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Estudian industria ósea en Teotihuacán

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EL UNIVERSAL

En Teotihuacan hubo una gran industria ósea que produjo innumerables artefactos de uso cotidiano, a partir de huesos de seres humanos que eran obtenidos muy probablemente de cadáveres de los mismos teotihuacanos, y que no eran huesos exhumados, de cuerpos ya esqueletizados, sino frescos.

"Cuando el hueso muere, se vuelve quebradizo, es menos resistente. Por eso, para poder moldearlo o transformarlo en un artefacto, se necesita que sea 'verde', lo más fresco posible", dice la doctora Abigail Meza Peñaloza, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, quien encabeza el proyecto "La industria ósea y el culto a los ancestros en Teotihuacan".

Los materiales analizados (más de cinco mil fragmentos) provienen de La Ventilla, barrio especializado en la industria lítica (producción de herramientas de piedra), muy cercano a la zona arqueológica de Teotihuacan, y corresponden a la fase Tlamimilolpa (200-350 después de Cristo) del periodo Clásico, es decir, cuando esta ciudad prehispánica mesoamericana estaba en su apogeo.

De acuerdo con la experta universitaria, las huellas de corte encontradas en los artefactos teotihuacanos muestran que se trabajaba con cadáveres frescos y que, por lo tanto, era necesario limpiar los huesos.

"Las principales huellas de corte están relacionadas con el descarne y el despiece, sobre todo con la separación de los huesos del muslo (el fémur de la articulación de la rodilla, donde va la rótula, la tibia y el peroné)", asegura la investigadora

Asimismo, se nota que los teotihuacanos tenían predilección por los huesos de sujetos adultos sanos, porque en los que se han descubierto no hay huellas de infección como periostitis, y descartaban los huesos infantiles o seniles, porque eran menos resistentes o podrían tener osteoporosis.

 VARIABLES ANATÓMICAS DISCRETAS

Como parte de su proyecto de investigación, Meza Peñaloza trata de demostrar que los teotihuacanos convertían los huesos de sus propios muertos en artefactos de uso cotidiano.

"Los huesos humanos con que están elaborados esos artefactos no parecen ser de sujetos foráneos sacrificados, según dos indicios: se han encontrado en todos los contextos teotihuacanos domésticos y ceremoniales, asociados a diferentes actividades; y, según análisis morfológicos, están muy emparentados biológicamente con los huesos de los muertos enterrados de manera tradicional, debajo de los pisos de las casas", señala la investigadora.

Avalan este parentesco ciertos rasgos anatómicos que se heredan, llamados variables anatómicas discretas, como los rasgos epigenéticos.

Todos estos rasgos se van cuantificando, sobre todo los del cráneo. Si bien no indican una variación en la vida diaria, si son una constante que se hereda entre familiares consanguíneos.

Meza Peñaloza aprovechó los contornos de los senos frontales, que son como las huellas dactilares del cráneo. Aunque ninguna persona los tiene idénticos a otra, si hay patrones en cuanto a la forma y el tamaño entre sujetos emparentados biológicamente.

"Cuando comparé los contornos de los senos frontales utilizados en artefactos de uso cotidiano con los de los cráneos de sujetos enterrados (ambos grupos del periodo Clásico), resultaron idénticos".

 EL FRONTAL Y EL OCCIPITAL

Los huesos humanos que más se aprovechaban en Teotihuacan para fabricar artefactos de uso diario eran los de la bóveda del cráneo, sobre todo el frontal y el occipital, en ese orden.

"Los teotihuacanos separaban el neurocráneo, la calota, el frontal, los parietales y el occipital, que son convexos y van unidos por las suturas craneales".

Los siguientes eran los huesos largos: los fémures (tubos largos, casi perfectos, que podían segmentarse en placas pequeñas o largas para elaborar aplicaciones para ropa, agujas o peines para los telares), seguidos de las tibias.

Los peronés y los húmeros se utilizaban poco. Y a veces se recurría a los cubitos y radios, que son más pequeños, para hacer perforadores o punzones.

Para la elaboración propiamente dicha de los artefactos de uso cotidiano, los teotihuacanos se valieron de instrumentos de obsidiana, basaltos, piedras como el sílex que les servían como cuchillos, navajillas prismáticas que les permitían desmembrar y retirar todo el tejido blando de los huesos, etcétera.

Utilizaron también una especie de cuerdas para desgastar los huesos, unas arenillas para marcar las líneas del corte y quebrarlos, y unos percutores (de piedra, madera y astas de venado) para romperlos y fragmentarlos.

"Entre los más de quinientos artefactos que hemos rescatado hay botones y aplicaciones para ropa; espátulas o piezas que pudieron servir para desfibrar fibras vegetales, trabajar piel o elaborar papel; agujas de diferentes tamaños para sastrería o para tejer redes; lanzaderas y peines para los telares; y, sobre todo, pulidores que se usaban en la hechura de cerámica o como pulidores de estucos", finaliza Meza Peñaloza.

 ABIGAÍL MEZA PEÑALOZA, Doctora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM

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Escrito en: Teotihuacán

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