El domingo próximo pasado en Táriva, Venezuela. El torero Antonio García "El Chihuahua" sufrió una cornada. Luego de sufrir un viacrucis ante la nula intervención médica en ese país. Decidió ser trasladado a México, donde gracias a la intervención de médicos nacionales finalmente ha podido ver la luz al final del túnel, pues a punto estuvo de sufrir gangrena gaseosa, lo cual pudo haber concluido con desenlace fatal para el novel torero azteca.
Torero es sin duda alguna sinónimo de valor, ser y sentirse torero es practicar y dominar el arte que se enraiza en las mejores cualidades varoniles. El valor en el arte del toreo es simplemente imprescindible, con valor se nace, se crece y el hombre lo desarrolla y con él hace frente a su existencia y al don supremo de ser torero...
Nada explica el deseo de continuar andando la legua luego de un grave percance, sólo el deseo que los conlleva a llevar al límite la profesión para la cual han nacido y es su razón de ser y de existir. Toreros, recios valientes con pundonor y entrega que prefieren vivir con la cicatriz que dejar de lado el ruedo, lugar que les brinda el encuentro con su enemigo el toro. Pero aún más que eso, logran comulgar con su alma y espíritu. Como decía Juan Belmonte "El buen torero se hace con sentimiento y pasión de enamorado".
Lo más difícil en el arte de la tauromaquia, luego de dominar los tres tercios y agradar al respetable, es recibir un terrible percance y vivir para contarlo, es no poder lidiar nuevamente. Innumerables son los toreros que han sufrido lo amargo de un pitón, lesiones y cicatrices, para ser llevado a la enfermería, de donde muchos de ellos han regresando al ruedo para concluir su labor; otros por su gravedad se trasladan de la enfermería al hospital y algunos han quedado en el camino de la plaza al nosocomio o al hogar.
Quien decide ser torero deberá consagrar los mejores años de su vida, entregarse sin medidas y completamente a la profesión, ofrecerse en mente cuerpo y alma, tal como si se le brindara tributo a una sagrada y mitológica diosa. En el toreo la gloria y la muerte se celan de continuo, cada tarde el torero se presenta con valor y explosión de juventud, fraguando con sudor y en ocasiones con sangre, renuncias y sufrimiento, para concluir la lidia con triunfo con posibilidad de salir en hombros y extasiado por su gesta.
Armado con el capote o la muleta con suprema exaltación clavando los pies en la arena, la quietud viene servida por el candente movimiento de los brazos y las muñecas coronando la faena con temple y lentitud ante el enemigo en cuestión. En la lidia cada instante hay un peligro cierto, omnipresente está la posibilidad de su puntual cita con la muerte, que sólo se enfrenta con valor, renunciación, sacrificio y pasión por el ideal de ser torero grande, diferente, de época.
El percance puede ocurrir en cualquier momento, cuando la vivencia dolorosa sobreviene impone situaciones que pueden modificar la personalidad, sin embargo el mecanismo de defensa es la dualidad de alma-cuerpo que se impone ante el dolor. Es así que sólo el valor hace olvidar al torero el origen de la lesión y hasta de su propia existencia.
Luego se entrega a las manos del profesional de la salud con capacidad de solventar situaciones extremas, es vital y trascendente para reestablecer la salud del torero. Ayer se sabía que una cogida podía significar la muerte, la invalidez o cundo menos unos meses de curaciones dolorosas. El hombre enfrentaba solo con sus propias fuerzas el salvar la vida, pues los médicos eran precarios en conocimiento y destreza.
Hoy el progreso de la ciencia médica es en cierto sentido parte fundamental en la evolución del torero, de salvar extremidades y hasta la vida de cientos de toreros, en una lucha y un afán extraordinario que a los galenos les brinda la luz de la sabiduría, al conocer de sobra formas y técnicas de la actual cirugía taurina.
Aunado a ello, el valor del torero y por sobre todas las cosas su fe en Dios, la fe que da la certeza absoluta de que se va a sobrevivir y, por qué no, regresar así a su pasión e incesante deseo de continuar su pugna por llegar a ser una figura del toreo. Es por ello que dedicamos este espacio haciendo patente a Antonio García "El Chihuahua" el más sincero deseo de recuperación, ánimo y valor torero, lo cual sabemos le sobra.
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Ulisesrivera7@yahoo.es