En riesgo. El 8% de los alumnos de primaria, el 11% de los de secundaria y el 7% de los maestros y directores de las Escuelas Seguras han visto armas al interior del plantel.
En las llamadas Escuelas Seguras que impulsa, desde 2007, la Secretaría de Educación Pública (SEP), hay robos y peleas a golpes en su interior, y venta y consumo de drogas a sus alrededores.
La mitad de los alumnos de primaria acusa que hay riñas entre compañeros; 29 por ciento, que hay robo de materiales, y 36 por ciento, hurto de dinero y pertenencias, según la Encuesta Programa Nacional Escuela Segura, que es representativa de los planteles que participaban en 2009 en el programa y que se ubican en los 150 municipios más violentos del país.
En secundaria estos porcentajes son mayores.
El 56 por ciento señala que sus compañeros se pelean a golpes; 39 por ciento acusa robo de materiales y 42 por ciento hurto de dinero.
El 8 por ciento de los alumnos de primaria, el 11 por ciento de los de secundaria y el 7 por ciento de los maestros y directores han visto armas al interior del plantel.
Pero si esto sucede dentro, afuera de las escuelas también hay signos de alarma -a pesar de que el programa comenzó en 2007-: 42 por ciento de los alumnos de primaria señala que hay pandillas; 15 por ciento, venta de drogas; 22 por ciento, consumo de drogas y alcohol cerca del plantel.
En el caso de secundarias, 60 por ciento señala que hay pandillas, 22 por ciento indica que hay venta de drogas y el 27 por ciento, consumo de drogas y alcohol.
El subsecretario de Educación Básica, Fernando González, señala que dos años no son suficientes para mover los indicadores de violencia que se registran al interior y exterior de las escuelas.
No obstante, aseguró que el Programa de Escuelas Seguras funciona, que le apuesta a la participación de los padres de familia, a una nueva formación docente, a la elaboración de materiales educativos que permiten a los alumnos trazar un proyecto de vida y contar con una agenda de prevención en las escuelas.
Nelia Tello Peón, investigadora de la Escuela Nacional de Trabajo Social y coordinadora del programa Comunidades Seguras de la UNAM, es menos optimista.
"En la escuela no estamos desarrollando habilidades en los estudiantes para poder convivir pacíficamente", expresó.