Mahmood Shah. El Talibán empezó a sospechar y después de numerosos interrogatorios lo ejecutó.
El caso de Rahman, que Shah reveló, destaca un aspecto clave de la lucha contra el terrorismo: las agencias de Inteligencia occidentales, con la ayuda de aliados islámicos, colocan infiltrados e informantes dentro de Al Qaeda y el Talibán. El programa parece dar sus frutos, aunque muchos infiltrados como Rahman son descubiertos y muertos.
Fue la pista de un miliciano de Al Qaeda devenido informante lo que permitió a las autoridades internacionales hallar explosivos ocultos en paquetes despachados de Yemen a Estados Unidos hace una semana, dijeron funcionarios de seguridad yemeníes. Los expertos dicen que los explosivos podrían haber causado explosiones tan mortíferas como la del avión de Pan Am en Lockerbie, Escocia, en 1988 que dejó 270 muertos.