Muchos torneos de tenis, grandes y pequeños, le piden a Roger Federer que participe en sus sorteos. Que comparezca, salude a la gente, pose para algunas fotos y le otorgue prestigio a la ceremonia. El suizo tiene una respuesta lista. (EFE)
Muchos torneos de tenis, grandes y pequeños, le piden a Roger Federer que participe en sus sorteos. Que comparezca, salude a la gente, pose para algunas fotos y le otorgue prestigio a la ceremonia. El suizo tiene una respuesta lista.
"Siempre digo 'no''', señaló el número uno del ranking mundial, "simplemente porque no quiero participar".
En el Abierto de Francia de este año, Federer no tuvo alternativa. El segundo Grand Slam de la temporada siempre invita a los campeones del año anterior para ayudar a definir los duelos metiendo la mano a los trofeos del torneo para sacar papeles con números asignados a jugadores.
Finalmente, Federer pudo participar.
Así que Federer estaba el viernes por la mañana en el museo de la federación francesa de tenis en Roland Garros, vestido con una chaqueta oscura, una fina camisa y pantalones de mezclilla. Sonriendo para las cámaras. Sacando números de un trofeo. Al fin, cumpliendo con los deberes del campeón del Abierto de Francia.
Unas pocas horas después y a corta distancia, Federer vestía una camiseta gris, pantalones cortos negros y una cinta en la cabeza mientras practicaba en la cancha principal, en la misma donde hace un año derramó lágrimas al besar el único trofeo de un major que le faltaba a su colección.
Llegar a París esta vez "se sintió diferente, porque tengo tantos buenos recuerdos de esta cancha, mientras en el pasado, jugaba buenos partidos pero no podía volver y pensar 'aquí es donde tuve el triunfo más emotivo de mi carrera'. No podía. Todos habían sido en Wimbledon o el Abierto de Estados Unidos o en otros lugares", dijo Federer el viernes.
Entrar a la cancha Philippe Chatrier esta semana le permitió revivir lo que sucedió en 2009, los nervios que casi lo superan antes de sacar por última vez en la final contra Robin Soderling, o la sensación de caer de rodillas después de ganar cada punto.
Y está encantado de nunca tener que escuchar las preguntas que lo acosaban antes del año pasado: ¿Por qué no has ganado el Abierto de Francia? ¿Ganarás alguna vez el Abierto de Francia?
"En todo caso, siento un poco de menos presión, porque me lo demostré, y quizás a mucha otra gente", señaló. "Siento que llego al torneo con el ánimo adecuado".
Sólo un tenista ha podido vencer a Federer en Roland Garros en los cinco últimos años: su némesis Rafael Nadal. El español ha ganado el Abierto de Francia cuatro veces, y en cada ocasión dejó en el camino a Federer: en las semifinales en 2005, y en la final en 2006 a 2008. En 2009, Nadal fue eliminado en la cuarta, su primera derrota en Roland Garros.
Así que ahora es Nadal el que se está cansando de escuchar la misma pregunta una y otra vez: ¿Cómo se siente al no ser el campeón defensor?
"Sé que tendré que contestar esta pregunta otras 100 veces", contestó el español. "Voy a repetir la misma respuesta. No gané el año pasado, pero mi meta es la misma todos los años... no importa si soy o no soy el campeón".
Nadal tiene ventaja de 14-7 en sus enfrentamientos con Federer, y 10-2 en arcilla, incluyendo una victoria la semana pasada en la final del Masters de Madrid.
Aún así, Federer insistió que no tiene ninguna preocupación de enfrentar a Nadal, invicto en 15 partidos en arcilla esta campaña. Federer reconoció que podría existir un bloqueo mental si el récord fuese "50-0 a su favor, pero no es el caso".
Federer es cabeza de serie del torneo y Nadal el segundo preclasificado, por lo que sólo podrían toparse en la final del 6 de junio.
"Hay muchos jugadores buenos en arcilla, pero si tengo que elegir a dos, entonces elijo a Nadal y Federer", dijo Bjorn Borg, quien ganó seis títulos en Roland Garros.