Daños considerables. Detalle de los daños en un sector de la localidad de San Martín Texmelucan, Puebla. Visita. El presidente Felipe Calderón en San Martín Texmelucan, estuvo con damnificados de la explosión de ductos de Pemex.
"Cuando me asomé por la ventana de mi cuarto, esto era un infierno. Las llamas llegaban hasta la punta de los árboles, por la calle corría un río negro, había mucho humo y el calor era espantoso". Juan Carlos Fregoso describe así lo que empezó a suceder a las 05:45 horas en la calle de San Diego, cuando una fuga de hidrocarburo en el Complejo Petroquímico Independencia provocó una serie de explosiones que causaron la muerte de 28 personas -13 de ellos menores de edad- y dejaron por lo menos 52 heridos y 115 casas dañadas, 32 de éstas con pérdida total, según los reportes oficiales.
A esa hora, una fuerte explosión levantó de la cama a los vecinos de la zona, ubicada en las orillas del municipio. Vidrios, autos y tanques de gas estallaron. La mayoría de los habitantes de la calle San Diego pudo salir de sus casas haciendo boquetes en la parte trasera, pues los accesos principales y la calle comenzaron a consumirse en minutos.
Ninguna autoridad auxilió en su huida a los afectados. Solos se las ingeniaron para abandonar sus casas, tomar sus autos y alejarse unas cuadras del siniestro hasta esperar a que llegaran los bomberos y los cuerpos de rescate. El secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, informó que la fuga pudo ocurrir por una toma clandestina y que al momento de hacer la ordeña se les salió de control la situación hasta generar la explosión.
El fuego corría como río entre el hidrocarburo crudo que salió disparado de los ductos de Pemex y a su paso, veloz, calcinó árboles, automóviles, viviendas enteras, animales, postes de luz, cableado telefónico y todo lo que encontraba a su paso.
La escena fue descrita con desesperación y llanto por los habitantes, quienes al momento en que el fuego arrasaba salían corriendo y pintados de negro por la ceniza. Desde las seis de la mañana y hasta tres horas después una nube negra impedía la visibilidad. Ni el sol se llegaba a distinguir.
"Ni zapatos llevamos. Cuando sonó la explosión agarré a mis hijos y nos salimos como pudimos a la calle para subirnos a la camioneta. Nos fuimos a San Nicolás y ya no regresamos hasta el medio día cuando vimos todo destruido", dijo María Inés García Hernández. En su casa, ubicada en la orilla del caudal del río Atoyac, viven dos familias con cinco niños. Había también un integrante más: una perrita que se quedó amarrada en lo que era el patio y donde ahora sólo hay cenizas.
Zoyla Pérez Cortés llora cuando observa la casa de su vecina Rocío Ventura Olivera, quien murió al lado de sus hijas Nataly Alí y Brian Ariel. "Su esposo está muy grave en el hospital" y dice que vio morir a ella y a sus hijos. "No pudo hacer nada".
"Escuchamos cómo tronó algo y sólo pude decirle a mis hijos que se taparan con trapos mojados porque cuando me asomé a la calle las llamas ya habían llegado. Tuvimos que romper la pared para salir porque ya el calor era insoportable, era aterrador. Mi esposo se asomó y recibió un flamazo que le quemó la cara. Pero nadie lo quiere atender. Lo llevaron al hospital Betania y le quisieron cobrar 12 mil pesos. Lo tuvieron que llevar al ISSSTE".
Refugio Meza es el propietario de un local de alimentos para animales que se localiza en el número 8 de la calle San Diego. Los daños en su local los estima en 8 millones de pesos. A 10 calles del lugar de la explosión, José Luis Chávez, de 58 años, expresa que alcanzó a escuchar un par de estruendos potentes y "horribles", y vio que algunas llamas se elevaron hasta más de 10 metros. Fue como si una bomba hubiera estallado de pronto desde el subsuelo.
Juan Carlos Fragoso observa con tristeza cómo 45 años de trabajo se destruyeron por completo. Su casa de dos pisos es ahora una muestra del desastre, es totalmente inhabitable, aunque agradece a Dios que todos sus familiares estén con vida.
Él vive a una cuadra de la Unidad Habitacional de San Juan, un conjunto conformado por una veintena de edificios cuyos vecinos también agradecen que el fuego no los haya sorprendido porque, de lo contrario, la tragedia hubiera sido peor.
Esta unidad fue afectada en su jardín principal donde al menos seis automóviles fueron calcinados. Doce horas después, los vecinos se quejaban por la ausencia de las autoridades municipales y estatales. Peor aún, sin explicación previa, los desalojaron de la zona afectada donde los propietarios estaban evaluando los daños en sus viviendas. Después se supo que arreglaban el escenario ante la inminente llegada del presidente Felipe Calderón.
"Ni se les ocurra regresar a sus casas", advirtió el gobernador poblano Mario Marín Torres. Pidió a la población tener confianza al Gobierno Estatal y Federal, pues sólo de la adopción de medidas preventivas dependerá la integridad de los texmeluquenses.
28
PERSONAS
Murieron en la explosión en el estado de Puebla.
Juan Carlos Fregoso
Pemex ya sabía de tomas clandestinas
Desde finales de 2009 Petróleos Mexicanos (Pemex) tuvo conocimiento de que en San Martín Texmelucan, Puebla, había tomas clandestinas de combustible.
Un reporte de la paraestatal correspondiente al último trimestre de 2009 establece incluso una "gran preocupación" porque las tomas clandestinas provocan fugas y derrames, "sobre todo en ductos, que pueden ser sumamente peligrosos para la empresa, sus trabajadores y para la población que habita cerca de las instalaciones".
Este domingo la explosión de un ducto en San Martín Texmelucan, atribuida a saqueadores de combustible, dejó 28 muertos, 52 heridos y 115 viviendas dañadas.
De acuerdo con datos de Pemex, de 2004 a 2009 el número de tomas clandestinas pasó de 110 a 453 casos. En lo que va de 2010 la paraestatal ha detectado más de 550, según datos del director José Suárez Coppel dados a conocer este domingo en una entrevista televisiva. El funcionario dijo que en el ducto afectado se han registrado al menos 80 tomas ilegales.