Las alianzas entre el PAN y el PRD lograron su cometido: derribar tres bastiones tricolores de más de 80 años y descarrilar la estrategia tricolor rumbo a la sucesión presidencial del 2012.
La alianza entre el PAN-PRD-Convergencia se concretó en cinco entidades; de las dos entidades donde se concretó la alianza, incluso con el PT, (Oaxaca e Hidalgo) ganaron en una; y de las tres en las que el PT no participó (en el caso de Puebla también se sumó Nueva Alianza) ganaron dos (Puebla y Sinaloa) y en la tercera (Durango) hubiera sido suficiente que se sumara el PT para haber obtenido el triunfo, pues la diferencia entre el candidato del PRI y la coalición fue menos de la mitad de los votos que obtuvo el candidato petista.
En términos del padrón electoral el PRI dejará de gobernar 5 millones 667 mil electores (poco más del 7% del padrón electoral nacional), pues las tres entidades que estaban en manos de PAN o PRD, que ahora gobernará el PRI, tienen conjuntamente un padrón electoral de 2 millones 696 mil electores contra 8 millones 363 mil que tienen las tres que entregaron a la coalición. Esto descarriló la estrategia tricolor de llegar a la jornada del 2012 con el mayor número de electores en entidades gobernadas por gobernadores priistas, para que ellos aseguraran una buena cosecha de votos; con los resultados del domingo pasado, aunque ganen las cinco elecciones del 2011, apenas alcanzarán el mismo porcentaje de electores que tenían en el 2006.
Lo más positivo del resultado de la jornada electoral del pasado domingo es que dejó en claro que los cacicazgos regionales son vulnerables; que se puede vencer al más duro y longevo de los caciques. Aunque los buenos resultados no deben hacer olvidar que los procesos estuvieron viciados de origen y presentan irregularidades que hay que evitar en un futuro.
Respecto a los triunfos de las coaliciones hay que reconocer que en Oaxaca, ganó Convergencia o el DIA, y el PAN se sumó porque sabía que no tenía posibilidades de ganar; en Puebla, ganó el PAN y en ese caso el que se sumó fue el PRD; mientras en Sinaloa, aunque el PAN tiene una mayor participación electoral, el candidato fue pieza fundamental para ganar la elección y eso se manifiesta claramente en la distribución de los votos, pues fue el enclave malovista, en el norte del estado, el que le otorgó el triunfo.
Otra de las lecciones es que las divisiones internas de los partidos políticos les resultan fatídicas: los ejemplos más claros son Sinaloa, Aguascalientes y Zacatecas; en Sinaloa y Zacatecas, los gobernadores lograron imponer a sus candidatos por encima de las preferencias partidistas y pagaron las consecuencias; mientras en Aguascalientes, el gobernador panista no pudo imponer a su candidato dentro de su partido, pero se encargó de cerrarle el camino al abanderado de su propio partido.
Otro dato interesante es que de las 12 entidades que eligieron gobernador en 6, exactamente la mitad, se dio la alternancia; en tres perdió el PRI tras 80 años de hegemonía tricolor; pero el PAN perdió uno de sus principales bastiones: Aguascalientes, y con ello se sigue desmembrando el corredor del bajío, pues ya el año pasado habían perdido la gubernatura de Querétaro. El PRD perdió el estado más norteño que gobernaba.
De cara al 2011 hay que decir que en varios estados hay condiciones ideales para volver a concretar las alianzas: Guerrero, donde el PRD tiene toda la fuerza y el PAN apenas alcanza los votos necesarios para conservar el registro estatal; en Baja California Sur, sucede básicamente lo mismo; en el caso, de Nayarit, el PRD tiene mayor presencia electoral que el PAN, pero no es tan marcada como en las dos entidades anteriores; en Coahuila, es exactamente a la inversa, el PAN es el que tiene una buena participación electoral y la presencia del PRD es más bien simbólica; y, el problema real es la entidad más importante desde el punto de vista del caudal de votos: Estado de México, en dicha entidad las dos fuerzas han logrado ser primera fuerza, en diferentes momentos, pero nunca le han podido arrebatar al PRI la gubernatura. Además en este estado los dos partidos políticos han sufrido serios conflictos internos, así que lo primero que tienen que resolver son sus propios conflictos y, posteriormente, tener la capacidad de identificar un procedimiento de selección del candidato de una coalición que dé suficientes garantías, a ambos, y, por lo tanto, genere confianza en las militancias de los dos partidos.
A la par, Rafael Moreno Valle (Puebla), Gabino Cué (Oaxaca) y Mario López Valdez (Sinaloa) tienen que demostrar, desde el inicio de su gestión, que efectivamente existe una alternativa de Gobierno más democrática y eficaz, que permite avanzar, al menos, en la vigencia universal de los derechos civiles (derecho a la vida, a la libertad, etc.), políticos (de votar y ser votado, derecho a la información, etc.) y sociales (a la salud, a la educación, etc.), pues de nada servirá seguirle arrebatando bastiones al tricolor si al momento de ser Gobierno el cambio no se concreta.
Las tres entidades muestran problemáticas muy severas y, en general, habían estado bajo gobiernos caciquiles y/o ineficaces; es urgente mostrar la diferencia. Era fundamental para esas entidades y para la democracia nacional, que el PRI no se alzara con el carro completo; ahora hay que darle sentido a esa alternancia, pues a nivel nacional sus beneficios todavía no se perciben.