Despertar... Es ESPERANZAS DEL 2010
(Décima tercera parte)
Continuación...
Los Herodes han vivido siempre. En los inicios del cristianismo, allá por los años sesentas, setentas de nuestra era, el pueblo de Roma sufría por esos Herodes, y en aquel tiempo usaban el término "dynamis", que quiere decir dinamita, porque la esperanza es la virtud de los fuertes y sólo los muy fuertes tienen esperanza, los débiles difícilmente la tienen. En el libro "El Hombre en Busca de Sentido" de Víktor Frankl que en un infierno como fue Auschwitz ponía a prueba la esperanza de los hombres, en ese campo de concentración bajo el imperio de los poderosos, de los Herodes, atropellando la dignidad y la vida de los seres humanos. Donde Víktor Frankl dice: ¿Quién salió vivo de esos campos de concentración? ¿Los más jóvenes, los más sanos, los más fuertes? ¡No! Salieron vivos los que tenían esperanza. Ésos son los que sobrevivirán al infierno de los tormentos, de la muerte, de la pobreza, los más fuertes, son los que tienen esperanza. En casos como la enfermedad, en donde el paciente recibe muchos antibióticos de los médicos, ¿ellos son los que sobrevivirán? ¿Los que tienen mejores tratamientos? ¡No! ¡Son los que tienen esperanza! En aquellos tiempos había un personaje terrible llamado Nerón e iban surgiendo entre la gente pobre y sencilla una nueva religión que se llamaban cristianos. En la primera carta de Pedro, en un mundo muy difícil de persecución, de muerte, de sufrimiento, muy semejante al mundo de nuestros tiempos, repleto de Herodes, de guerras, de violencia, de injusticias, de pobreza, de violación de los derechos humanos... dice (1ª Carta de Pedro Cáp. 3, 15): Hermanos, den Gloria a Cristo, a Dios y estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza a todo el que les pida explicaciones. En un contexto de persecución y todo lo que a su alrededor se gesta y existe, esta carta nos pide razones de esperanza. Si nos pusiéramos a meditar por un momento cuáles son las razones que tenemos para tener esperanza ¿qué podríamos decir? No sentimentalismos, sino razones verdaderamente sólidas. ¿Creemos que la situación mundial va a cambiar, o la del continente o la de México? Qué razones tenemos cada uno de nosotros para tenerla, así como la tribu de Magá que siguiendo una estrella caminaban aún que se encontraran con los Herodes que cada quien tiene seguramente por su vida, en tu familia, en tu trabajo, en nuestro entorno, en nuestro país. Aquéllos que matan hipócritamente atropellando a los demás con mentiras. San Pablo nos da un mensaje muy bello en su carta a los Romanos que para muchos es la obra maestra de la espiritualidad en las grandes cartas y seguramente la mejor carta del nuevo testamento, es la carta de la esperanza. Pablo en Romanos 15, 13 nos dice: "Que Dios de quien procede la esperanza llene de alegría y de paz su fe, y que el Espíritu Santo con su fuerza, los colme de esperanza". Fuerza, que aun con los mejores médicos que tratan tu enfermedad, con los mejores tratamientos, que valen poco o nada, si no tienes la fuerza de la esperanza pues simplemente te mueres. Entonces con la fuerza de los que tienen esperanza como los hombres y mujeres del cristianismo que con el fuego quieren incendiar el mundo a la manera de Jesús, con fortaleza. Esta Semana Santa en que tenemos la oportunidad de transformar nuestra vida a una nueva vida... "Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros": (Lucas 22:14). No tenía dinero, armas ni poder, no tenía autoridad religiosa, no era sacerdote ni escriba, no era nadie. Pero llevaba en su corazón el fuego del amor a los crucificados. Sabía que para Dios eran los primeros y esto marcó para siempre la vida de Jesús, se acercó a los últimos y se hizo uno de ellos. También Él viviría sin familia, sin techo y sin trabajo. Curó a quien encontró enfermo, abrazó a sus hijos, tocó a quien nadie tocaba, se sentó a la mesa con ellos y a todos les devolvió la dignidad. Su mensaje siempre era el mismo: "Éstos que excluyen de su sociedad son los predilectos de Dios". Bastó para convertirse en un hombre peligroso para querer eliminarlo. Su ejecución no fue un error o una desgraciada coincidencia de circunstancias. Todo estuvo bien calculado pues un hombre así siempre es una amenaza en una sociedad que ignora a los últimos. Al morir, Jesús "dio un fuerte grito". No era sólo el grito final de un moribundo, ya que en aquel grito estaban gritando todos los crucificados de la historia. Era un grito de indignación y de protesta. Era, al mismo tiempo, un grito de esperanza. En el grito de ese hombre deshonrado, torturado y ejecutado, pero abierto a todos sin excluir a nadie, está la verdad última de la vida. En el amor impotente de ese crucificado está Dios mismo, identificado con todos los que sufren y gritando contra las injusticias, abusos y torturas de todos los tiempos. En este Dios se puede creer o no creer, pero nadie se puede burlar de Él. Es un Dios que sufre con los que sufren, que grita y protesta con las víctimas y que busca con nosotros la Vida. Para creer en este Dios, no basta ser piadoso; es necesario además tener compasión. Para adorar el misterio de Dios crucificado, no basta celebrar la Semana Santa, es necesario además, mirar la vida desde los que sufren e identificarnos un poco más con ellos. Fue traspasado por nuestras rebeldías, triturado por nuestras culpas; por sus llagas hemos sido sanados (Isaías 53). Que en esta Pascua nos transformemos para el bien de nosotros y de la humanidad. ¡Felices Pascuas! Continuará...
Espero que estas palabras nos permitan sentirlas a la luz de nuestras familias, pues decía Jesús, "No me digas que me amas, dime cómo vives". Estamos como siempre a sus órdenes en la dirección electrónica: despertar_es@live.com. Lo invito a visitar mi blog en donde encontrará más artículos de tu interés: www.familia.blogsiglo.com
"QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR".
